Rafa Payá
Faltaba un solo kilómetro de la persecución femenina de biatlón, que ganó con mucha autoridad Marte Olsbu Roeiseland, y su compatriota de 25 años Ingrid Landmark Tandrevold se veía con el bronce colgado del cuello. Tras los 20 disparos era sólida tercera y aventajaba en 18 segundos a la bielorrusa Sola y en 21 a otra noruega, Tiril Eckhoff, a la postre la que completó el podio, con poco más de tres minutos de esquí por delante. Sin embargo, algo empezó a ir muy mal. Tandrevold se quedaba clavada en una subida y era adelantada por infinidad de rovales mientras ella intentaba alcanzar la meta, algo que logró en 14ª posición y casi andando. Practicamente hizo el doble de tiempo del mormal en esos 1.00 últimos metros..
Lo peor llegó después. El susto del día y seguramente de los Juegos de Pekín. Tandrevold colapsó y se desplomó en el suelo y la propia medalla de oro se acercaba corriendo a socorrerla. Momentos de tensión ya que la biatleta no reaccionaba y su expresión facial asustaba. Afortunadamente todo quedó en un enorme susto. «Ingrid está bien. Trató de seguir a Elvira (Oeberg, la plata) y apenas pudo llegar a la meta. Estaba exhausta, pero no inconsciente. Se ha estresado, ahora está comiendo y bebiendo. Supongo que es el frío y la altitud», señalaba el médco del equipo noruego.