Fari Rafa·Contributor Más que un estilo de vida en concreto, la longevidad de las personas podría estar conectada directamente con sistemas inmunes en los que abunda un glóbulo blanco en particular que puede destruir células dañinas para el organismo
Por eso las personas con más de 110 años son prácticamente inmunes al cáncer y otras enfermedades comunes que causan la mortalidad humana, revela un estudio de científicos del Centro RIKEN de Ciencias Médicas Integrativas (IMS) de Japón, en conjunto con la Facultad de Medicina de la Universidad de Keio.
Los investigadores llegaron a esta conclusión después de estudiar unas 41.000 células de siete ancianos mayores de 110 años.
El estudio arrojó que los sistemas inmunes de los “supercentenarios”, como se le conoce a este segmento etario, tenían “capacidades únicas” contra el cáncer y las infecciones, debido a un exceso de células TCD4 citotóxicas.
“Las personas excepcionalmente longevas, como los supercentenarios, tienden a pasar toda su vida con buena salud”, dijo el autor principal del estudio, el Dr. Kosuke Hashimoto.
Según el informe, publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), las personas que suelen superar esa edad tienen más TCD4, que destruye a cualquier otra célula dañada que se cruce en su camino.
“Los supercentenarios son individuos raros que alcanzan los 110 años de edad. Están dotados de alta resistencia a enfermedades letales como el cáncer, derrames cerebrales y enfermedades cardiovasculares”, señala el documento.
Una característica distintiva de este grupo es una vida útil larga y saludable, con una función cognitiva relativamente alta y una independencia física incluso después arribar a la centuria.
El hallazgo ayuda a explicar por qué tantos centenarios afirman que beber alcohol o fumar con regularidad no les impidió alcanzar esa edad.
“Creemos que este tipo de células, que son relativamente poco comunes en la mayoría de las personas, incluso jóvenes, son útiles para combatir tumores establecidos y podrían ser importantes para la inmuno vigilancia”, dijo en un comunicado Piero Carninci, subdirector de RIKEN.
La investigación comparó las células de los sujetos con casi 20 mil pertenecientes a individuos más jóvenes, de 50 a 89 años. Si bien ambos grupos tenían aproximadamente la misma cantidad de células T, los supercentenarios tenían un exceso notable de TCD4 citotóxicas.
Y estas células no solo eran más abundantes en el grupo estudiado, sino más “peligrosas” que en individuos normales. En personas extremadamente ancianas, las células T parecen ser más tóxicas y atacan activamente a los virus y otras amenazas.
Carninci aseguró que la investigación ha dado “nuevas ideas” al equipo sobre cómo “las personas que viven vidas muy largas pueden protegerse de afecciones como infecciones y cáncer”.