JIRONES DE NUESTRA HISTORIA
GONZALO N. SANTOS, ADALID DE LA CORRUPCIÓN POLÍTICA MEXICANA; EL PAPÁ DEL FRAUDE ELECTORAL MODERNO; CACIQUE POLÍTICO VIL, CÍNICO, DESPRECIABLE Y ASESINO.
Por: José Luis Jaramillo Vela
Nuestra corrupción, un tema que nadie se atreve a estudiar a fondo
El asunto de la corrupción en México pareciera ser un asunto del gobierno, autoridades y políticos, le aventamos la pelota a esas tres instancias de los tres niveles, y por supuesto que salvo muy honrosas excepciones, ahí rebosa de corrupción en mayor o menor grado, puesto que se manejan los dineros públicos y todos pensamos, decimos y comentamos de tal o cual gobierno, político o instancia corrupta, pero nunca volteamos a vernos a nosotros como ciudadanos y como sociedad, nos creemos y nos vemos como impolutos e incorruptibles, pero tal y como en la política hay honrosas excepciones y terminamos por achacarle la corrupción solamente al gobierno.
La Universidad Autónoma de Aguascalientes en un estudio de Genaro Zalpa Ramírez, titulado “”¿No habrá manera de arreglarnos?. Corrupción y cultura en México”, dice que “los mexicanos somos culturalmente corruptos”; el Gobierno de Baja California en otro miniestudio concluye que “todos los mexicanos somos corruptos por naturaleza”; mientras que la Universidad Panamericana, en un estudio de su Escuela de Economía y Gobierno y la UNAM, en un estudio de Enrique Krauze, profundizan un poco más y se van hasta la época colonial, pero nadie se mete a fondo, quizá por temor a descubrir cosas que no nos van a gustar y que tal vez puedan provocar el enojo y la molestia de “Papá Gobierno”; que nadie lo duda, ahí se genera la mayor parte de la corrupción, además de que el gobierno ha generado a la famosa “clase política”, que ha instaurado un sistema patrimonialista, en el que quienes forman el Estado, lo consideran como un patrimonio personal.
El tema es muy amplio, tan amplio como la corrupción misma y requiere de un muy profundo estudio sociológico, cultural, histórico, antropológico, etnológico, que algún día tocaremos; por lo pronto, aquí solo quise tratarlo como una introducción al personaje de nuestra historia del que vamos a hablar hoy, el General Gonzalo N. Santos.
Los orígenes de tan singular y corrupto personaje
Gonzalo Natividad Santos Rivera, nació el 10 de enero de 1897 en Tampamolón Corona, San Luis Potosí, fue el séptimo de los ocho hijos del matrimonio formado por Pedro Antonio Santos Santos e Isabel Rivera Romero; de los ocho hijos, cinco fueron hombres y tres mujeres; a toda la familia se les conoció como “El Grupo de los Santos” debido a que el padre Don Pedro Antonio siempre tuvo como principal propósito casi obsesivo, ejercer la hegemonía y el cacicazgo en todo el sureste del Estado de San Luis Potosí, en la “caja sur” o Huasteca Potosina como también se le conoce, demarcada de manera natural por el Río Tampaón, desde Tamuín hasta Tampamoche y Tampate, pasando por Tampatz, Tampaxal y Tampomolón, hasta Tambaque, Tampacán y Tamazunchale y toda esa amplia zona del sureste del Estado, encuadrada por los límites con los Estados de Querétaro, Hidalgo, Veracruz y Tamaulipas, en plena huasteca potosina; en ese intento y afán de cacicazgo hegemónico que el padre nunca logró, educó e involucró a todos sus hijos. Aún así, los Santos eran bien conocidos por su posición económica y social, y por los afanes de cacicazgo de Don Pedro Antonio.
En 1910, Gonzalo se une a la Revolución Mexicana, tenía apenas trece años, era un niño; lo jaló su hermano Pedro Antonio de 23 años, que terminaba su carrera de Derecho; aprovechando las conexiones políticas de su padre tanto con Madero como con Carranza, se unen a Francisco I. Madero como seguidores y después como colaboradores; por su corta edad, dependía mucho de las instrucciones que le daba su hermano Pedro Antonio, sin embargo, los ojos del chamaco ya veían los horrores de la guerra y su corazón se fue curtiendo, creando una capa de dureza en su alma, hasta que a Gonzalo no le quedó más remedio que tomar el arma, esa cautivadora y poderosa dama que tanto embelesa al hombre y cuyo escultural, bien torneado y acerado cuerpo cae en sus manos de manera suave y perfecta; aunque esas manos no siempre le sepan dar un buen uso a esa bella dama.
Gonzalo N. Santos en el Carrancismo, comienza a forjar su nombre
Para 1913, con 16 años de edad, Gonzalo decide dejar la tutela de sus hermanos, Samuel, Pedro Antonio, Teodoro y Miguel, los dos primeros ya Generales y los dos últimos Teniente Coronel y Capitán; Gonzalo con 16 años no tenía grado en la revolución, era desde soldado raso, asistente, mensajero y hacía de todo, hasta que empuñó un arma y decidió que ese camino seguiría hasta ser General, político y Gobernador.
Desde luego que en la revolución, todo el mundo sabía quiénes eran “Los Santos”, así que el muchachito Gonzalo se presentó ante el mismísimo General José Venustiano Carranza de la Garza, Jefe del Ejército Constitucionalista, para decirle personalmente que deseaba integrarse a sus filas para pelear contra Victoriano Huerta; Carranza lo recibió y lo atendió, por ser hijo de su amigo Don Pedro Antonio Santos, pensando en qué diablos deseaba tratar un chiquillo de 16 años con él; pero el mozalbete lo sorprendió con argumentaciones políticas, jurídicas y militares, desde luego, aprendidas de sus hermanos; entonces Carranza decide incorporarlo bajo las órdenes de su hermano, el General Jesús Carranza de la Garza, Jefe del Ejército del Noreste.
Se cuenta que cuando el jovencillo Gonzalo Santos llega a Santander (actual Jiménez), Tamaulipas, sede del Ejército Constitucionalista del Noreste, para ponerse a las órdenes del General Jesús Carranza, éste lo recibe con un “¿Cómo estás muchacho?”, la respuesta del mocoso fue: “Como el Alazán Tostado, ¡primero muerto que cansado!”; la respuesta le gustó tanto y causó la gracia no solo del General Jesús Carranza, sino de los Generales Pablo González Garza y Gregorio Osuna, que se encontraban ahí junto con su Estado Mayor; desde ese momento, Gonzalo N. Santos recibió el apodo que llevaría toda su vida: “El Alazán Tostado”.
Durante dos años, Gonzalo Santos pelea bajo las órdenes del General Jesús Carranza, hasta que, en 2015, el General Alfonso Santibáñez, quien era parte de su Estado Mayor, los traiciona y fusila al General Jesús Carranza junto con su Estado Mayor en Xambao, Oaxaca; entonces Venustiano Carranza lo pone bajo las órdenes del General Pablo González Garza y a partir de aquí, Gonzalo Santos comenzó a navegar entre la élite militar de la revolución, gracias a su extraordinario talento político; Santos era un buen militar a secas, pero era mucho mejor político y esa cualidad no pasó desapercibida para ningún general poderoso, ya que la gran mayoría tenía sus ambiciones políticas; aunque fue obteniendo grados militares en la revolución, no se le conocen méritos o batallas, por haber sido utilizado más para misiones de carácter político que militares dentro de la revolución.
Durante los siguientes dos años, de 1915 a 1917, Santos, por instrucciones de Carranza estuvo bajo las órdenes de los generales Samuel Santos, su hermano y del general zacatecano Francisco Murguía, hasta que en 1917 solicita licencia del servicio.
Política, Poder y Dinero
En 1917, Santos solicita licencia para ausentarse de la milicia, el Secretario de Guerra y Marina, General Álvaro Obregón le autoriza su licencia temporal; el motivo era para dedicarse de lleno a la política con el Gobierno Constitucionalista de Carranza, así como encargarse de negocios familiares y emprender negocios propios; se dedicó a labores políticas por encargo de Carranza y Obregón, situación que aprovechó para estrechar lazos políticos con el poderoso grupo de Los Sonorenses, especialmente con los Generales Plutarco Elías Calles, Álvaro Obregón, Ignacio Pesqueira, Ángel Flores, Juan José Ríos, Benjamín Hill y Adolfo de la Huerta entre otros muchos.
A partir de aquí, Gonzalo Santos decide que su destino será la política y los negocios, también retomó las ideas hegemónicas de su padre, quien los educó para ser amos y señores, y no para ser gente común; Santos empieza por darle importancia, interés, personalidad y un aura de misterio a su nombre y comienza a llamarse Gonzalo N. Santos; a algunos les decía que la “N” era por Natividad, a otros les decía que era por Nicanor, a otros les decía que no significaba nada y que era solo para darle importancia a su nombre, generando un poco de misterio alrededor del mismo; pero a todos terminaba diciéndoles: “la “N” es para que NO se te olvide mi nombre”, y dependiendo de la persona que preguntaba, era el tono de la respuesta, si era poderoso lo decía en tono respetuoso, si era una dama lo decía en tono amable, si era un desconocido, le aplicaba un tono más amenazante a su respuesta.
Al finalizar el período armado de la Revolución Mexicana y por mediación del General Álvaro Obregón, Gonzalo N. Santos es ascendido a General Brigadier del Ejército Mexicano, le va muy bien en sus negocios particulares e ingresa de lleno a la política, actividad para la que tenía enormes cualidades y una personalidad desalmada.
La política y sus triquiñuelas electorales
Desde 1917, Gonzalo N. Santos se dedicó, por encargo de Obregón a tejer una red nacional de simpatizantes obregonistas, con el fin de asegurarle el triunfo a Obregón al concluir el período de Carranza; sin embargo, al enterarse el grupo de Los Sonorenses de que Carranza apoyaría al Embajador de México en Washington, el Ing. Ignacio Bonillas Fraijo para sucederlo, el grupo sonorense se distanció de Carranza al considerar como una traición, puesto que estaba pactado que Carranza apoyaría a Obregón; esto derivó en el asesinato de Venustiano Carranza; entonces el joven Gonzalo N. Santos operó políticamente para que Los Sonorenses metieran a Adolfo de la Huerta como Presidente Interino, mientras se armaba el tinglado electoral para que Obregón fuera electo Presidente, y así fue. De esa operación política de Gonzalo N. Santos, surgieron las famosas “redes” que se operan hoy en cada elección. En 1921, a sus 24
años y como premio a sus oficios políticos y “artes” electorales, es “electo” como Diputado Federal, completamente leal a Obregón, sin embargo, Santos no olvidaba que el jefe de Los Sonorenses era el General Plutarco Elías Calles, con quien mantenía una excelente relación.
En 1923, el Presidente de Estados Unidos, Calvin Coolidge se resistía a reconocer al Gobierno del Presidente Álvaro Obregón y dobla a éste para firmar los Tratados de Bucareli; Gonzalo N. Santos, siendo Diputado Federal y por encargo del Presidente Obregón, movilizó a los Diputados para aprobar la firma de dichos acuerdos, para ello, operó exactamente igual a como lo hace hoy Morena, que a cada diputado le hacen llegar una copia de su “expediente” y con eso lo doblan, Santos les hacía llegar una bala como recordatorio de lo que debían hacer y así se firmaron los Tratados de Bucareli, y por fin, Estados Unidos reconoció al Gobierno de Álvaro Obregón. A grosso modo, los Tratados de Bucareli garantizaban los derechos de propiedad sin límite a particulares estadounidenses y a las compañías petroleras gringas. En ese entonces, por primera vez y muy tímidamente, la prensa los mencionó como posibles traidores a la patria a Obregón y Santos.
El Gargaleote y su negra fama
En 1926, Gonzalo N. Santos estaba encumbrado en la política, a cuya sombra hacía grandes negocios, ya era un hombre que tronaba los dedos no solo en el Estado de San Luis Potosí, sino en la vida política Nacional, en donde ya influía en la decisión de los candidatos a gobernadores de los Estados, sus habilidades políticas lo hacían prácticamente indispensable para los jerarcas políticos, aunque él se movía en el ámbito legislativo, bajo cuyo amparo no desaprovechaba ninguna oportunidad de hacerse con grandes negocios.
Para ese entonces, Gonzalo N. Santos ya dirigía desde las sombras, a un ejército de 300 pistoleros y asesinos, encabezados por el Capitán Agustín Ojeda, alias “Mano Negra”, hombre de su máxima confianza; este selecto grupo, operaba en las sombras y se dedicaba a realizar “trabajos especiales”, por encargo de Obregón y Calles y por supuesto, de él mismo.
Ese año de 1926, Gonzalo N. Santos compra en el Municipio de Tamuín, S.L.P. un predio llamado “El Taleón”, a orillas del Río Tampaón; a ese predio lo rebautizó con el nombre de “El Gargaleote” e hizo de él su fortaleza privada y se dedicó a agrandar la propiedad, apoyado en su fiel pistolero “Mano Negra” y su grupo de facinerosos; Santos comenzó a comprar terrenos adyacentes, digamos que al estilo de “o me vendes, o me vendes” y muchos agricultores que se negaron a venderle sus tierras, Santos de manera cínica les decía “dejaré que tu viuda lo decida” y así obligó a mucha gente a venderle, hasta crear un verdadero latifundio, en donde construyó una mansión, albercas, caballerizas, una iglesia y hasta una plaza de toros.
También ahí estaba el famoso “Palo Bonito”, un enorme árbol en el que eran colgados empleados que trataron de sublevarse, así como enemigos políticos; sus cuerpos eran enterrados y algunos aventados en los bosques y selva virgen de la propiedad, porque eso sí, al cacique le gustaba mucho la naturaleza; se dice que mucha gente murió ahí en El Gargaleote.
También en el rancho de El Gargaleote en sus lujosas instalaciones, Gonzalo N. Santos recibía la visita de mujeres del medio artístico con las que sostenía romances, a ellas las llevaba a un lugar llamado “La Casa Grande”; pero no solo eso sucedía en El Gargaleote, el Alazán Tostado era muy amigo del General Abelardo L. Rodríguez, quien ya andaba asociado con Al Capone y la mafia de Nueva York; pues bien, en una apartada sección de sus casi 800 hectáreas, Santos comenzó a sembrar mariguana y amapola y ni quien le dijera nada; se la comercializaban los esbirros de Abelardo L. Rodríguez y él únicamente recibía sus ganancias.
Otra más de El Gargaleote, ésta sí, con todos los agravantes para ser considerado como actos de Traición a la Patria y acusar al Alazán Tostado como Traidor a la Patria; durante varios años, desde antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial y hasta 1944 (un año antes de finalizar), el rancho El Gargaleote fue el centro de reunión del Senador estadounidense por el Estado de Texas, Maurice Maverick, del actor estadounidense Errol Flynn, el propio Gonzalo N. Santos y agentes nazis en México; durante todas esas reuniones se discutían y se operaban los planes de Adolfo Hitler para América Latina y Estados Unidos. Santos, según los planes nazis, se encargaría de asegurarse de que las principales ciudades de Estados Unidos estuvieran inundadas de drogas.
El P.N.R., la fábrica de políticos
En 1927, el Diputado Gonzalo N. Santos, por encargo de Obregón “convenció” a los diputados para modificar la Constitución y permitir que Obregón pudiera ser electo otra vez como Presidente, pero cometieron un grave error: el Presidente, General Plutarco Elías Calles desconocía por completo el asunto, lo hicieron a sus espaldas y eso enfureció a Calles; el asunto derivó en el asesinato de Obregón, que a final de cuentas la vox populi terminó por achacárselo a Calles; se dice que Gonzalo N. Santos se salvó solo porque era realmente necesario e indispensable para los intereses políticos del grupo de Los Sonorenses. Aún así, Obregón alcanzó a ser candidato y ganar las elecciones.
Ya con Obregón ausente, en 1928 Calles se decide, barre con todos los obregonistas en el poder, termina con el obregonismo por completo y decide fundar su propio partido, para garantizar larga vida a su proyecto político; entonces reúne a seis personajes de la vida política nacional: Gonzalo N. Santos, Emilio Portes Gil, José Manuel Puig Casauranc, Aarón Sáenz Garza, Luis L. León y el mismo Plutarco Elías Calles y el 4 de marzo de 1929 fundan el P.N.R. (Partido Nacional Revolucionario), que años más tarde cambió a P.R.M. (partido de la Revolución Mexicana) y finalmente terminó llamándose P.R.I. (Partido Revolucionario Institucional).
Gonzalo N. Santos como fundador, obtuvo la membresía número 6 y su función era encargarse de lo electoral, con la consigna de que el PNR se convirtiera en una verdadera aplanadora; esto motivó que Santos pusiera a funcionar su ingenio para idear la forma de obtener votos; así fue desarrollando diversos métodos, que todos en su conjunto forman el compendio de triquiñuelas que todos, absolutamente todos los partidos políticos ponen en práctica en cada elección. Gonzalo N. Santos tiene el “honor” de ser el padre del fraude electoral post revolucionario en México.
El fraude electoral, la especialidad de la casa
Recordemos que ya desde 1920, Gonzalo N. Santos operó para instalar a Adolfo de la Huerta Marcor como Presidente Interino de México, unos meses más tarde se convoca a elecciones y de nuevo Santos opera para llevar a Obregón a la Presidencia; además operó para sacar adelante todas las gubernaturas en ese período de 1920 – 1929; así es que con todos esos antecedentes y conocimientos en la magia de la alquimia electoral, ahora Gonzalo N. Santos se hacía imprescindible para los objetivos de Calles, quien ya con un partido que lo respaldara, necesitaba que esa maquinaria operara de tal modo que a la ciudadanía no le quedara la menor duda de que el PNR era una verdadera y avasalladora opción política, de esa manera tendría asegurada la supervivencia de su partido, de sus proyectos y de sus candidatos.
En 1928 termina el período presidencial de Plutarco Elías Calles y se convoca a elecciones; el PNR lanza como su candidato al General Álvaro Obregón, quien no era el candidato de Calles, pero éste lo lanzó para no dar la apariencia de ruptura interna, sin embargo, Obregón es asesinado antes de asumir por segunda ocasión la Presidencia. Aquí aparece de nuevo Gonzalo N. Santos, quien hacía unos meses había operado para sacar adelante a Obregón y ahora debía operar para que Calles pudiera imponer como Presidente Interino al abogado y diplomático Emilio Cándido
Portes Gil, un hombre muy serio y con muy buena reputación y fama pública; Portes Gil debía convocar y organizar a elecciones presidenciales para 1929.
Para las elecciones de 1929, Calles y el PNR lanzan como candidato al Coronel Ingeniero Topógrafo Militar Pascual Ortiz Rubio y desde luego que Gonzalo N. Santos, el temible Alazán Tostado ya preparaba y aceitaba la maquinaria electoral, aunque todo parecía indicar que Ortiz Rubio no tendría ningún problema para derrotar al General Pedro Rodríguez Triana, candidato del PCM (Partido Comunista Mexicano), cuando de la manera más inesperada, el PNA (Partido Nacional Antirreeleccionista) lanza como su candidato nada menos que al Rector de la UNAM José Vasconcelos Calderón, con lo que el proceso electoral dio un giro completo.
El fraude se consumó y lo que parecía iba ser una elección cerrada, terminó con un aplastante triunfo del PNR; Vasconcelos gritó el fraude a los cuatro vientos, pero Gonzalo N. Santos le mandó un claro mensaje: ordenó matar al jefe de campaña de Vasconcelos y le envió un papal que decía: “Un pinche muerto más o menos no me va a quitar el sueño” y éste no tuvo más remedio que huir del país y autoexiliarse en Estados Unidos.
Pascual Ortiz Rubio asumió la Presidencia pero solo duró dos años, comenzó a fastidiarse de las autoritarias intervenciones de Calles en su gobierno y luego sufrió un atentado que le dejó un rozón de bala en una mejilla y renunció; Calles se aprestaba para poner a Alberto J. Pani como Presidente Interino, pero Gonzalo N. Santos se le adelantó y le volteó al Congreso para designar al General Abelardo L. Rodríguez como Presidente Interino; Santos sabía que esto podría traer consecuencias con Calles y aún así, en 1934, Santos contra la voluntad de Calles sacó como candidato al General Lázaro Cárdenas y operó las elecciones; previendo un encontronazo Cárdenas – Calles, le pide al Presidente Abelardo L. Rodríguez lo nombre Embajador en Bélgica y de esa manera se autoexilió de México, antes de que Cárdenas lo hiciera y también puso tierra de por medio de Calles, por lo que pudiera ocurrírsele.
En 1938, Cárdenas accede a que regrese Gonzalo N. Santos de Europa, el panorama para les elecciones del año siguiente era de grises nubarrones para el partido gobernante, el proyecto de tintes comunistas de Cárdenas no había dejado muy contento al pueblo mexicano y se preveía una derrota oficial, por lo que se requerían los oficios, la experiencia y tompiates que solo Gonzalo N. Santos tenía para estas batallas electorales. El reto era, por principio de cuentas, operar para sacar como candidato a su compadre, el General Manuel Ávila Camacho y después hacerlo ganador.
El Partido Revolucionario de Unificación Nacional (P.R.U.N.), lanzó al carismático y popular General Juan Isidro Andreu Almazán, quien se desempeñaba como Jefe de Operaciones Militares en el Estado de Nuevo León, pero quien también tenía manchas muy oscuras en su pasado, sobre todo cuando se unió a la banda del General Higinio Aguilar.. Las elecciones fueron a balazo limpio, los pistoleros de Santos, encabezados por el Capitán Ojeda, el “Mano Negra”, asaltaron cientos de casillas a punta de pistola, llevándose boletas, urnas y listados electorales. Fueron las elecciones más violentas en la historia de nuestro país
Gobernador de San Luis Potosí y el incidente Cantinflas, ahí está el detalle.
Ya con su compadre Ávila Camacho como Presidente de la República (quien por cierto fue un buen presidente), éste lo hace Gobernador de su tierra, San Luis Potosí y aquí hay dos facetas, la primera es que realmente fue un buen gobernador en el sentido de que detonó el sector industrial potosino, creó miles de fuentes de trabajo, modernizó al Éstado, terminó obras inconclusas de otros gobernadores y él mismo hizo mucha obra pública en materia de hospitales. presas, plazas públicas y embellecimiento urbano.
Por otro lado fue un señor de horca y cuchillo, cacique de caciques que incluso se atrevía a intervenir en otros Estados; la ley y la justicia eran él y sus dictados, no había ningún asunto en San Luis Potosí que el no supiera, conociera, autorizara u ordenara; él decidía las penas para los delincuentes, muchos de los cuales ordenó ejecutar, debido a eso había mucho orden y mucha tranquilidad en el Estado.
En 1948, el actor Mario Moreno “Cantinflas” compró un rancho y construyó una preciosa hacienda estilo español, a la que llamó “Ahí está el Detalle”, como el rancho estaba en el Municipio de Tamcanhuitz, en la mera región de los dominios de Gonzalo N. Santos, un buen día se presenta el señor gobernador para conocer tan hermosa propiedad y vió unos caballos muy finos, entonces el General le dice a Cantinflas que le juega “unas carreritas, uno de sus caballos contra uno de los míos”, Cantinflas no quería, pero aceptó por darle gusto al Gobernador Santos.
La dichosa carrera se celebró y al estilo del moro de Cumpas, “vino gente de ‘onde quiera”, había un gentío para ver la carrera; el jinete de Cantinflas le ganó al jinete de Santos; al perder la carrera, Santos, enojado le exige a Cantinflas que desea la revancha y ahí, delante de toda la multitud, Cantinflas le dice “No señor, no hay revancha”, responde Santos “Y, ¿por qué chingados no?”, y Cantinflas vuelve a responder “pues porque la revancha no quedó pactada en el trato, así es que ¿cómo la vé?”; Santos se retira derrotado y humillado públicamente y en sus dominios. Se dice que al día siguiente, el Mano Negra, jefe de pistoleros de Santos le llevó a Cantinflas un sobre con una bala y el mensaje de que se largara de territorio potosino; Cantinflas puso a la venta la propiedad y no regresó nunca.
Y para que no quedara ninguna duda de quien tronaba los dedos en territorio potosino, Gonzalo N. Santos cambió la Capital del Estado, de San Luis a su natal Tampamolón, hasta donde se tuvieron que reubicar los tres Poderes del Estado, ahh, pero falta la cereza del pastel, construyó una carretera de 70 kms desde Tampamolón hasta Tamuín, debido a que declaró a su rancho El Gargaleote como Residencia Oficial de Gobierno.
La muerte del Alazán Tostado
Después de terminar su mandato como gobernador, Gonzalo N. Santos siguió gobernando de facto, ya que todos sus sucesores eran escogidos por él y funcionaban como sus títeres, pero las constantes y arbitrarias intervenciones de Santos, más los frecuentes asesinatos y desapariciones de enemigos, así como las constantes quejas de los gobernadores en turno ante la Secretaría de Gobernación y la Presidencia de la República, fueron desgastando la relación con el poder, aunado a las nuevas generaciones de políticos, hasta que a mediados de 1978, el Presidente José López Portillo, cansado de las quejas contra Gonzalo N. Santos decide expropiarle el Rancho El Gargaleote y todas sus propiedades.
Esto provocó que el cacique muriera tres meses más tarde, el 17 de octubre de 1978 en la Ciudad de México.
Datos y frases célebres de Gonzalo N. Santos
+ Frases: “La moral es un árbol que, o da moras o sirve pa’una chingada” ; “No me gustan los bandidos, porque para bandidos me basta conmigo y mi gente” ; “Indio, gachupín o gringo, al que se me atraviese, me lo chingo” ; “Ladrón que roba a bandido, ¡merece ser ascendido!” ; “Dejaré que tu viuda decida si me vende” ; “Yo como el alazán tostado, primero muerto que cansado” ; “Un pinche muerto más o un pinche muerto menos, no me va a quitar el sueño” ; “Donde vota el Presidente, no debe de haber contrarios” ; “Aunque los votantes no vayan a las casillas, las urnas sí deben estar repletas de votos” ; “Los muertitos, ellos también votan, son ciudadanos” ; “A mis enemigos los dejo que escojan su “ierro”: encierro, destierro o entierro” ; “Doy gracias a Dios por haberme hecho mexicano sin merecerlo”. Sin duda toda una joyita el General Santos.
+ Algunos datos sueltos
+ El Gargaleote es una palabra que no aparece en los diccionarios, pero que puede ser un término en desuso que Gonzalo N. Santos describía como “soldado de fortuna” o mercenario; Santos a su grupo de pistoleros, a los que por increíble que parezca, les tenía mucho afecto, los nombraba como “mis gargaleotes”, por lo que también puede ser descrito como “pistolero o matón a sueldo”.
+ Gonzalo N. Santos se casó dos veces y tuvo un hijo con cada esposa; de ellas, poco o nada se sabe, posiblemente era tanto el terror que les inspiraba que no se atrevían a figurar; el caso es que de su matrimonio con una estadounidense, nació Gastón Santos Pue, famoso rejoneador y actor del cine nacional; el punto es este, para suceder al General Manuel Ávila Camacho en la Presidencia de la República, comenzó a sonar muy fuerte el nombre de Gonzalo N. Santos, pero su esposa estadounidense, tuvo un amorío con un joven estudiante mexicano, quien en un torpe y estúpido alarde de machismo y supuesta “hombría”, comentó el asunto; el inexperto y torpe joven fue ametrallado en las calles de la Ciudad de México por el Mano Negra y su gente. Ahí se le fue al Alazán Tostado su oportunidad de haber sido presidente.
+ Al Capitán Agustín Ojeda, jefe de pistoleros de Santos, le apodaban Mano Negra porque una de sus manos la había perdido y usaba una prótesis de madera, cubierta por un guante negro.
+ Como Gobernador potosino, llegó a contar con un estado de fuerza de doce mil hombres armados.
+ Los Servicios de inteligencia del Estado Mexicano espiaron a Gonzalo N. Santos por más de 50 años, le sabían todo y nunca se le hizo nada; ese era el poder que tenía y el terror que inspiraba.
+ El Archivo General de la Nación tiene toda la información de Gonzalo N. Santos y nunca ha dado a conocer no más de lo que ellos han querido, a pesar de los portales de transparencia.
+ La extinta Dirección Federal de Seguridad consideró a Gonzalo N. Santos como el fundador del primer cártel de drogas mexicano.
+ La Secretaría de la Defensa Nacional nunca le reconoció a Gonzalo N. Santos el grado de General Brigadier que ampulosamente ostentaba, primero porque no existe tal documento en la Sedena y además en su hoja de servicio solo consta que peleó en dos batallas y no en las decenas de batallas que él aseguraba. Por su comportamiento, la Sedena lo consideraba una deshonra y una vergüenza para el Ejército Mexicano; además, nunca siguió los protocolos para el uso y porte del uniforme, por lo que le fue retirado.
+ En 1978, cuando López Portillo expropió los ranchos de Gonzalo N. Santos y que posiblemente haya sido motivo de los intensos corajes que provocaron su muerte, su hijo Gastón Santos Pue le dijo públicamente al Presidente López Portillo: “Agarraste a mi tigre ya viejo y muy escopeteado, solo así pudiste con él”. De manera instantánea se cerraron todas las puertas a Gastón y su carrera artística y de tauromaquia se acabaron de inmediato. Se decía que su hijo Gastón Santos Pue, era igual que su padre, pero en un tiempo muy diferente.
+ En el libro Gonzalo N. Santos, Memorias. Una vida azarosa, novelesca y tormentosa, el cacique se sincera y narra todas las tropelías e infamias que cometió; es un libro de mil páginas (imagínese nomás), muy difícil, casi imposible de
conseguir.
Referencias Bibliográficas:
+ laverdadjuarez.com
+ latitudmegalopolis.com
+ sanluispotosi.quadratin.com.mx
+ labrecha.me
+ elsemanario.com
+ historiografiamexicana.com
+ diccionariousual-poder-judicial.gob.cr
+ planoinformativo.com
+ uaslp/archivo histórico
+ cultura.gob.mx
+ Facebook.com
+ dof.gob.mx
+ memoricamexico.gob.mx
+ tiktok.com
+ cndh.org.mx
+ politicaygobierno.cide.edu
+ expreso.press
+ books.openedition.org
+ es.wikipedia.org