Por: José Luis Jaramillo Vela
Como siempre, primero los antecedentes…
Una vez que concluyó la etapa armada de la Revolución Mexicana, después de tanta sangre derramada, se establece un gobierno ya con características democráticas; si bien todavía existían heridas abiertas por los años de lucha armada, aún y cuando había muchos resabios y diferencias, cuando menos ya se perfilaba una luz en el horizonte de nuestro país. A través de los años nuestro territorio fué objeto de la conquista e invasión española y los abusos de la época colonial, sufrimos dos invasiones por parte de Francia y tres por parte de Estados Unidos; de tal manera que al establecerse el Nuevo Estado Mexicano, la política exterior de México se ha basado y regido por tres principios fundamentales: “La autodeterminación de los pueblos; la no intervención; la solución pacífica de las controversias y/o conflictos”, doctrina a la que los gobiernos mexicanos se han apegado y que ha dado fama a nuestra política exterior, ganándose el respeto internacional.
Desde entonces, México ha establecido una clara política de no intervención en los asuntos de países extranjeros, pero tampoco es ajeno ni se sustrae a los abusos que otros países puedan cometer. Como
clara muestra de ello fué en 1935, cuando México se sumó a los bloqueos que la Liga de las Naciones (precursor de la ONU) le impuso a Italia por la invasión, anexión y las brutalidades cometidas en Etiopía; en 1938, México eleva una enérgica protesta en contra de la Alemania Nazi por la invasión y anexión de Austria, en este acto, México fué solo, no recibió apoyo ni de Estados Unidos, ni de Francia ni del Reino Unido, ni de ningún otro país.
En ese mismo año de 1939, el Gobierno Mexicano advierte al mundo y condena el avance del fascismo como forma de gobierno en Alemania con Adolfo Hitler, en Italia con Benito Mussolini, en Japón con el Emperador Hirohito y en España con Francisco Franco; el 17 de junio de 1939, ante las atrocidades del dictador español Francisco Franco, el Gobierno Mexicano retira su embajada de territorio español, dejando sus asuntos diplomáticos y los intereses de México en España, en manos de la Embajada de Cuba, que todavía no era comunista, abriendo las puertas del país a exiliados españoles que venían huyendo de los horrores de la guerra civil española y del franquismo.
Por si fuera poco, en ese momento el Reino Unido había roto relaciones diplomáticas con México, debido a la expropiación petrolera decretada por el Presidente Lázaro Cárdenas, que había afectado seriamente a los intereses británicos en México; al mismo tiempo Estados Unidos mantenía un bloqueo económico sobre México por esos mismos motivos; para rematar, la Unión Soviética había retirado su Embajada como protesta por el asilo político que México le había brindado al disidente ruso León Trotsky. En fin, a pesar de todos esos inconvenientes diplomáticos, México seguía fiel a sus principios en política exterior, pero dejaba sentir su voz y su presencia ante los abusos de otros países.
El 1 de septiembre de 1939, la Alemania Nazi invade a Polonia, desatando el inicio de la Segunda Guerra Mundial; el Presidente Lázaro Cárdenas manifiesta la neutralidad de México en el conflicto, pero eleva su más enérgica condena a nivel internacional por la agresión de Alemania y la Unión Soviética a países democráticos. Al estallar la Segunda Guerra Mundial, estaba muy clara la alianza entre Alemania, Italia y Japón, denominándose La Alianza de las Potencias del Eje, en ese momento, Estados Unidos no estaba en la guerra y el Presidente Franklin Roosevelt los rebautizó como “El Eje del Mal”, situación que a punto estuvo de meter a Estados Unidos en la guerra en ese momento; después entraría, pero por otras circunstancias.
El 1 de diciembre de 1940 asume la Presidencia de México el General Manuel Ávila Camacho, apodado “El Presidente Caballero” y ante la eventualidad de la guerra, declara y reafirma al mundo la neutralidad de México en la guerra, advirtiendo que “la neutralidad no es garantía de paz ni salvación”; los países entendieron este mensaje en el sentido de que México es neutral y pacífico, pero si nos agreden respondemos, sin embargo, las Potencias del Eje (Alemania, Italia y Japón), lo entendieron al revés, como una bravata del Gobierno Mexicano y acusaron a México de ejercer una neutralidad simulada, originando una campaña de acusaciones en contra de nuestro país por parte de las Potencias del Eje.
En abril de 1941 el Presidente Manuel Ávila Camacho, cansado de las agresiones verbales de dichas potencias, ordena la incautación de dos buques alemanes y uno italiano que se abastecían de víveres y mercancías en los puertos de Veracruz y Tampico, decretando la prohibición de entrada a puertos mexicanos de buques pertenecientes a las Potencias del Eje; con esta decisión, el gobierno estadounidense retiró de inmediato el bloqueo comercial y económico a México. En diciembre de 1941, Japón ataca la base estadounidense de Pearl Harbor en Hawái y el Gobierno Mexicano, de acuerdo al “Protocolo de Paz, Amistad y Límites Internacionales”, que se había firmado en Río de Janeiro, rompe relaciones diplomáticas con Japón e interrumpe todo tipo de intercambio comercial con Alemania, Italia y Japón; esta decisión de Ávila Camacho, provocó también el rompimiento de relaciones diplomáticas con Alemania, pero como efecto inmediato, Inglaterra y el Reino Unido restablecen de nuevo relaciones con México.
La furia del Führer…
En esa época, el tráfico naval en el Golfo de México era intenso, debido al tránsito comercial y a los buques petroleros mexicanos y estadounidenses que transportaban el petróleo que México le vendía a Estados Unidos; entonces al Führer Adolfo Hitler no le pareció que nuestro país abasteciera de petróleo a los estadounidenses y envió una flota de submarinos U-Boot al Golfo de México con el pretexto de vigilar los movimientos de dichos buques petroleros, pero le verdad era que su función era amedrentar a las naves mexicanas para que no transitaran por el Golfo de México e interrumpir el abastecimiento de petróleo a Estados Unidos.
El 13 de mayo de 1942, el submarino nazi U-564 atacó y hundió al buque petrolero mexicano “Potrero del Llano” frente a las costas de la Florida, perdiendo la vida quince marinos mexicanos, esta agresión provocó la inmediata y enérgica protesta del Gobierno Mexicano, el Presidente Ávila Camacho emplazó a Hitler y le notificó que “si para el 21 de mayo no están cubiertas las indemnizaciones correspondientes, entregados a los responsables y una explicación diplomática satisfactoria, el Estado Mexicano adoptará de inmediato las medidas que exige el honor nacional”; la respuesta de Hitler llegó el 20 de mayo: el submarino alemán U-106 atacó y hundió al buque petrolero mexicano “Faja de Oro” frente a las costas de Cuba.
Ante esta situación, el Presidente Manuel Ávila Camacho solicita al Congreso de la Unión, le otorgue las facultades para declarar un estado de guerra contra las Potencias del Eje, bajo el argumento de la legítima defensa de la nación y de que no se podían permitir más ultrajes a nuestro país, pues de lo contrario, de no haber respuesta, correríamos el riesgo de otra invasión; el mensaje del Presidente al Congreso fue el siguiente: “Conocemos los límites de nuestros recursos bélicos y no ejerceremos acciones de guerra para las que no estemos preparados”, le dijo Ávila Camacho al Congreso de la Unión, obteniendo la autorización para declarar a México en estado de guerra.
El Presidente Manuel Ávila Camacho, que desde su campaña presidencial había adoptado la política de reconciliación social y unidad nacional, tras el profundo desgarre social que habían dejado la Revolución Mexicana y la Guerra Cristera y cuyas heridas aún no habían cicatrizado, ahora ante la circunstancia de un estado de guerra, aunque no toda la población estaba de acuerdo con ir a la guerra, también sabían que el país debía defenderse de las agresiones de Hitler; entonces el país entero se unió en torno a la figura presidencial, todos los sectores sociales apoyaban a su presidente en estos momentos; era un presidente con muy alto nivel de aceptación porque la población veía los esfuerzos que estaba haciendo por la unidad nacional, además, era General de División y sabía lo que era la guerra, pues había peleado en la Revolución Mexicana, en la Guerra Cristera y en la Rebelión Escobarista, siempre al lado de su gran amigo Lázaro Cárdenas; todos estos factores lograron la reconciliación social y la unidad nacional ante la eventualidad de ir a la guerra contra las Potencias del Eje.
De esta manera, el 28 de mayo de 1942, el Estado Mexicano declara la guerra en contra de Alemania, Italia y Japón; de inmediato el Presidente Ávila Camacho hace cambios en la Secretaría de la Defensa Nacional, nombrando al General Lázaro Cárdenas como nuevo Secretario, creando ante la eventualidad de la guerra, el Servicio Militar Nacional; el Presidente anuncia que el papel de México en la guerra, “no será en el frente de batalla, sino apoyando las defensas, proporcionar recursos bélicos y el apoyo de suministros”
Sin embargo, ante la declaratoria de guerra, Hitler responde de inmediato atacando y hundiendo los buques petroleros mexicanos “Tuxpan” y “Las Choapas” frente a las costas de Veracruz; el buque “Oaxaca”, frente a Galveston, Texas, el “Amatlán” frente a Tampico, Tamaulipas y el “Juan Casiano”, entre las costas de Florida y Georgia, Estados Unidos. Toda esta situación provocó que México tomara un papel más enérgico en la guerra, el Presidente Ávila Camacho se decide por enviar tropas a la guerra, al frente de batalla, nombrando al General de División Lázaro Cárdenas del Río como Comandante en Jefe de la misión. Ahora México está en pie de guerra y es un blanco potencial para los países del Eje, el Ejército y la Armada de México se despliegan hacia los principales puertos del país para su eventual defensa; el Presidente de Estados Unidos, Franklin Roosevelt ofrece al Gobierno de México construir una base militar, aérea y naval en Baja California para apoyar en la defensa; el Presidente Ávila Camacho intuye en ese ofrecimiento, el interés de Estados Unidos en apropiarse de la península de Baja California y responde con un rotundo “¡No, gracias!”.
…y nos fuimos a la Segunda Guerra Mundial!
El Gobierno Mexicano ordena la incautación de todos los bienes y propiedades de los ciudadanos alemanes, italianos y japoneses en México y decide enviar a la guerra al Escuadrón Aéreo 201 de la Fuerza Aérea Mexicana, conformado por 25 aviones caza P-47 Thunderbolt, 30 pilotos, y 300 elementos de apoyo entre artillería, mecánicos y personal de suministros. Este escuadrón aéreo estuvo en Europa, pero después fué asignado principalmente a la Batalla del Pacífico con base en las Islas Luzón (Filipinas). El Escuadrón Aéreo 201 participó en 96 combates aéreos, con un total de 2842 horas de vuelo en
combate, arrojaron dos mil bombas sobre objetivos enemigos, su artillería disparó 166,922 rondas de munición calibre .50 mm; el Escuadrón 201 terminó con cinco aviones dañados por la artillería enemiga, un avión perdido en combate, así como tres pilotos perdidos en combate y tres elementos perdidos en maniobras de aterrizaje, cuatro perdidos en entrenamientos y uno por enfermedad.
Este Escuadrón Aéreo 201 en la guerra se ganó el mote de “Águilas Aztecas” por parte de las fuerzas aliadas, debido a su arrojo y valentía, dándole lustre, brillo y fama internacional a la aviación mexicana. A su regreso de la Segunda Guerra Mundial, son recibidos como héroes de guerra, con todos los honores militares y son ascendidos al grado inmediato superior, iniciando así, la leyenda del “Escuadrón Aéreo 201”; el Presidente Franklin Roosevelt, a nombre del Pueblo y Gobierno de los Estados Unidos, les entregó la “Condecoración Victoria de la Segunda Guerra Mundial”, el Gobierno Mexicano les otorgó “La Medalla del Aire de la Fuerza Aérea Mexicana” y en el año 2004, la Presidenta de Filipinas, Gloria Macapagal Arroyo les otorgó el nombramiento como miembros distinguidos en grado de héroes de guerra de la “Legión de Honor de Filipinas”.
En la actualidad, en el Bosque de Chapultepec se encuentra un Mausoleo dedicado a conmemorar para la eternidad al “Escuadrón Aéreo 201”, también una estación del Metro CDMX lleva su nombre, así como una infinidad de calles, colonias y escuelas por todo el país, llevan su nombre. Al finalizar la guerra, los lazos diplomáticos y comerciales de México con los principales países democráticos del mundo se hicieron más solidos que nunca, beneficiando a la economía de nuestro país.
Oficialmente, la Segunda Guerra Mundial dejó para México un saldo de 104 ciudadanos mexicanos caídos; 74 hombres y 4 mujeres judíos de nacionalidad mexicana, murieron en campos de concentración nazis, 15 marinos mexicanos caídos en el ataque y hundimiento del buque petrolero “Potrero del Llano”, y once militares mexicanos muertos en acción de guerra. Los demás buques mexicanos hundidos por los nazis, estaban anclados en puerto y no tenían personal a bordo en ese momento. El Gobierno Mexicano reclamó para ser presentados ante la la Justicia Mexicana a los capitanes alemanes de submarino Reinhard Suhren, Hermann Rasch, Hans-Ludwig Witt y Günther Pfeiffer, como responsables del hundimiento de siete buques petroleros mexicanos, pero nunca pudieron ser capturados.
Una más de pilón…
Al terminar la guerra, uno de esos valientes mexicanos que formaron parte del “Escuadrón 201”, el Capitán Segundo de Artillería, Olegario Gómez Rodríguez, originario de Tepic, Nayarit, junto con su esposa Elena Issa, decidieron venir a radicarse en Cd. Delicias, Chih., donde vivió con su familia hasta su fallecimiento em 1978, siendo sepultados sus restos en el Panteón Municipal.
Fuentes Bibliográficas: