LA NACION
De Jacarepagua a Interlagos. De Río de Janeiro a San Pablo. De 1981 a 2024. La lluvia fue protagonista en la anteúltima victoria de Carlos Reutemann en la Fórmula 1 y el pronóstico de 80% de probabilidades de precipitaciones para el domingo, cuando se desarrolle en el autódromo José Carlos Pace la 21ª fecha del calendario, provocaría la primera experiencia de Franco Colapinto en una pista con condiciones de piso húmedo en la elite del automovilismo mundial. Brasil y Williams, un hilo de 43 años y dos pilotos argentinos.
Aquel éxito de Lole recorrió el planeta y revolvió las entrañas de la escudería de Grove: el santafesino y un acto de desobediencia en el trazado carioca que marcó la relación. El pilarense se estrenará en al circuito paulista, al que llegará envuelto en un nuevo rumor sobre su futuro: un periodista neerlandés apuntó que Red Bull Racing negocia con Williams una cifra de 20 millones de dólares para atrapar al argentino.
El escenario brasileño no es nuevo para Colapinto, que desanduvo un fin de semana de ensueño cuando era piloto de F. 3 y miembro de la Williams Racing Driver Academy: el equipo británico lo invitó el año pasado para compartir horas en el garaje durante el gran premio que ganó Max Verstappen. MadMax, según el programa Race Café, de Ziggo Sport, en que el conductor Jack Plooij está acompañado por el expiloto Roberto Doornbos, sería el compañero del argentino, ya que la oferta que eleva la escudería de Milton Keynes es para ocupar el garaje que lidera Christian Horner y no el del equipo satélite, Racing Bulls, que en 2025 continuaría con la alineación que cerrará el actual curso: Yuki Tsunoda-Liam Lawson.
“La caja registradora de Williams se llenará pronto. Helmut Marko [asesor de Red Bull Racing] va a tirar mucho dinero allí. Escuché que se concertó una cita y le dijo a [James] Vowles [jefe de Williams]: «Estoy aportando 20 millones y lo quiero ahora»”, lanzó Plooij, en referencia del diálogo que el austríaco sostuvo con el británico para cerrar el vínculo. Según el periodista, “comercialmente también funciona muy bien, porque él puede ser la cara de Claro, que es la marca de telefonía allá en Sudamérica, que también es de Carlos Slim”.
La relación a la que refiere el neerlandés es la que existe actualmente con Telmex y Sergio Checo Pérez. Las imágenes de Carlos Slim (h.) en el autódromo Hermanos Rodríguez charlando en público con Colapinto, otro detalle del que se aferra el medio europeo para diseñar la estrategia por la que el argentino desembarcaría en Milton Keynes. Los periodistas que recorren habitualmente el paddock durante el calendario coinciden en que el medio que lanzó a rodar el rumor es afín a la familia Verstappen, que en otras ocasiones lo utilizó –en particular Jos, el padre de Max– para atacar las decisiones que tomó Horner, en particular desde que se desencadenó el escándalo de inicio de año, con una denuncia de una empleada por supuesto comportamiento inapropiado del británico –luego desestimado–.
“Es bueno ver a los jóvenes como Franco y Liam Lawson hacer un buen trabajo cuando tienen la oportunidad. Él es un buen piloto. Obviamente merece estar en la Fórmula 1. Todo lo que puede hacer es dar lo mejor”, apuntó Horner, consultado sobre el pilarense en Ciudad de México. “Es un piloto joven, muy rápido, pero también tenemos pilotos jóvenes muy rápidos. Siempre estamos interesados en los pilotos rápidos. Todo es posible en la F. 1″, manifestó Marko a la periodista argentina Sofía Martínez, en el mismo lugar.
Max Verstappen en la tormenta de Interlagos
La lluvia, Colapinto y aquel fin de semana de locura en Silverstone, cuando reemplazó a Logan Sargeant en la primera práctica libre del Gran Premio de Gran Bretaña. La Sprint Race de la Fórmula 2, por la octava fecha del calendario, tuvo un aguacero como condimento y el argentino tuvo una correcta actuación en una carrera con escasa visibilidad. Con el auto del equipo MP Motorsport finalizó en la quinta posición, después de ensayar un sobrepaso sobre Jack Crawford, del equipo DAMS, que desanduvo la tercera temporada en la categoría –expiloto Junior de Red Bull Racing y que se unió al programa de jóvenes talentos de Aston Martin en 2024-; la Feature Race lo descubrió en la misma posición en la que largó: cuarto.
No fue la única prueba en condiciones de pista mojada, ya que un par de semanas después se repitió la aventura en Spa-Francorchamps y también en la Sprint Race. El pilarense esta vez tuvo dificultades para mantenerse en la pista: perdió posiciones en la largada, cayó desde el cuarto al octavo puesto, y eligió desandar una carrera prolija, aunque los accidentes que se produjeron provocó que la Dirección de la Carrera acortara las vueltas: en lugar de 12 giros, la bandera a cuadros cayó en el séptimo, después que los dos últimos se cumplieran bajo el régimen de Auto de Seguridad. La cita en Bélgica significó la última de Colapinto en la categoría telonera: un mes después debutó en Monza como piloto de Williams a tiempo completo, en reemplazo del estadounidense Sargeant.
Infinitamente desvalorizado en la Argentina, el nombre de Reutemann es respetado en el mundo del automovilismo. Carlos el Grande, lo retrató en un artículo el periodista Peter Windsor, en la revista británica F1 Racing. Fueron 12 temporadas, la última incompleta -de solo dos grandes premios-, con una docena de triunfos en 146 carreras. Años de trabajar para patrones icónicos de la categoría, como Bernie Ecclestone, Enzo Ferrari, Colin Chapman y Frank Williams, y de medirse con compañeros campeones del mundo de los quilates de Niki Lauda, Mario Andretti, Graham Hill, Jones o talentos como Gilles Villeneuve.
En Río de Janeiro, una de sus ciudades favoritas, bajo la lluvia, luego de 62 vueltas, Reutemann aplastó a sus rivales y humilló a Alan Jones, su compañero de garaje y por entonces campeón defensor y considerado por el ambiente el piloto N°1 de Williams. Una insubordinación que gravitó en el futuro deportivo inmediato y que terminó pesando en el amargo desenlace de aquella campaña, de 1981, en Las Vegas.
La lluvia irrumpió el domingo y Lole trazó la estrategia, demostrando también sus conocimientos y dejando en evidencia la confusión del resto: “La pista se seca muy lentamente y las gomas slicks son mucho más lentas con piso húmedo aquí que en Kyalami. Para mí no hay dudas, largaré con neumáticos para lluvia”, le confió a El Gráfico. A un minuto de la hora de la vuelta previa seguía sin entender cómo Piquet había calzado neumáticos lisos.
Los últimos ocho giros desataron la tormenta en Williams: Jeff Hazell, manager del equipo, mostró en la vuelta 55 el cartel que pretendía cambiar el resultado de la carrera. En la recta principal y sobre fondo blanco, las letras negras indicaban con claridad Jones-Reut. La señal se repitió en los giros siguientes -56, 57 y 58-, pero la diferencia en el cronómetro en lugar de achicarse se estiraba. El último aviso llevó la leyenda “falta una vuelta”, se cumplieron las dos horas de carrera y cayó la bandera a cuadros. Reutemann vencía a Jones y a la voluntad de Williams.
Jones, furioso, no estuvo presente en el podio. Se refugió en su box y demoró más de media hora en levantar las persianas. “Vi los carteles durante cuatro vueltas, al principio el cartel lo tenía Jeff Hazzell y luego Charly Stuart. Al comienzo los nombres estaban juntos y luego los separaron para que la orden fuera más visible. ¿Cómo un piloto que corrió más de 10 años en la F.1 no puede ver los carteles de su equipo? A lo mejor es corto de vista”, dijo con bronca y respondía a las palabras de Lole, quien de modo socarrón alentaba la teoría de no haber visto la comunicación: “No vi absolutamente nada, tenía empañado el visor. Sé que Jones se me acercó cuando me encontré con [Keke] Rosberg en la pista, pero tenía controlada la situación”, relató el Lole, que no tenía en mente descartar la victoria.
Mantener la posición es una cosa, dejar ganar a otro piloto cuando se lideró toda la carrera se trata de algo muy distinto. Ganar ese día tenía agregados para Reutemann: emparejaba la cantidad de victorias de Jones -11- y era su tercer éxito en Brasil, dos en Jacarepagua y uno en Interlagos. “Desde el punto de visto deportivo, habría sido fraudulento sacrificar Río. Firmé un contrato, pero no recibí señales de que fueran a aplicar órdenes de equipo. Cuando ‘regalé’ la carrera en Long Beach nadie me lo agradeció”, expuso Reutemann, después de un triunfo que desató una tormenta interna.