Hay que surtir la despensa, señor gobernador, apóyenos
* Le escriben cartas al gobernador Javier Corral y al presidente de la república para “de la manera más atenta”, solicitarle apoyo en alimentos para sortear la contingencia. Ellos ya vendieron, malbarataron y empeñaron todo lo vendible, malbaratable y empeñable que tenían.
Ciudad Juárez, Chih.- Es muy necesario no salir de casa, sin embargo, hay muchas personas a las que les es imposible, porque deben (“debemos”) salir a buscar el sustento, pero no lo encontramos, no hay en qué emplearse. Y hay que surtir la despensa, con pandemia y sin pandemia.
Carmen Socorro Rodríguez Domínguez y otras muchas personas, entre hombres y mujeres, amas de casa, albañiles víctimas de la pérdida de obras en la construcción, vendedores de chácharas en los tianguis cerrados, trabajadores eventuales, le escriben cartas al gobernador del estado y al presidente de la república para “de la manera más atenta”, solicitarle apoyo en alimentos para sortear la contingencia.
“Surtir la despensa, pagar recibos, la renta, comprar medicamentos, y quienes tienen pequeños negocios siendo de la tercera edad, sin pensión alguna, pues ya se acabó el recurso”, enumeró Carmen Socorro. Si les quedó algún ahorrito a principios de abril, se les acabó de inmediato y ahora ya se encuentran en una situación desesperada.
Estas familias de la colonia Independencia en la fronteriza Ciudad Juárez, ya echaron mano de cuantas cosas y objetos preciados mantenían guardados sin imaginarse que tendrían que deshacerse de ellos para poder comer. Ya “marchó” aquella licuadora tan bonita que llegó entre los regalos el Día de las Madres del año pasado: la malbarataron en 200 pesos con los que fueron a comprar de inmediato un reducido mandadito, porque más tardaron en buscar quién se las comprara que lo que les duró el dinerito. Ya llevaron al “empeñadero” aquel taladro inalámbrico que el hijo mayor le trajo a uno de los padres desde El Paso, Texas y que el señor conservaba con tanto orgullo: ya “marchó” con todo y el estuche y con los tres juegos de brocas, las de acero al alto carbón, las de concreto y las especiales para taladrar madera. ¿Cuánto obtuvieron? No les dieron los 160 dólares que pagó el muchacho en la tienda Sears del Cielo Vista Mall, sino solamente 400 pesos, “y nomás porque se ve como nuevo el equipo”, les dijo el dependiente de la casa de empeño. A otros vecinos, una enciclopedia comprada en abonos en los años 90, y que era para que los niños “la usaran para sus tareas cuando entraran a la secundaria”, les redituó 70 pesos en el tianguis, todos sus 12 tomos. La semana pasada, don Meny, un hombre en sus setenta años, salió a “talonear” algo y regresó con 50 pesos de un jardín que le encomendaron para que lo limpiara de pasto silvestre y lo emparejara. Nada más eso en más de 10 horas de búsqueda “a patín”, a pleno sol y cargando sus pesadas herramientas bajo un calorón de 39 grados centígrados. ¿Se puede imaginar el lector el tamaño de la frustración que sintió este hombre, quien toda su vida ha trabajado para mantener su casa, y que de repente ya no puede? ¿Cómo se siente ahora con el hambre mordiéndole los talones a él, a su esposa, y a los dos nietos que tiene bajo su cargo?
Por todo lo anterior, “me dirijo a ustedes (al gobernador de Chihuahua y al presidente de México) a mi nombre y el de mis vecinos. Les pedimos de la manera más atenta que nos apoyen con unas despensas, de manera correcta y pareja. Mil gracias”, remató la señora Rodríguez Domínguez su misiva.
Ahí está, doña Carmen Socorro, y ojalá que la suya no tenga la suerte de las cartas echadas al mar en una botella y que, por el contrario, sirva para ablandar a los gobernantes.