Federico Marín
“No se pudo hacer nada. Con el ‘se dice’ podés ensuciar a todo el mundo y no pasa nada”. Ricardo “Tito” Noir recuerda, con LA NACION, el momento más traumático de su carrera profesional. Corría el año 2010. No le encuentra explicación, ni tampoco se esmera por buscar un culpable. Sabe las reglas del fútbol que lo ayudaron a curtirse, pero aun así no entiende por qué fue apuntado en un caso que lo involucró con el arquero Sebastián Peratta.
“(Sebastián) Peratta hablaba mucho de Rosario Central porque ellos estaban en la B… y les mojaba la oreja. Por ahí me apuntaron porque venía de Boca e iba a repercutir más”, responde Noir sin dar vueltas sobre los rumores maliciosos que lo vincularon, en un plano extradeportivo, con el entonces arquero de Newell’s.
Lo que al principio surgió como un rumor, se transformó en una “verdad” avalada por los hinchas, según Noir. “La pasé mal”, explica y sigue: “Primero me llamó mi hermana y me preguntó. Yo no entendía nada. Después lo hizo mi mamá que me sugirió volver al pueblo y me dijo:: ‘El fútbol es una mier…’”.
“Con Sebastián no teníamos cercanía, yo me juntaba con los más chicos como (Lionel) Vangioni y (Mauricio) Sperdutti”, manifiesta Noir, quien abandonó Rosario en ese mismo 2010 atareado por los rumores infundados. Sobre su estadía en La Lepra destacó la labor de los dirigentes de turno y también de Gerardo “Tata” Martino, que intentó convencerlo para que se quede, aunque ya no había caso y la puerta estaba cerrada para seguir en el club rojinegro.
Su amistad con Juan Román Riquelme y el aviso terminante de su hija
Ricardo Noir debutó –con gol- en la Primera de Boca en un encuentro ante Racing. Corría 2008 y el oriundo de Villa Elisa, Entre Ríos, comenzó a entender de qué se trataba el mundo Boca.
“En esa época no había jefe de prensa y era todo más desprolijo. Capaz te llamaban diez periodistas por día. No había filtro. Recuerdo que me preguntaban todo el tiempo por Palermo y Riquelme, si en los días previos a los partidos hubo alguna discusión entre ellos. Hay muchas cosas que se dicen de Boca que no son ciertas y entiendo que tienen que llenar espacio en los programas. Hoy lo veo con un tono de gracia, pero a veces se zarpan. A Riquelme lo matan siempre, entiendo que debe ser por algo político, hay muchas cosas que no se explican”, remarca Noir.
Con una vinculación directa con Riquelme, quien lo aconsejó en sus primeros años como profesional, Noir indica que era “muy cercano” al exjugador. Incluso, se ríe cuando se habla de su injerencia todopoderosa en el Mundo Boca: “Mirá si Román le va a armar el equipo al técnico… jugarían todos sus amigos y no creo que sea así. No me entra en la cabeza”.
De Boca se llevó, en 41 partidos jugados, dos títulos: el Apertura 2008 y la Recopa Sudamericana 2008.
La carrera de Noir siguió en Banfield –consiguió el ascenso a Primera en 2013-, Racing –donde coincidió con Diego Milito, Lautaro Martínez y el “Huevo” Acuña-, Huracán, Atlético Tucumán y San Martín de Tucumán. El quiebre de su trayectoria se dio en 2019 con la muerte de su papá Aníbal, con quien hablaba después de cada partido y lo aconsejaba para sacar mayor provecho de sus habilidades.
Sus últimas estocadas en el fútbol fueron en el Club Atlético Palmaflor de Bolivia. Ahí, en Cochabamba, Noir recibió otro sacudón más que lo llevó a colgar los botines.
“Papá, estoy cansada de festejar mi cumpleaños con gente que no conozco. Sé que vivimos bien gracias a lo que hacés, pero estoy podrida”, fueron las palabras de su hija Geraldine, de entonces 13 años, quien acusó recibo de andar deambulando por distintas provincias y países siguiendo la vida del futbolista. “Nunca me había detenido a pensar eso, así que le dije a ella que mi carrera se terminaba en Bolivia y nos íbamos para el pueblo”, recuerda, nostálgico.
Tito, el peluquero: el nuevo oficio del exfutbolista
El retiro para un futbolista tiende a ser traumático. Más aún quienes no pudieron construir durante su carrera un porvenir. A raíz de ello, Noir solo reniega de su primer representante, a quien denominó como un “malviviente” por no pagarle la plata que le correspondía por su pase.
“Cuando tenía ese representante no me pude comprar ni un terreno; ahora, cuando no lo tuve más, logré construir una casa en Buenos Aires. Es ahí donde te das cuenta de que hay gente que no sirve”, remarca, crítico con parte del entorno que rodea al deporte.
Una vez que la pelota pasó a un segundo plano, Noir la cambió por las tijeras. Tras realizar un curso de peluquería en Colón, a 30 kilómetros de su casa, el exjugador armó un salón en su casa, el cual decoró como si fuera un museo con camisetas de jugadores como Ronaldinho, Riquelme y le sumó un mueble con un espejo para su nuevo trabajo.
“No sabía qué carajo hacer cuando me retiré. Hice el curso de peluquero y me puse un saloncito en casa”, expresa y, en esa misma línea, sigue: “Le corto a mis amigos y a conocidos. Uno se ríe porque ahora los chicos me muestran un corte que ven en Internet para que les haga y les digo: ‘Che, me la hacés complicada’. Me tengo que ir aggiornando”, aclaró, entre risas, mientras observa, de reojo, un partido de la Liga Árabe.
Dentro de sus preferencias, Noir aclaró que el corte estilo degradé es el que más le piden. “Ahora los futbolistas se cortan una vez por semana el pelo”, retruca sobre un mundo que lo catapultó a la fama y, hoy, a 16 años de su debut profesional, lo mira sentado en un sillón a la espera de que ingrese un nuevo cliente a su peluquería.