JIRONES DE NUESTRA HISTORIA:
FRAY MELCHOR DE TALAMANTES, EL EXTRANJERO QUE PRENDIÓ LA MECHA DEL MOVIMIENTO INSURGENTE EN NUESTRO PAÍS; PRECURSOR E IDEÓLOGO DE LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO; A 258 AÑOS DE SU NATALICIO.
Por: José Luis Jaramillo Vela
Su origen, su crianza y los estudios, producen un joven brillante
Melchor de Talamantes Salvador y Baeza, nació el 10 de enero de 1765 en Lima, Perú, sus padres, Isidro Talamantes y Josefina Baeza lo criaron en un entorno que le facilitara su desarrollo personal y su gusto por el estudio, las buenas costumbres, la religión y el roce social; de esa forma, a los diez años (edad muy temprana para la época), inician sus primeros estudios, sus padres lo ponen bajo la enseñanza de Fray Manuel de Alcocer, quien en cuatro años lo pulió y lo instruyó tan bien, que en 1779, a sus catorce años ya estaba listo para ingresar a estudiar Filosofía y Teología.
En 1779, el muy jovencito Melchor de Talamantes ingresa al Colegio de San Pedro Nolasco, propiedad de la Orden de Nuestra Señora de la Merced y en 1781, con tan solo dieciséis años de edad obtiene la licenciatura en Filosofía y Teología. Ahí mismo, hace sus votos y decide tomar la carrera del sacerdocio, además ingresa a la Universidad de San Marcos de Lima, Perú, donde además de estudiar sus doctorados, también impartía clases.
En 1786, con 21 años obtiene sus doctorados en Filosofía y Teología y se ordena sacerdote por la Orden de Nuestra Señora de la Merced; continuó impartiendo sus clases en la Universidad y como era de esperarse, un talento de esa naturaleza de inmediato se dió a conocer, de modo que el mismísimo Virrey del Perú, Don Francisco Gil de Taboada Lemos y Villamarín lo contrató como asesor y asistente personal.
Pero no solo el Virrey había detectado el enorme talento del joven Melchor, el mundo intelectual, la política y la nobleza de la época, no fueron ajenos a la brillantez del joven doctorado, sacerdote y asesor virreinal; el Conde José Javier Leandro de Baquijano y Carrillo de Córdoba, III Conde de Vistaflorida, quien
manejaba los hilos de la aristocracia peruana y del grupo de intelectuales afines al movimiento cultural de la “Ilustración”, movimiento europeo fundado por Voltaire, Rousseau, Montesquieu, Diderot y Buffon, entre otros muchos; que perseguía la búsqueda de la felicidad a través de la libertad, la igualdad, la legalidad, la tolerancia, la fraternidad, el estudio y la ciencia para combatir y disipar por medio del conocimiento, las tinieblas de la ignorancia y la superstición que asfixiaban a la Europa post medieval.
Así pues, Melchor de Talamantes se ve influenciado no solo por el Conde de Vistaflorida, también conoce a dos destacados intelectuales y científicos peruanos, a Don Alejandro Toribio Rodríguez de Mendoza y a Don José Hipólito de Unanue y Pavón, con quienes inició una extraordinaria relación, y quienes lo iniciaron en el movimiento y pensamiento de la Ilustración; movimiento que inspiró profundos cambios culturales, sociales y políticos que derivaron en la Revolución Francesa.
El pensamiento de Fray Melchor de Talamantes
Desde luego que una persona educada, culta y estudiada, abre su intelecto hacia nuevos horizontes; eso mismo pasó con el joven Fray Melchor de Talamantes, cuyo pensamiento se nutrió tanto con su educación filosófica, teológica, religiosa y se enriqueció de manera exponencial con el movimiento de la Ilustración, donde tuvo acceso a la ciencia, la física, la geografía, la economía, literatura, la medicina y el derecho, los idiomas (aprendió a hablar griego, latín, francés, inglés y vasco), todas estas últimas ramas del conocimiento, no muy bien vistas por la Iglesia.
Para Talamantes fue fundamental su acercamiento con el Doctor José Hipólito de Unanue y Pavón quien a su vez fue el precursor y el ideólogo del movimiento libertario del cono sur, los Generales Antonio José de Sucre, José de San Martín y Simón Bolívar fueron sus discípulos en el movimiento de Ilustración; sin duda alguna, la relación con Unanue también marcó el pensamiento del joven Fray Melchor.
Para el año de 1789, Fray Melchor de Talamantes comienza a ser cuestionado, tanto por la Orden de Nuestra Señora de la Merced a la que pertenece, como por la Iglesia Católica debido a sus ideas modernas, renovadoras y revolucionarias como producto de su etapa de Ilustración y que estaban prohibidas por la Iglesia Católica, sin embargo, no pasa de ser cuestionado y sigue ejerciendo su sacerdocio, su docencia y su vida de manera normal; sin embargo, Fray Melchor de Talamantes entiende que ya comienzan los problemas y que ha sido puesto bajo observación.
Fray Melchor de Talamantes, secularización, salida del Perú y la Santa Inquisición
Los desacuerdos entre Fray Melchor de Talamantes y su orden religiosa de los Mercedarios, son cada vez más frecuentes y profundos, debido a sus novedosas ideas y se da cuenta de que puede tener problemas muy serios con la Iglesia y con la Santa Inquisición; entonces toma la decisión de solicitar su secularización al Vaticano (la solicitud de secularización consistía en enviar un escrito bien argumentado, solicitando la anulación de sus votos de manera voluntaria, para dejar la vida religiosa y pasar a otras actividades de la vida civil).
Debido a que el Vaticano se tardaba en emitir una respuesta a su solicitud, entonces pide su traslado a España para acudir ante los superiores de la Orden de Nuestra Señora de la Merced y poder aclarar y agilizar su situación, puesto que a Fray Melchor le urgía dejar la sotana para dedicarse a trabajar con la insurgencia y buscar la independencia de Perú sin tener problemas con la Santa Inquisición.
El 20 de septiembre de 1798 obtiene licencia para trasladarse a España, la ruta de entonces era zarpar del Puerto del Callao en Lima, hacer escala en Guayaquil, Ecuador, llegar al Puerto de Acapulco y de ahí viajar a Veracruz por tierra para embarcarse a España, era muy pesado y tardado, pero era la ruta más corta y rápida.
La historia se compone de hechos y circunstancias, muchas veces ajenos y distantes al entorno.
El 26 de noviembre de 1799, Fray Melchor de Talamantes desembarca en el Puerto de Acapulco con la intención de viajar a la Ciudad de México y de ahí a Veracruz para continuar su viaje rumbo a España, sin embargo, hechos distantes y completamente ajenos a las circunstancias de nuestro entorno, incidieron de manera directa en el rumbo que tomaría la historia de nuestro país.
En ese momento España había iniciado una guerra contra Gran Bretaña a consecuencia del Tratado de San Ildefonso que habían firmado Francia y España para oponerse al avance del Imperio Británico; por tal motivo era peligroso embarcarse a España y se suspendieron los viajes hasta que terminase el conflicto; entonces Fray Melchor de Talamantes, digamos que quedó temporalmente varado en la Ciudad de México.
Ante la obligada estancia, Fray Melchor muy pronto estableció relaciones sociales y amistosas con los más prominentes y distinguidos grupos y personas de la sociedad mexicana; así, se hizo amigo del Virrey Miguel José de Azanza y Alegría y de los ex virreyes Juan Vicente de Gúemes y Pacheco Padilla y del Marqués de Branciforte; también estableció relación con los jerarcas de las diferentes Órdenes religiosas establecidas en la Nueva España y con la alta aristocracia mexicana. Sin embargo, y pese a toda su simpatía, carisma y actividad social, había alguien que en todo momento lo observaba, el temible General Félix María Calleja del Rey.
Fray Melchor de Talamantes era invitado por todas las Órdenes religiosas a impartirles charlas, pláticas y conferencias, ya fuera con los Dominicos, o con los Mercedarios, las Carmelitas, los Franciscanos, los Jesuitas, o las Teresianas; también en el Gobierno Virreinal se volvieron famosas sus charlas; el 28 de marzo de 1800 en el Salón Mayor del Palacio del Virrey, pronunció el “Sermón político moral”, ante la presencia del Virrey y su equipo de gobierno y un gran número de personas; habló sobre el problema del arrepentimiento, un tema que causó mucha controversia debido a que cada orden religiosa ve el arrepentimiento desde un punto de vista muy diferente; por lo que este sermón causó serias diferencias entre varias órdenes; teniendo que intervenir el Doctor en Teología José Mariano Beristáin para calmar un poco los ánimos de las diferentes órdenes religiosas y que no desembocara en algún rompimiento eclesiástico.
El 15 de octubre de 1802, la Órden de las Carmelitas lo invitaron a una conferencia en la Iglesia del Convento del Carmen y ahí pronunció el “Panegírico de la Gloriosa Virgen y Doctora Santa Teresa de Jesús”, una extraordinaria pieza de oratoria como el gran orador que era, en la que de nuevo tiene que
intervenir José Mariano Beristáin para calmar a Fray Ramón de Casaús, quien se sintió agredido por el discurso de Talamantes.
El peruano Fray Melchor de Talamantes prende la mecha de la insurgencia en México
Esa era la actividad digamos pública de Fray Melchor de Talamantes desde que llegó a la Ciudad de México, pero en lo clandestino, desde su llegada conoció a los curas Miguel Hidalgo y Costilla, José María Morelos y Pavón y a Fray Servando Teresa de Mier a quienes inició en las pláticas del movimiento de Ilustración, en las ideas de Voltaire, Rousseau y Montesquieu, en los afanes de libertad e independencia del yugo español y en la urgente necesidad de establecer puntos de reunión en varias ciudades para que estas ideas cundieran y se multiplicaran en la población para que se levantara el pueblo en contra de la monarquía.
Hidalgo, Morelos y Mier captaron muy bien el mensaje y pronto comenzaron a reunir gente para asistir a estas pláticas, personas desde militares, empresarios, hacendados, curas, médicos y algunas autoridades como los Corregidores de Querétaro, quienes se reunían a escondidas en diversas casas de varias ciudades del país, reuniones disfrazadas de “tertulias literarias”, así, el movimiento iba creciendo desde la clandestinidad; Fray Melchor de Talamantes había encendido la mecha de un movimiento que con el tiempo daría sus frutos.
Mientras tanto el General Félix María Calleja, notaba, percibía algo en el ambiente, pero no sabía que era; por lo pronto en 1802 acude con el Virrey Félix Berenguer de Marquina y Fitzgerald para decirle que es tiempo de que el “padrecito peruano” continúe su viaje a España, puesto que su presencia ni es necesaria en la Ciudad de México y además él estaba únicamente de paso; desde luego, las intenciones de Calleja era de expulsar al fraile; el Virrey le responde que Fray Melchor de Talamantes es su amigo y que ya le ha hecho saber su deseo de quedarse definitivamente en la Nueva España y para rematar la respuesta, le dice que además va a ocupar un cargo en el Ayuntamiento de la Ciudad de México; a Calleja casi se le cae la quijada al oír esa respuesta, no lo esperaba y salió furioso del Palacio Virreinal.
A Calleja nunca le agradó Talamantes y desde su llegada, siempre le dió mala espina; como buen militar, Calleja sabía oler el peligro e intuía cuando había que desconfiar de alguien, y ese alguien era Talamantes, quien lo puso en máxima alerta. Sin embargo, Calleja no lograba encontrarle nada porqué inculpar de algo a Talamantes, aún así, lo mantuvo siempre bajo sospecha y estricta vigilancia.
Ahora Calleja sabía que no contaba con el Virrey, pues era amigo de Talamantes; entonces acudió a la única instancia que le quedaba, y con la que tenía excelentes relaciones, puesto que por lo general trabajaban de la mano y además Calleja les tenía mando… la Santa Inquisición…!! Que presidía el Decano y Primer Inquisidor Don Juan de Mier y Villar, nada más ni nada menos que tío de Fray Servando Teresa de Mier, uno de los que Calleja traía en la mira y quien por cierto, para su mala suerte no gozaba de las simpatías de su tío.
Napoleón Bonaparte invade España y en México Talamantes ve la oportunidad que esperaba
En mayo de 1808, Napoleón invade España, hace prisionero al Rey Fernando VII y designa a su hermano José Bonaparte como nuevo emperador de España; en la Ciudad de México, Fray Melchor de Talamantes ve la oportunidad y se destapa, aunque no muestra toda su jugada, descubre sus intenciones libertarias e independentistas.
El 23 de julio de 1808, Talamantes creyendo que la Corona Española ya no existía, presenta ante el Virrey José de Iturrigaray y ante el Ayuntamiento de la Ciudad de México, el proyecto para realizar el “Congreso Nacional del Reino de la Nueva España”, que tiene como objetivo reorganizar políticamente a la Nueva España y convertirla en una nación independiente; Talamantes descubre sus intenciones, pero hábilmente nunca muestra todo el movimiento clandestino que ya trae detrás de él.
También de manera muy hábil, deja entender sin mencionarlo, que el Presidente de la nueva nación podría ser el mismo Virrey Iturrigaray, lanzando con esto una jugada de dos bandas para ver como reaccionaba la gente y el propio Iturrigaray; pero el que reaccionó más rápido, fue el General Félix María Calleja, quien arrestó a Talamantes y a Iturrigaray; acusando al peruano Talamantes por extranjero sedicioso contra la Corona Española y a Iturrigaray por traición al Rey de España.
Los dos detenidos son encerrados y recluidos en las mazmorras de la Santa Inquisición, sin embargo Calleja sabe que Talamantes no actúa solo, intuye que hay muchas más personas involucradas en la conspiración junto con él, pero a pesar de las torturas Fray Melchor nunca delató a nadie ni destapó la conspiración ni el movimiento insurgente, eso fue lo que le permitió seguir creciendo.
Juicio, muerte y legado de Fray Melchor de Talamantes a México
El 26 de septiembre de 1808 inicia el juicio contra Fray Melchor de Talamantes, se formó un tribunal mixto civil y religioso, ya que nunca terminó por desligarse del sacerdocio; por la parte civil, fungió el renombrado juez Ciriaco González Carvajal, hombre con fama de ser extremadamente justo y por la Santa Inquisición el Vicario General Pedro José Fonte, quien tenía fama de ser muy duro y además era un férreo opositor a la libertad y la independencia.
El General Calleja tenía un as bajo la manga en contra de Talamantes y lo sacó justo cuando parecía que después de casi seis meses, el juicio no iba para ningún lado; le presenta a la Santa Inquisición un legajo de cuatro grandes manuscritos que Calleja le encontró a Talamantes, en los que se plasman las ideas independentistas y de como establecer una nación libre de monarcas y libre de inquisición, basada en la autoridad popular.
Eso fue más que suficiente para condenarlo como un religioso insubordinado, escandaloso y perturbador de la paz pública y del Virreinato; fue enviado a las tinajas de San Jan de Ulúa donde fue tratado de manera inmisericorde y cruel por órdenes de Calleja.
Fray Melchor de Talamantes Salvador y Baeza falleció el 9 de mayo de 1809 en la prisión de San Juan de Ulúa a consecuencia de la fiebre amarilla, pero la semilla que sembró, la mecha que encendió fue la que
hizo estallar el movimiento insurgente y la Guerra de Independencia que nos dio la patria y la nación que hoy tenemos.
Todo gracias a este fraile peruano que venía de paso rumbo a España y que por circunstancias ajenas y lejanas tuvo que quedarse aquí; ese es el legado de Fray Melchor de Talamantes, el ideólogo e iniciador del movimiento de independencia.
Fuentes Bibliográficas:
+ cndh.org.mx
+ religionvirtual.com + www.gob.mx/agn
+ uam.mx
+ memoriapoliticademexico.org
+ dbe.rah.es
+ mcnbiografias.com
+ es.wikipedia.org