Los 49ers de San Francisco han ganado partidos de todas las maneras posibles esta temporada.
Ganaron duelos de alta anotación en un domo y desabridos enfrentamientos de escasos puntos en el lodo. Ganaron por apenas centímetros en los últimos segundos y por palizas. Ganaron por correr y correr con el balón, pero también saben pegar con fulminantes jugadas de pase.
Esa flexibilidad para brillar en todo tipo de situaciones podría ser determinante ante los Chiefs de Kansas City el domingo y darle a los Niners su sexto título en el Super Bowl, igualando a Nueva Inglaterra y Pittsburgh por el récord de más victorias en el máximo partido de la NFL.
Mientras que Kansas City depende de una actuación extraordinaria de Patrick Mahomes para ganar, los Niners cuentan con una defensa que puede por lo menos contener un poco a los Chiefs y la ofensiva que es capaz de capitalizar todo tipo de debilidad del rival.
Pero para que San Francisco salga airoso el domingo, todo pasa por una defensa que permitió la menor cantidad de yardas vía aérea en 10 años y ha sido dominante cuando no ha sido disminuida por lesiones.
El equipo ha sufrido cuando el defensive end Dee Ford, el linebacker Kwon Alexander o el safety Jaquiski Tartt se ha ausentado por lesiones.
No tienen que inquietarse para el domingo. Los tres están en perfectas condiciones.
La presencia de los defensive ends Ford y Nick Bosa, más los frontales DeForest Buckner y Arik Armstead, propiciará que Mahomes tenga que apurarse para soltar el balón y limitar la cantidad de jugadas abortadas con las que los Chiefs sacan provecho con su estelar quarterback.
Ello será especialmente crucial contra el dinámico grupo de receptores liderado por Tyreek Hill y Mecole Hardman, las principales amenazas a la secundaria de San Francisco.
Esa flexibilidad para brillar en todo tipo de situaciones podría ser determinante ante los Chiefs de Kansas City el domingo y darle a los Niners su sexto título en el Super Bowl, igualando a Nueva Inglaterra y Pittsburgh por el récord de más victorias en el máximo partido de la NFL.
Mientras que Kansas City depende de una actuación extraordinaria de Patrick Mahomes para ganar, los Niners cuentan con una defensa que puede por lo menos contener un poco a los Chiefs y la ofensiva que es capaz de capitalizar todo tipo de debilidad del rival.
Pero para que San Francisco salga airoso el domingo, todo pasa por una defensa que permitió la menor cantidad de yardas vía aérea en 10 años y ha sido dominante cuando no ha sido disminuida por lesiones.
El equipo ha sufrido cuando el defensive end Dee Ford, el linebacker Kwon Alexander o el safety Jaquiski Tartt se ha ausentado por lesiones.
No tienen que inquietarse para el domingo. Los tres están en perfectas condiciones.
La presencia de los defensive ends Ford y Nick Bosa, más los frontales DeForest Buckner y Arik Armstead, propiciará que Mahomes tenga que apurarse para soltar el balón y limitar la cantidad de jugadas abortadas con las que los Chiefs sacan provecho con su estelar quarterback.
Ello será especialmente crucial contra el dinámico grupo de receptores liderado por Tyreek Hill y Mecole Hardman, las principales amenazas a la secundaria de San Francisco.
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