Forbes Argentina
En la orquesta de la vida, compuesta de emociones, sentimientos y deseos, el sueño es el director silencioso que guía sutilmente la sincronización y la armonía de tu bienestar mental y físico. Sin embargo, en medio de las prisas de nuestras comprometidas vidas modernas, con frecuencia ignoramos las señales silenciosas pero desesperadas de nuestros cuerpos privados de sueño.
Descartamos el sueño como algo secundario mientras hacemos malabares con otros compromisos, ya sea con el trabajo o con la gente que nos rodea. Estas señales ignoradas pueden parecer menores, pero afectan profundamente toda nuestra existencia, tanto física como emocional.
¿Cuál es la cantidad adecuada de sueño?
El investigador del sueño David F. Dinges advierte: «Cuando la duración del sueño desciende por debajo de las siete horas, y especialmente en el momento en que empieza a moverse hacia las seis horas y media o menos, una serie de trastornos diferentes empiezan a aumentar en prevalencia». Esto pone de relieve que dormir lo suficiente es tan esencial como dormir bien. Un estudio realizado en 2018 por Susan Worley resalta esta preocupación, al vincular el sueño insuficiente con afecciones físicas graves como la hipertensión, la obesidad, la diabetes de tipo 2, las enfermedades cardiovasculares y el deterioro de la función inmunitaria.
No obstante, no se trata solo de dormir más o menos, sino de encontrar el equilibrio adecuado. Las investigaciones indican que dormir poco aumenta significativamente el riesgo de sufrir problemas de salud mental, pero dormir demasiado puede ser igual de problemático, como muestra un gráfico de riesgo en forma de «J invertida», sobre todo en adultos jóvenes. En términos más sencillos, los problemas de salud mental se gestionan mejor cuando se duerme la cantidad deseada: ni demasiado ni poco.
Todo esto para decir que, tanto si hablamos de salud mental como física, la cantidad y la calidad adecuadas de sueño son vitales para nuestro bienestar general. Y nunca es demasiado tarde para empezar a prestar atención a nuestros hábitos diarios y reconocer en qué momento nuestra rutina de sueño necesita algo de atención. Acá tenés cinco maneras tempranas y sencillas de identificar y atender los gritos silenciosos de tu ciclo de sueño.
1. Fatiga diurna persistente
Imaginate que estás realizando una tarea crucial, pero te sentís constantemente distraído, desconcentrado y desmotivado. Esta fatiga diurna persistente no es solo cansancio: es una señal de socorro de tu cuerpo. Es una advertencia fácil de pasar por alto, pero que se vuelve progresivamente difícil de ignorar con el tiempo. Una noche completa de sueño puede dejarte fresco, pero si tenés dificultades a lo largo del día, algo más profundo puede estar en juego.
La fatiga diurna va más allá de la mera sensación de desaceleración. Altera tu concentración, tu estado de ánimo y tu productividad en general. Un estudio de 2022 resalta que esta somnolencia constante puede afectar significativamente la vida diaria, especialmente en los estudiantes. Problemas subyacentes como la apnea del sueño o el síndrome de las piernas inquietas pueden estar robándote un descanso de calidad sin que te des cuenta.
Cuando la falta de sueño se convierte en rutina, el centro de control del sueño de tu cerebro, el hipotálamo, se resiente. La investigación de Jun Kohyama de 2021 subraya que tanto la cantidad como la calidad del sueño importan por igual. Incluso ocho horas de sueño interrumpido o agitado pueden dejarte agotado. Si sentís el peso de la fatiga diurna durante tus horas de vigilia, puede ser una señal de que algo no va bien y debe abordarse antes de que empiece a afectar tu salud general y tus actividades diarias.
2. Niebla cerebral
La niebla cerebral puede sentirse como navegar por una espesa niebla mental, en la que la claridad de pensamiento se te escapa constantemente. Este término describe una serie de síntomas que incluyen dificultades con la memoria, la atención y la concentración, todo ello unido a la fatiga mental. En un estudio reciente publicado en la revista Journal of Clinical Sleep Medicine, el experto en cardiología Russell Rosenberg resalta que la niebla mental es el núcleo de la hipersomnolencia, un trastorno del sueño excesivo.
Esta neblina mental resulta con frecuencia de un sueño REM (movimientos oculares rápidos) insuficiente, la etapa crucial en la que tu cerebro procesa los recuerdos y agudiza las capacidades cognitivas. En el momento en que se interrumpe el sueño REM, no solo tus pensamientos se convierten en confusos, sino que tu funcionamiento mental general se resiente. Las investigaciones demuestran que dormir mal puede provocar niebla cerebral y, a su vez, la niebla cerebral puede hacer aún más difícil dormir bien, a veces incluso provocando problemas como la parálisis del sueño.
Durante el sueño REM, el cerebro se dedica a procesos vitales como la plasticidad sináptica, que sustenta el aprendizaje y la memoria. Los estudios de la Facultad de Medicina de Harvard revelan que un sueño inadecuado retrasa los tiempos de reacción, dificulta las respuestas y reduce la capacidad de atención. Por ejemplo, permanecer despierto durante 48 horas puede afectar gravemente las capacidades cognitivas, y hacer difícil concentrarse y recordar información. La niebla cerebral es algo más que una molestia: es una clara señal de que tu cerebro no recibe un sueño reparador que necesita desesperadamente.
3. Vagos cambios de humor
Las investigaciones de 2019 revelan que la falta de sueño afecta profundamente tu estado de ánimo y tus emociones, creando un círculo vicioso. Las noches sin dormir no solo te hacen estar malhumorado, sino que te hacen caer en una espiral de irritabilidad, ansiedad e incluso depresión. Según un estudio de 2014 publicado en la revista Sleep, la falta de sueño aumenta el riesgo de una depresión mayor, lo que empeora la calidad del sueño, agravando el problema.
Cuando estás privado de sueño, tu amígdala, el centro emocional del cerebro, se convierte en un «niño hiperactivo», con cambios aleatorios e impredecibles. Las investigaciones demuestran que la falta de sueño está estrechamente relacionada con el aumento de la agresividad, es decir, de las emociones que nos hacen sentir mal. En un estudio de 2014 publicado en The Journal of Sleep Research, Denise Jarrin descubrió que las personas privadas de sueño reaccionan a los estímulos negativos con un 60% más de intensidad. Así que esos cambios de humor no son solo sentimientos pasajeros, son señales de que tu equilibrio emocional está alterado por dormir poco.
4. Inicio rápido del sueño
Contrariamente a la creencia popular, dormirse en el momento en que tu cabeza toca la almohada no es la medalla de honor que con frecuencia se presume. Acá estamos hablando de la «latencia del sueño», es decir, el tiempo que se tarda en quedarse dormido. Según la Enciclopedia del Sueño, la «latencia del sueño» normal para los adultos es de entre 10 y 20 minutos. Si es inferior a 5 minutos, indica somnolencia patológica, que se asocia a una disminución del rendimiento. Este inicio rápido del sueño indica que tu cuerpo está compensando en exceso la privación de sueño acumulada.
Una latencia del sueño inferior a cinco minutos apunta con frecuencia a una somnolencia diurna excesiva y puede estar relacionada con trastornos del sueño como la narcolepsia. Un inicio instantáneo del sueño no es solo una señal para mantener un sueño saludable, sino de la necesidad urgente de tu cuerpo de recuperar el descanso perdido. Si esto ocurre, es hora de reevaluar y ajustar tus patrones de sueño.
El plan de acción inmediato para ayudarte a dormir mejor
Ignorar estas señales es como ignorar las luces de advertencia del tablero de tu auto sobre el combustible en reserva: puede que funcione durante un tiempo, pero al final se detendrá. Una vez que identifiques si tu sueño necesita cuidados, acá tenés un manual básico para dormir con el que podés comenzar:
- Ajustate a un horario. Intentá acostarte y levantarte a la misma hora todos los días. Establecer recordatorios puede ayudarte a cumplir un horario.
- Relajate antes de acostarte. Hacé algo que te tranquilice, como leer, darte un baño o ponerte ropa cómoda.
- Evitá las pantallas por la noche. Evitá los teléfonos y las computadoras una hora antes de acostarte. Esto ayuda a tu mente a volver a la línea de base y no provocar la estimulación que interrumpe el sueño.
- Vigilá tu ingesta antes de dormir. Evitá estrictamente la cafeína. Lo ideal es no ingerir cafeína en las últimas 6 horas antes de ir a dormir. Tampoco es conveniente ingerir comidas pesadas antes de acostarte.
- Mantenete activo durante el día. Hacé algo de ejercicio, pero no justo antes de acostarte.
- Hacé que tu habitación sea acogedora. Mantené tu dormitorio fresco, oscuro y tranquilo. También podés escuchar música tranquilizadora mientras dormís.
- Hacé siestas cortas. Si dormís la siesta, hacela breve y a primera hora del día. Las siestas en la última mitad, podrían afectar tu precioso sueño nocturno.
¿Te preocupa tu falta de sueño? Realizá el Índice de gravedad del insomnio para conocer mejor el alcance de tu problema.