Se dio el gusto de correr en autos y en su único año en la Máxima compartió el equipo Lotus con el tricampeón mundial. Ostentaba un título nobiliario: era el séptimo Marqués de Bute
John Colom Crichton-Stuart, conde de Dumfries, se hizo conocido en el automovilismo como Johnny Dumfries. Integrante de la nobleza británica llegó a la Fórmula 1 y en su único año fue compañero de Ayrton Senna en el equipo Lotus en 1985. Fue opacado por el brasileño y sin lugar en la Máxima pasó al Mundial de Sports Prototipos, donde llegó a ganar las 24 Horas de Le Mans en 1988. Hoy, a sus 62 años, falleció como consecuencia de una rápida enfermedad, según anunció su familia.
Nació el 26 de abril de 1958 en una isla escocesa de 120 kilómetros en donde se encuentra el castillo familiar. Era el séptimo Marqués de Bute, pero lejos de basar su vida en los lujos de la alta sociedad Dumfries se vio influenciado por su gran pasión que fueron los autos de carrera. Aunque decidió correr con ese nombre para esconder su origen aristocrático.
A pesar de ser heredero de una fortuna, arrancó de abajo consiguiendo su propio presupuesto para competir y empezó en la Fórmula Ford Británica 600 conduciendo un Ray. Tuvo diversos empleos y fue pintor y decorador, y también chofer de una furgoneta para el equipo Williams. Cuando llegó a la escena, pocas personas sabían que en realidad era el conde de Dumfries, hijo del marqués de Bute.
Aunque en 1984 mostró de qué estaba hecho y fue campeón de la Fórmula 3 Británica, por entonces una de las mejores promocionales a nivel mundial y donde el año anterior se había consagrado Senna. Pegó el salto a la Fórmula 3000 en 1985 (por entonces antesala a la F1), pero no tuvo buenos resultados y ser piloto de pruebas de Ferrari apenas fue un consuelo.
Para 1986, el italiano Elio de Angelis dejó Lotus para irse a Brabham (se mató ese año en una prueba en Paul Ricard) y la vacante fue ocupada por Dumfries, pero por decisión del propio Senna, quien lo conocía de su paso por la F3. Es que Ayrton, si bien el año anterior ya había sido ganador en la Máxima, no quería un compañero de fuste como lo fue De Angelis. Aparte porque la escudería fundada por Colin Chapman no tenía suficiente presupuesto para alistar dos autos competitivos. Entonces eligió a alguien que no se estuviese a su nivel y el escocés tuvo esa chance.Jan Lammers, Johnny Dumfries y Andy Wallace celebrando tu triunfo en las 24 Horas de Le Mans (Motorsport Images/Shutterstock).
Sin embargo, de las 16 carreras en la temporada solo terminó seis y su mejor resultado fue un quinto puesto en Hungría. En el resto de las competencias en las que cruzó la meta resultó noveno en Brasil y Portugal, séptimo en Estados Unidos (Detroit) y Gran Bretaña, y sexto en la última fecha disputada en Australia.
En aquella temporada Johnny solo sumó 3 puntos y terminó 12º en el campeonato. Fue eclipsado por Senna que logró dos triunfos y peleó por el título hasta el final. La mala performance del británico y el ingreso de los motores Honda en Lotus hacia 1987 promovieron su salida. Es que los japoneses exigieron a un piloto de los suyos y Satoru Nakajima fue su reemplazante.
Sin lugar en la F1, Dumfries emigró al Mundial de Sports Prototipos en 1987 donde corrió algunas carreras y fue al año siguiente cuando alcanzó la gloria en las 24 Horas de Le Mans, la carrera de larga duración más importante del planeta. Fue con un Jaguar, marca que volvió a vencer en la cita francesa luego de 30 años. El éxito fue junto al inglés Andy Wallace y el holandés Jan Lammers.
Ese año también compitió en el Campeonato Británico de Autos de Turismo (BTCC) y culminó 16º en el certamen a bordo de un Ford Sierra RS Cosworth.
Se retiró en 1991 y pasó a vivir en la Isla de Bute, que heredó tras el fallecimiento de su padre en 1993. Allí dirigió la finca de la familia Mount Stuart y si bien se dedicó a la pintura se estima que tuvo una fortuna cercana a las 165 millones de libras esterlinas (el equivalente a 230 millones de dólares).
Puede afirmarse que Johnny Dumfries fue el último playboy de la F1 en una época donde recién comenzó el súper profesionalismo. Tuvo más sacrificio que talento, pero supo ganarse un lugar hasta llegar a la cúspide del automovilismo.
Con información de AFP