HABLANDO Y ESCRIBIENDO
LOS RICOS DEL PUEBLO
POR ERNESTO AVILÉS MERCADO
Cuando se ejerce un cargo de gobierno, desde una total desvinculación con la sociedad, cuando se desconocen las verdaderas necesidades de las familias más pobres de nuestra comunidad, pero también cuando se quiere vivir una vida que no es la suya, pretendiendo ser lo que el cargo temporalmente le permite, es cuando se advierte que las cosas no marchan bien, porque son otros intereses los que construyen las políticas públicas.
Esta pandemia del Coronavirus, ha servido para medir de que tamaño son los gobernantes que tenemos, a que intereses responden y sobre todo, a que prioridades avanzan.
Para Javier Corral fue fácil y sencillo, el ordenar el cierre de espacios que no fueran prioridad para evitar el contagio; pequeños comercios, micros y pequeñas empresas, fueron presas de una caterva de inspectores encargados de negar la apertura de estos negocios para evitar la propagación del virus.
En contraste, las grandes cadenas comerciales permanecieron abiertas, exigiendo, la colocación de cubre bocas y sanitizado de las manos para su ingreso a todas las personas que tenían que adquirir víveres y otros artículos que regularmente los compraban en otros comercios.
Los ricos del pueblo sabían que esta pandemia les permitiría obtener más ganancias al mantener el monopolio de ventas al público abierto; si sus ventas normales oscilaban alrededor de 40 millones de pesos, con esta pandemia subieron a 100 millones de pesos por semana.
Las fondas, pequeños restaurantes, ferreterías de barrio, tiendas muy modestas que subsisten y van al día, eran vigiladas de manera permanente por los inspectores; pareciera que trabajaban para las cadenas comerciales y no para las administraciones que les pagan.
Javier Corral sabe de política porque es político, pero nunca gobernar porque no sabe hacerlo, el invitarlo a jugar golf y ser nombrado miembro distinguido de clubes exclusivos, lo hacen parecer como si fuera uno de ellos, pero no lo es.
Las aportaciones que le hicieron los empresarios más beneficiados con la pandemia, no les representan a ellos afectación alguna para sus ingresos, porque todo está calculado en cuestión de inversión y ganancia; la exclusividad que les entregó para que solamente fueran ellos los que se mantuvieran abiertos todo el tiempo, les permitió recibir todo lo que no pudieron hacer los comercios más modestos, los que viven al día y mantienen una planta también modesta de empleados.
La prioridad siempre fue ser el primer gobernador en bolsear a los empresarios para conformar una gran cantidad de dinero para apoyar a las empresas más pequeñas, pero beneficiando a las más grandes.
Los apoyos que se recibieron fueron mínimos para solo un determinado grupo de pequeños comercios, pero el fin se alcanzó, al promoverse a nivel nacional como el gobernador que juntó más de 3 mil millones de pesos, recortando presupuestos al Congreso y al Poder Judicial, obligando a los burócratas para que “voluntariamente” a fuerzas, aportaran parte de su compensación y bolseando a los empresarios, pensando que verdaderamente lo hacían para apoyarlo, cuando les entregó el monopolio de ventas de víveres y otros artículos.
Se sigue pensando en que la buena fe es la que mueve al gobierno del Estado, pero es el interés político por ocupar nuevos espacios, lo que motiva diariamente a Javier Corral Jurado; su prioridad continúa estando fuera de Chihuahua.
¡TODOS SOMOS URIEL; ¡TODAS SOMOS VERÓNICA!
Una vez más, la impunidad que impera en México, cobra la vida de dos personas, jóvenes, comprometidos con su país y con una responsabilidad enorme con la sociedad: ser padres, formadores de valores, con un compromiso de luchar diariamente por hacer valer los ideales de familia como motor de cambio, y de ser juzgador, orientado por esos valores y regulado por el derecho, donde no se escatima esfuerzo personal, ni tampoco tiempo de estudio y trabajo, porque en esa dualidad de acciones, se construye y se avanza en el mismo objetivo: ser mejores padres y construir un mejor país para todos.
Lo mejor que tenemos como sociedad, son los jueces honestos, independientes e imparciales, porque en sus resoluciones se van plasmando los ideales que tenemos como nación, donde el dar a cada quien lo que le corresponda, no es solo una obligación, sino todo un compromiso personal, de familia, frente a todos y por todos.
Como ciudadano, me siento muy orgulloso por la calidad de juzgadores que tenemos, porque en su totalidad es el estudio y actualización de conocimientos los que guían su recta razón, son las valoraciones que hacen diariamente de las pruebas que se les presentan y en esa íntima conjunción, sus sentencias no se improvisan ni responden a intereses externos al foro jurídico.
Hoy no hubo disturbios sociales, ni reclamos airados en las calles contra las autoridades, reclamando justicia para Uriel Villegas Ortiz y su esposa Verónica Barajas Guerra, que fueron asesinados cobardemente por quienes se sintieron ofendidos por su trabajo.
Así como no se calla la verdad matando periodistas, no se acaba la justicia asesinando juzgadores.
Nos toca a nosotros los abogados, los usuarios del sistema legal, los que confiamos en la ley y ejercemos los derechos propios y de nuestros representados, el alzar la voz para que la procuración de justicia lleve ante los tribunales a los responsables de tan artero crimen, no como venganza, sino para darles lo que por ley les corresponda…. descansen en paz netoaviles@gmail.com