Por: José Luis Jaramillo Vela
Los orígenes de “La Bestia”.
Rodolfo Fierro Fierro conocido como «El Carnicero» o «La Bestia Hermosa», un extraordinario y singular personaje de la Revolución Mexicana, nació en 1880 en Charay, Mpio. El Fuerte, Sinaloa, hijo del mestizo Víctor Félix y de Rosa Castro, ella, una india Tehueca de raza pura; pues según se dice, era tanto el acoso que el tal Víctor le prodigaba a la Rosita Castro, que no se sabe si Rodolfo fué producto de un amorío entre ambos o producto de una violación. El caso es que al nacer el niño, la madre, Rosa Castro se dice que en ningún momento mostró algún signo de alegría ni sentimiento de amor por el bebé, al contrario, lo abandonó a los quince días de nacido, dejándolo en la casa de sus patrones; del padre, ni que decir, el tal Víctor Félix huyó desde el embarazo.
Ante tal situación, sus patrones Gumersindo Fierro y doña Venancia Fierro de Fierro (quien lo alimentó de pecho hasta los cinco años), con gusto lo adoptaron como su octavo hijo, lo bautizaron y le dieron sus apellidos; todos los hermanos lo veían igual que ellos porque lo vieron nacer, salvo que los rasgos físicos eran muy notorios, Rodolfo nació «indiado» y muy moreno. Su infancia fué feliz, no le faltó nada, Don Gumersindo Fierro no era un hombre rico, pero le iba bien con su haciendita y a su familia nunca le faltó nada. Rodolfo hizo la escuela primaria en su natal Charay; por aquellos años, la hermana mayor, Venancia se había casado con don Patricio Robles, un rico hacendado de Ahome y éste había fundado una escuela y había traído un profesor brasileño que daba muy bien las clases, entonces la familia decide mandarlo con la hermana mayor para que siga estudiando; al terminar la secundaria, su cuñado don Patricio Robles le cede una parcela para que la vaya trabajando y empieza a ganar su propio dinero; ya para entonces, Rodolfo era un joven muy carismático, amable, atento y bien educado, poseía una personalidad fuerte pero atraía a las personas, además según la historia, no era propenso ni a gritar ni a decir groserías, aunque se le adivinaba una fuerte personalidad.
El joven Rodolfo, se despide y levanta su propio vuelo.
Al morir sus padres adoptivos, Don Gumersindo y Doña Venancia, el joven Rodolfo ya no siente nada que lo ate a la región, se despide cariñosamente de cada uno de sus hermanos y de su cuñado Don Patricio y se marcha a Cananea, Sonora, al mineral que tanta riqueza estaba produciendo; mientras, su hermana mayor, Venancia se queda preocupada porque Rodolfo comenzaba a tener gusto por las armas, además empezaba a beber demasiado (que a la postre le acarreo el alcoholismo), encima estaban sus deseos de la infancia de querer ser militar y general, todo eso dejó muy mortificada a su hermana Venancia. En Cananea ingresa al servicio de vigilancia de la empresa minera, ahí trabajaba sus turnos, se iba a la cantina hacia amigos y amigas ya que eso se le daba muy bien porque era muy sociable; un buen día se da cuenta de que Cananea no lo iba a hacer rico y en 1905, con sus ahorros decide irse a Hermosillo; es justo mencionar que en Cananea tuvo la oportunidad de hacer carrera y riqueza como criminal pero no le atrajo ese mundo, al parecer, Rodolfo traía muy buenas bases morales y familiares.
Una vez instalado en Hermosillo, conoce al rico e influyente comerciante don José María Paredes, y se hicieron amigos, gracias al natural encanto y a lo sociable de Rodolfo; ahí Fierro se propuso seguir la carrera de las armas y le pide al señor Paredes lo recomiende con el General Luis Medina Barrón, jefe de las tropas estatales de Sonora, quién lo admite y lo comisiona a la oficina de la Sección Administrativa del Cuerpo de Guardias Rurales de Sonora; ahí Fierro demuestra una extrema lealtad al General, quién le encarga comisiones privadas que requieren de mucha discreción y talento, hasta que logra que le den su caballo, uniformes y armas, ahora es todo un Guardia Rural de Sonora, aunque soldado raso.
La mejor versión de Rodolfo Fierro.
Entonces conoce a quien sería el único y más grande amor de su vida, a Luz, hija de don Pedro Dessens, acaudalado empresario y perteneciente a la más alta sociedad hermosillense, la diferencia social lo cohíbe y le impide declararle su amor a Luz, quien en secreto le correspondía, pero ella esperaba la declaración amorosa del joven Rodolfo; el General Medina Barrón le da una ayudadita, ascendiéndolo a Teniente y le aconseja que no tenga ningún temor en declararle su amor a la joven. Después de un tiempo de noviazgo, Rodolfo logra casarse con Luz Dessens a pesar de la oposición de la familia de ella, más, dadas su natural simpatía y su educación, terminan por aceptarlo en la familia; Rodolfo renuncia a la milicia y trabaja en los negocios de su suegro, aunque sus instintos de libertad le decían que ese no era su destino.
Fué el Rodolfo Fierro más feliz, enamorado y excelente esposo, el amor que tenía por su esposa lo sacó de los bares, tugurios y burdeles que acostumbraba visitar y donde era ampliamente conocido; la vida le sonreía a plenitud, hasta que viene la tragedia, su esposa Luz Dessens muere al dar a luz a su primera y
única hija; Fierro quedó inconsolable y se volcó en darle todo su amor a su hijita; pero a los cuatro meses la niñita enferma y muere, esto fué como una estocada para Fierro, su amada esposa y su querida hijita habían muerto, ahora estaba sólo, completamente sólo. A partir de aquí Fierro ya era otro, está desgracia lo transformó por completo; aunque su suegro le apoyó para establecer un negocio, mismo que fracasó.
Entonces el Fierro se tornó duro y frío como el acero.
Aquí se ve a un Rodolfo Fierro ya muy cambiado, un Fierro que aquellos quienes le conocían sabían que no era el mismo, aunque conservara su encanto y su simpatía natural. Era un Fierro enojado y molesto con la vida; entonces se enrola en los Ferrocarriles, iniciando como garrotero dónde se destacó por su agresividad y dureza en contra de los polizontes y los ladrones de carga, ascendiendo hasta maquinista, el máximo escalafón en la jerarquía ferrocarrilera, la mejor pagada y los mayores beneficios; ahí en el riel, conoció al General Tomás Urbina en Guadalajara, quién lo invita a unirse a la Revolución con Pancho Villa, Fierro se ve tentado, pero no se decide.
En otro viaje de Torreón a Ciudad Juárez, vuelve a coincidir con el General Tomás Urbina quien venía de haber tomado Durango; le dice a Fierro que él y su tropa van a desembarcar en Ciudad Jiménez porque ahí lo está esperando el general Villa; entonces ahora sí, sin pensarlo, Fierro le dice a Urbina que quiere acompañarlo con Villa porque quiere entrar a la Revolución y su sueño es ser General. Y Urbina lo lleva ante Villa.
Rodolfo Fierro entra a la Revolución, nadie se imaginaba el monstruo que estaba en ciernes.
Ahí en Ciudad Jiménez, el General Tomás Urbina lleva a Rodolfo Fierro ante la presencia del General Francisco Villa, quién lo escanea con la mirada y le pregunta si sabe leer, escribir y hacer cuentas, Fierro le responde que sí, que terminó la secundaria, Villa le dice entonces que a la División del Norte le urge un pagador y que ahora será él; Fierro contesta que muchas gracias, pero que él prefiere estar en el campo de batalla; como resorte Villa se levanta de su sillón y le receta un seco, duro y sonoro «usted muchachito, va a estar donde le ordene su superior, porque ahí es donde lo necesita la revolución»…..y fué pagador.
Estando ya Rodolfo Fierro como pagador de la División del Norte, Villa notó la diferencia, no se perdía un solo peso, no se inflaban cuentas, no había nóminas falsas, en fin empezó a notar la lealtad y la honradez de Fierro. El 15 de noviembre de 1913 Villa se preparaba para sacar a Pascual Orozco de Juárez y detener el avance de las tropas de Victoriano Huerta desde Chihuahua en apoyo de Orozco, Villa necesitaba tiempo para planear toda la estrategia y le ordena a Fierro: “usted muchachito, que sabe mucho de trenes, coja un tren para subir la artillería”; en cuestión de minutos, ya estaba dispuesto el tren y
cargada toda la artillería, ésto asombró a Villa, la rapidez y la forma de cargar un tren, entonces lo nombra Jefe de Guías; el 23 de noviembre, Villa que pretende tomar Ciudad Juárez y Chihuahua, está en medio de las dos ciudades, con Pascual Orozco avanzando desde Juárez y las tropas de Huerta desde Chihuahua para arrinconarlo a medio camino; Villa manda traer a Fierro y le dice: “necesito de un valiente ferrocarrilero que me dé un solo día más de tiempo para terminar de planear que hacer con Orozco y con los Huertistas”; Fierro le dice que necesita un tren y una pequeña escolta y se va hasta Samalayuca donde ya venía la columna de Orozco, le prende fuego al tren y lo envía solo a máxima velocidad, estrellándose con el tren de Orozco, logrando lo que quería, destrozar la vía para detener el avance y darle a Villa el tiempo que necesitaba; por supuesto, Villa queda otra vez impresionado; el 29 de noviembre en Samalayuca se juntan las tropas de Orozco y Huerta, pero de Villa nada, ni sus luces, cuando de repente surge el ataque y la feroz batalla, que dejó un saldo de 300 orozquistas y 200 huertistas prisioneros de guerra.
El ascenso a General y el inicio de la Leyenda Negra.
En esa misma batalla de Samalayuca, una pequeña tropa de orozquistas había logrado encender una locomotora y la echaron en reversa hacia Ciudad Juárez para escapar, Villa se da cuenta y dice «hago general al que la alcance y la detenga», de inmediato varios salieron en pos de la locomotora, el que la alcanzó, la detuvo y mató a los dos maquinistas fué Rodolfo Fierro, causando aún más asombro en Villa, quién cumpliendo su palabra, lo hizo General de inmediato y ahí mismo; y Villa quedó convencido de la lealtad y la valía de éste Rodolfo Fierro para su causa.
De los prisioneros, a los 200 huertistas se les dió la opción de sumarse a Villa o ser fusilados; a los 300 orozquistas Villa le ordenó al ya General Rodolfo Fierro que los mandara fusilar a todos, pero lo que hizo fué que con tres pistolas y un ayudante para recargarlas, dejó ir saliendo de diez cada vez diciendo que el que salvara la barda era libre, así fue como mató y cazó a todos los prisioneros orozquistas, con excepción de uno solo que logró brincar la barda y le respetó la vida; la tropa estaba atónita por lo presenciado, se cuenta que Villa al enterarse no podía creerlo, le tomó toda una tarde a Fierro asesinar a trescientos prisioneros, ganándose ahí el mote de «El Carnicero».
Si bien es cierto que su presencia revitalizó a la División del Norte, también la hizo sumamente temida, en todos los frentes de batalla de la Revolución en el país, ya se tenían noticias de lo sanguinario que era “El Carnicero” de la División del Norte; Pancho Villa llegó a la conclusión de que los enemigos les temían no por él, sino por Fierro; quien incluso asesinó a sangre fría a su mentor el General Tomás Urbina al quedar herido en una batalla en la cuál se comprobó que Urbina había recibido dinero para entregar la plaza, Villa ante la exigencia de sus Generales de fusilarlo, lo envía al hospital para ser curado, pero en el camino Fierro los alcanza y lo asesina de un tiro en la cabeza diciendo «la traición no cabe en las filas del General Villa»; días después en circunstancias no muy claras, Rodolfo Fierro asesinó a un guardia de la
tropa del General Eugenio Aguirre Benavides, lo que terminó de enemistar al Estado Mayor de Villa con Fierro, porque una cosa es la guerra y otra cosa es matar gente.
Varios Generales de Villa ya estaban hartos de los asesinatos de Fierro, si no era asesinando a los ricos que no aportaban donativos, era asesinando por gusto a prisioneros de guerra o hasta gente inocente, como el matar a un ciudadano solo porque había apostado si caía para atrás o hacia adelante después del disparo. Incluso el mismo Fierro inducía o convencía a Villa para fusilar gente, sabiendo que se lo iban a encargar a él, como el del magnate inglés William Benton, propietario de la Hacienda de Santa Gertrudis, Chihuahua, a quien Villa le expropió la Hacienda aunque se la pagó bien, Benton no deseaba vender y en un hotel de Ciudad Juárez, Benton le reclama a Villa que le regrese su hacienda, Fierro lo somete y se lo lleva prisionero, Villa duda de fusilarlo pero Fierro lo convence, más no lo fusilan, lo asesina, este hecho provocó el reclamo airado de Inglaterra y de Estados Unidos, por lo que Villa se vió obligado a desenterrar el cadáver de Benton y fusilarlo para demostrar que sí lo había fusilado; después con la intervención de Venustiano Carranza se arregla el asunto por vía diplomática.
“La Bestia Hermosa”, terror de los zapatistas
A estas alturas Rodolfo Fierro ya era muy temido por todos los que andaban en la Revolución; el periodista británico Patrick O’Hea, lo bautizo como la «Bestia Hermosa» debido a sus gestos civilizados, sus buenas maneras y su voz tranquila, «pero yo sé que es el mal en persona» decía el periodista. El 5 de diciembre de 1914 los ejércitos de Villa y Zapata hicieron entrada triunfal a la Ciudad de México, se comenta por versiones históricas que en la foto de Palacio Nacional, Emiliano Zapata nunca se sintió cómodo con la presencia de Fierro y trató en todo momento que no se le fotografiara cerca de Fierro; así mismo se dice que las filas zapatistas le rehuían y se apartaban a su paso y el mismo Fierro disfrutaba del terror que causaba y el respeto que infundía; también era cosa muy sabida del pavor disfrazado de respeto que Álvaro Obregón le tenía.
No se le conoció ninguna indiscreción y ninguna deslealtad hacia Pancho Villa, por el contrario, era un tipo de una lealtad indiscutible, que adquirió el gusto por matar. Para 1915 Pancho Villa y la División del Norte preparaban el ataque a Agua Prieta y a Hermosillo, pensaban bajar hacia Sinaloa para tomar Culiacán, pero los generales sonorenses Álvaro Obregón, Plutarco Elías Calles y Benjamín Hill, que tenían fama los tres de ser muy astutos, pero también muy traicioneros, desplegaron su inteligencia y ya conocían los planes de Villa, Plutarco Elías Calles y Obregón ya lo esperaba en Agua Prieta, con apoyo de Estados Unidos; en Hermosillo ya lo esperaba el General Benjamín Hill y el General Manuel M. Diéguez y al norte de Sinaloa ya lo esperaba el General Ángel Flores.
Mientras, en Casas Grandes Villa esperaba a Fierro y su gente para partir hacia Agua Prieta, pero nunca llegó, se ahogó en la laguna de Casas Grandes, su caballo logró salir pero él no; cuentan que fué la
primera y única vez que vieron llorar a Pancho Villa, quien ordenó trasladarlo a Ciudad Juárez para la autopsia porque quería conocer con certeza de que murió y después a Chihuahua para velarlo y sepultarlo; Villa le encargó todo esto a su esposa Luz Corral, mientras que él se iba hacia Agua Prieta, dónde el destino le tenía una mala sorpresa, ahí iniciaría su ocaso que lo llevaría de vuelta al bandidaje y sin Fierro. Algunos historiadores han tratado de buscar entender qué hizo que éste personaje aparentemente normal, llegara a convertirse en un desalmado asesino, muchos concluyen que tal vez desde la concepción, el abandono, la muerte de su esposa y su hija, todo eso pudo haber desencadenado a la bestia; nunca tuvo ni amó a otra mujer más que a Luz Dessens, incluso se dice que no es verdad las supuestas violaciones que le imputan, pero en fin, la Revolución es la guerra y aunque se persiguen fines superiores, en la guerra pasan estás cosas y están este tipo de personajes, que los comentamos no para defenderlos, sino para ubicarlos en su contexto histórico… son cosas de la guerra.
e-mail: jaramillovela@hotmail.com
Fuentes Bibliográficas:
• México Desconocido
• La Verdad de Juárez
• Wikipedia
• Centauro del Norte
• La Bestia Hermosa/Ernesto Gámez