Agencia EFE
(EFE).- La decisión de la televisión pública española (RTVE) de elegir como presentadora del programa estelar de Fin de Año a la humorista Lalachus ha situado en el centro del debate una discriminación poco reconocida hasta ahora en España, la gordofobia, y otra más debatida pero también muy extendida, el machismo.
La retransmisión de las tradicionales doce campanadas que marcan el fin del año en España consigue cada 31 de diciembre elevadísimos índices de audiencia y desata una lucha encarnizada entre las diferentes cadenas de televisión por liderar esos índices.
Uno de los elementos que juegan un papel esencial en la guerra de audiencias de Nochevieja es el tirón mediático de la pareja de presentadores, que suelen ser un hombre y una mujer, esta última generalmente de reconocido atractivo físico.
Durante los últimos años la cadena privada Antena 3 ha logrado el liderazgo en España gracias al denominado ‘efecto Pedroche’, es decir el atractivo de Cristina Pedroche, modelo, presentadora y actriz que mantiene en vilo a la audiencia los días antes de la retransmisión dando algunas pistas del vestido que lucirá, que es siempre sorprendente y casi siempre muy sensual.
Pero este año la campanada la dio RTVE con la elección de la joven humorista Laura Yustres, más conocida como Lalachus, que no se ajusta a los estrictos cánones de belleza que hasta ahora han copado los programas de Nochevieja en España.
Críticas por ser mujer
Lalachus, que se dio a conocer durante la pandemia por sus vídeos cómicos antes de dar el salto al ‘prime time’ de la televisión generalista, se convirtió en blanco de críticas gordofóbicas en redes en cuanto se anunció que iba a presentar el programa de las campanadas en la cadena pública.
Los insultos hacia Lalachus que más seguimiento tuvieron en redes fueron los de Bertrand Ndongo, un militante del partido ultraderechista Vox que tiene más de 127.700 seguidores en X.
La respuesta del nuevo presidente de RTVE, José Pablo López, no se hizo esperar: «Las críticas que estoy leyendo contra Lalachus no tienen nada que ver con su peso, sino con el hecho de ser mujer. ¿Alguien recuerda alguna crítica sobre el peso de Alberto Chicote o Ibai Llanos cuando presentan las campanadas? Tanto por avanzar. Puro machismo», escribió en X, mencionando a dos populares habituales de la televisión y las redes sociales que tampoco tienen una belleza normativa pero a los que nadie criticó en su momento.
La propia Lalachus también contestó y fue todavía más contundente. “¿Sabéis qué tengo gordo también?”, comentó en tono humorístico, señalándose la ingle. “Tengo el papo muy gordo, tan gordo que me he pasado por ahí todas las críticas”.
Esta polémica se ha convertido en el tema estrella de conversaciones y en objeto de debate en los programas de radio y televisión más vistos y escuchados en España, además de ser ‘trending topic’ en redes.
Gordofobia, una discriminación normalizada
Durante la última semana, Lalachus ha tenido que encajar insultos injustificables, pero también ha recibido muchas muestras de apoyo y, sobretodo, ha abierto el debate sobre la gordofobia, «una discriminación estructural y sistémica», según el informe sobre el tema elaborado por el Instituto de Igualdad de Canarias (Atlántico).
Dicho estudio aclara que la gordofobia se puede encontrar en todas partes y funciona de una forma automática, normalizada y sin ser cuestionada porque muchas sociedades, entre ellas la española, son gordofóbicas.
El hecho de que la sociedad no sea consciente de que rechazar a una persona gorda por el hecho de ser gorda es una discriminación equiparable al racismo o la homofobia hace que las personas que la sufren se sientan muy desamparadas.
La gordofobia puede ser el germen de graves problemas de salud como los trastornos de la conducta alimentaria y tiene su origen en «una cultura obsesionada con la delgadez femenina».
Un tema complejo, profundamente enraizado en la sociedad y con graves consecuencias en el día a día de muchas personas, que una humorista de 34 años ha logrado poner sobre la mesa, en lo que puede ser uno de los primeros pasos del largo camino que deben recorrer la sociedades para superar las discriminaciones.
Rosa Díaz
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