LA NACION
A la sombra de su hermano Filippo cuando eran jugadores, Simone Inzaghi, proclamado campeón de Italia con el Inter de Milán este lunes, un Scudetto logrado de forma brillante, se forjó su propio nombre superando en la faceta de entrenador a Pippo, una leyenda. En la residencia familiar de San Nicolo, cerca de Piacenza (centro de Italia), Giancarlo y Marina Inzaghi conservan con esmero en una sala en la planta baja los trofeos y medallas de sus hijos.
Si el mayor, prolífico goleador de la Juventus (1997-2001), de Milan (2001-2012) y de la Nazionale, fue durante mucho tiempo el orgullo de la casa, es ahora el más joven el que más trofeos añade a las vitrinas de la familia Inzaghi.
Un triunfo clásico que valió un título
Su última contribución; una réplica de la Coppa Campioni d’Italia, adornada con dos estrellas para conmemorar el vigésimo título de campeón de liga del Inter en su historia. Nacido el 5 de abril de 1976, Simone tuvo que pelear para hacerse con un nombre en el mundo del fútbol, siempre a la sombra de su hermano mayor, nacido dos años y medio antes que él, cuenta la agencia AFP.
Al igual que Pippo, tiene el cabello moreno y largo, y obtuvo sus primeros conocimientos en el Piacenza Calcio, del que eran aficionados desde niños. Pero su recorrido hacia la Serie A estuvo salpicado de obstáculos, a causa de una lesión en la espalda, con cuatro temporadas cedido en la tercera y la cuarta división italianas.
Cuando al fin gozó de su oportunidad, en 1998 en un Piacenza que en aquel entonces militaba en la Serie A, no la dejó escapar con 15 goles, que le catapultó al verano siguiente a la Lazio.
En el equipo romano, su primera temporada fue histórica. Firmó un póker de goles en la Champions League contra Olympique de Marsella (5-1), una gesta inédita en el momento para un jugador italiano y aún no superada.
Y sobre todo, firmó un gol decisivo contra Reggina, que permitió a la Lazio ganar sobre la línea de meta a la Juventus, en la que juega su hermano mayor, y conquistar el segundo Scudetto de su historia.
Aunque portó la elástica ‘azzurra’ de la Nazionale en tres ocasiones, una de ellas junto a Filippo, y añadió a su historial tres Copas de Italia y dos Supercopas, Simone fue a menudo asociado a un rol de suplente de lujo y de jugador lastrado por las lesiones.
Tiene, también, su conexión argentina. El 21 de agosto de 1999, Lazio se citó con River en el Olímpico de Roma, en un encuentro acordado por el pase de Marcelo Salas. El equipo local actuó con Matías Almeyda, Juan Sebastián Verón, Roberto Mancini, Simeone y el chileno, entre otras figuras. El River de Ramón Díaz formó con Bonano; Lombardi (Franco), Trotta (Ramos), Yepes y Placente; Escudero (Coudet), Astrada (Ledesma), Sorin (Gancedo) y Aimar; Ángel (Cardetti) y Saviola (Cuevas). ¿El resultado? 1-1, con gritos de Inzaghi y Escudero.
Para muchos era ‘Inzaghino’, una versión edulcorada de su hermano mayor, que conquistó todos los títulos importantes, como dos Champions y el Mundial de Alemania 2006. Sin embargo, no tiene ninguna espina clavada. “Tuve la suerte de tener un hermano que siempre me apoyó, él lo ganó todo, o casi, pero nunca estuve celoso de él”, aseguraba recientemente.
Su carrera de jugador concluyó en 2010 con 34 años, pero Simone Inzaghi permaneció fiel a la Lazio, donde entrenó a las categorías inferiores del club romano.
En 2016, cuando Lazio cesó a pocas semanas del final de temporada a Stefano Pioli, tomó las riendas del primer equipo, inicialmente con carácter interino por siete partidos a la espera de la llegada de Marcelo Bielsa.
Pero el interinato duró finalmente hasta 2021 y se coronaría con una Copa de Italia (2019) y dos Supercopas de Italia (2017, 2019). En un Inter en plena crisis de finanzas sucedió a Antonio Conte, y consolidó su estatus de Rey de copas, al conquistar en dos ocasiones la Coppa de Italia y tres veces la Supercopa.
Los ‘Nerazzurri’ alcanzaron para sorpresa general la final de la Champions League 2023, cuando perdieron por 1-0 ante el Manchester City de Pep Guardiola y Julián Álvarez.
El estilo de juego de su equipo, con clara vocación ofensiva, le valió la admiración de toda Europa, unas alabanzas que se multiplicaron cuando su Inter arrasó en la temporada 2023-2024 conquistando el 20º scudetto de su historia.
Mientras tanto, Pippo, cuya carrera de entrenador comenzó con un reto de altura en Milan (2014-15) antes de pasar por los bancos de Venezia, Bologna o Benevento, conoció un nuevo fracaso con Salernitana, que lo destituyó en febrero cuatro meses después de su llegada al cargo.
Pero el pequeño Simone creció y a los 48 años se erige en el patriarca de la nueva generación de entrenadores italianos.