Eduardo Arredondo Delgado
México cuenta por los menos con tres festivales que pueden competir con los más importantes del mundo en la categoría de metal.
Tras la pandemia y dos ediciones desiertas, ahora el Hell &Heaven se renueva en esta edición 2022, cuyo evento se desarrollará los días, 2, 3 y 4 de diciembre en el Foro Pegaso de Toluca, estado de México. Actuarán: Judas Priest, Kiss, Pantera, Mercyful Fate, Stryper, Yngwie Malmsteen, y una larga camada de agrupaciones, incluyendo los mexicanos, Cemican y su folk metal.
Será un atractivo ver a Pantera con una reunión no tan improvisada con Zack Wilde y Charlie Benante que se incluyen en la novedosa encarnación y a un Mercyful Fate sin el guitarrista, Michael Denner.
Hell &Heaven se enfrenta a otras competencias. Al novedoso México Metal Fest (producciones cacique) y al regreso del Monterrey Metal Fest, este último, cuyo evento en realidad fue el primero en México en advertir que los festivales podían ser un negocio redituable. Otros haciendo gala de su poca imaginación los copiaron no por su amor o devoción al género sino por la ganancia en el mercado.
Aquí es donde los organizadores debieran entender el valor de la prensa especializada (cuando es) y otorgar en tiempo y forma las facilidades para el trabajo con los músicos y poder así esclarecer los puntos más relevantes. O no lo entienden o son burócratas, gangsters, al más puro estilo del personal de OCESA (descerebrado).
Ya en otros festivales, también celebrados en territorio mexicano hubo lamentables acontecimientos. En el defenestrado Knotfest edición 2019 fue quemada una batería Pearl de la banda estadounidense, Evancescence, luego que los organizadores se metieron en problemas con una horda de fans. Después ambos perdieron la cabeza, se hicieron de palabras y luego vinieron los desmanes. No se justifica ese tipo de actos vandálicos, tampoco la mala fe de los organizadores y la falta de criterio. Es decir las pifias de un festival, lo pagan o lo pueden pagar otros, tengan o no la razón.
En su momento, Juan Carlos Guerrero, uno de los tantos voceros del Hell &Heaven visitó Chihuahua e hizo creer que no habría problema con las acreditaciones y entrevistas. Todo terminó en verborrea y en aquel 2016 no hubo respuesta ni trato amable. Lo único rescatable, el trabajo de campo de
periodistas y fotógrafos, que a menudo los organizadores saboteaban impidiendo que su labor fuese óptima.
Si es que Hell &Heaven quiere ser ejemplo, tendrán que modificar muchas de sus actitudes. No todos van o vamos por una acreditación y menos cuando tienes tres décadas en el negocio y publicaciones en tú mano.
Una apuesta que puede volver al México de siempre o ser una excepción. Ya dependerá del Hell &Heaven y de sus organizadores. Debieran de pensar en su imagen. Los tantos tours que reciben de todas partes de la república y del extranjero tendrían una mejor opinión. Y sí que la inversión pueda dar continuidad.