Por: José Luis Jaramillo Vela
El intento de Sir Walter Raleigh de poblar el continente y la colonia perdida de Roanoke
En el siglo XVI, en una expedición financiada desde Inglaterra por Sir Walter Raleigh, a quien la Corona Británica le había conferido el derecho de colonizar en su nombre los territorios del nuevo continente; con John White al frente, fué el primer inglés en intentar colonizar el norte del nuevo continente, a bordo de tres embarcaciones, estableció una colonia en la isla de Roanoke en las costas del actual Estado de Carolina del Norte; ahí se establecieron y convivieron con algunas tribus de la región, John White se proclamó como Gobernador de dicho asentamiento. La colonia de Roanoke marchaba bien, incluso ya había nacido la primera persona en la colonia, Virginia Dare, nieta de White; de pronto la colonia comenzó a pasar penurias, sobre todo para mantener su sustento, por lo que John White se vió obligado a retornar a Inglaterra para traer suministros, semillas, instrumentos de labranza y ganado que permitiera subsistir a la colonia y poblar la región.
En 1587, John White zarpa rumbo a Inglaterra por suministros, dejando a la colonia Roanoke; el viaje de White que estaba planeado para ir, cargar y regresarse, por diversos motivos y circunstancias, entre ellas el bloqueo naval de la Armada Española, causó que el retorno se demoró tres años; de manera que, al regresar a Roanoke, en 1590, ya el asentamiento estaba vacío y con signos de tener mucho tiempo
abandonado. Jamás se supo que fue lo que pasó con todos los habitantes, incluida la familia de John White. Fué el primer y fallido intento de establecer un asentamiento permanente por parte de los ingleses.
Rompimiento de la Iglesia Anglicana y la llegada de los Pilgrims
El rompimiento y separación entre la Iglesia Católica y la Iglesia Anglicana, que se originó en 1509 por el deseo del Rey Enrique VIII de anular su matrimonio, ante la negativa del Papa Julio II, provocó la separación de la Iglesia Anglicana de la Iglesia Católica, del Papa y de Roma. En 1603, se produce una fractura interna en la Iglesia Anglicana, fortaleza y sustento de la Corona Británica; debido a una serie de contrarreformas que el Rey Jacobo I de Inglaterra pretendía llevar a cabo, en contraposición a las reformas puristas de Martín Lutero en Alemania y de Juan Calvino en Francia; esto motivó la salida de la Iglesia Anglicana de varios líderes y miembros junto con sus familias, que, buscando su libertad religiosa no solo salieron de la Iglesia, sino también dejaron Inglaterra.
A este grupo se les llamó los “Pilgrims” o Peregrinos, quienes fueron acogidos por Holanda, en donde existía libertad religiosa, ahí duraron diecisiete años, hasta que la Corona de los Países Bajos les ofreció la nacionalidad holandesa, los Pilgrims la rechazaron y decidieron dejar Holanda y emigrar hacia el nuevo continente. En 1620 los Pilgrims a bordo del barco “Mayflower”, desembarcan cerca de Cape Cod en lo que hoy es el Estado de Massachussetts y fundan Plymouth, llegaron 102 Pilgrims encabezados por William Bradford y otros once peregrinos, junto con sus familias. Al llegar, ya existía un pequeño campamento de exploradores ingleses llamado Jamestown en lo que hoy es Carolina del Norte y había también asentamientos franceses en la Luisiana y asentamientos españoles en la Florida y en Santa Fe, en el actual Estado de Nuevo México, y que pertenecía al Virreinato de la Nueva España.
Puritanismo puro, extremo y las Trece Colonias
La llegada de los Pilgrims al nuevo continente causó revuelo en Inglaterra; por una parte esto alentó a miles de ingleses, escoceses e irlandeses a venir al nuevo mundo, la enorme mayoría de ellos venían con sus familias y eran también disidentes de la Iglesia Anglicana, claro que también venían personas impulsadas por el deseo de probar fortuna en tierras desconocidas; todos los recién llegados eran recibidos en el puerto de Plymouth, que se convirtió en la puerta de entrada al nuevo continente. Pronto a William Bradford y los Pilgrims originales se les comenzó a llamar los “Pilgrim Fathers” o “Padres Peregrinos”, por haber sido los primeros en llegar y también se les comenzó a tener un alto respeto, como una especie de patriarcas.
Ante las oleadas de nuevos peregrinos, los Pilgrims originales, o Padres Pilgrim tuvieron que comenzar a imponer sus criterios y forma de pensar en todos los recién llegados, para mantener y unificar el orden
social y religioso, incluso, comenzaron a distribuir a las personas en los nuevos territorios, de forma que se fueran colonizando al parejo y que no todos se concentrasen en una sola área. De esta manera, los Padres Pilgrim sin proponérselo como tal, se fueron convirtiendo en el gobierno y la autoridad de los nuevos asentamientos, para el correcto funcionamiento de los nuevos puntos de colonización que se iban estableciendo. A estos asentamientos, se les empezó a conocer como la “Nueva Inglaterra”.
Los Pilgrims eran extremadamente conservadores y guardianes de un puritanismo religioso en grado sumo; por eso rompieron con la Iglesia Anglicana, por las contrarreformas establecidas a raíz de las reformas puritanas de Juan Calvino. Para ellos no existían los placeres, eran cosa prohibida, celosos defensores de la virginidad, tanto masculina como femenina, en cuanto al sexo, únicamente se aceptaba en el ámbito matrimonial; practicaban la religión al estilo de las más puras bases del catolicismo original, tal y como lo proponía Calvino; para ellos todo debía ser “purificado” de la posible intervención de satanás. Además, los puritanos tenían una sólida creencia en la “doctrina de la predestinación” (que establecía que todos y todo lo que existe, estamos predeterminados desde la eternidad por Dios, por lo que cada ser humano debía hacer y ampliar sus horizontes lo más posible, ya que de todos modos Dios tenía predestinado para cada uno, ya sea su salvación o su condena); la cual adoptaron en 1530, imbuida por John Winthrop, uno de los Padres Pilgrim.
De tal manera que este era el escenario de la Nueva Inglaterra, regida y controlada completamente por los Pilgrim puritanos, quienes organizaban y distribuían los territorios, situación que dió origen a la creación de las famosas “Trece Colonias”. Las Trece Colonias originales fueron las siguientes: Colonias de la Nueva Inglaterra: Massachussetts, New Hampshire, Rhode Island y Connecticut; Colonias Medias: New York, New Jersey, Pennsilvania, Delaware; Colonias del Sur: Maryland, Virginia, Carolina del Norte, Carolina del Sur y Georgia. Y comenzaron a autonombrarse como “Estados Unidos”.
Intervención de la Corona Británica
Como era de esperarse, la Corona Británica puso el grito en el cielo y reclamó los nuevos territorios, bajo el argumento de que lo que los ciudadanos ingleses descubrieran, era en nombre de la Corona, El Rey Carlos I de Inglaterra trató de intervenir y solamente pudo quedarse con la Provincia de Virginia en poder de la Corona, ganándose el repudio de los Pilgrims cuando los bautizó como “Padres Mojigatos”. En 1685 el Rey Jacobo II de Inglaterra y VI de Escocia, emitió un Decreto Real, mediante el cual las Trece Colonias pasan a formar el “Dominio de Nueva Inglaterra” como parte de la Corona Británica; por supuesto que esto originó descontento y no estuvieron de acuerdo; pero en 1688 es derrocado Jacobo II y con él se derrumba el Dominio de Nueva Inglaterra.
Al expandirse el territorio, incluso hasta lo que hoy es Canadá, a los Pilgrims se les comienza a salir de control, tanto la gobernabilidad como la religión e interviene la Corona Británica, en 1702, el Rey Guillermo III les ofrece ser parte de la Corona Británica, apoyarlos con la ley, el orden y el gobierno; las colonias toman los beneficios de la Corona, y la Corona también se beneficia de las riquezas generadas por el tráfico de esclavos y la piratería, y los impuestos, respetando su forma de religión y su forma de elegir sus gobiernos locales. La cosa funcionó mas o menos un tiempo, luego los colonos sintieron que era más lo que ellos aportaban a la Corona vía impuestos y contribuciones, que lo que recibían de ella, hasta que, en 1775, al Rey Jorge III se le ocurre cobrar un impuesto por cada carta que los colonos enviaran a Inglaterra, esa fué la gota que derramó el vaso y decidieron independizarse por completo de Inglaterra, desatando la “Guerra de Independencia” con el apoyo de España y Francia. El 4 de julio de 1776 se emite la “Declaración de Independencia de Estados Unidos”.
El Destino Manifiesto: God Bless América… Nace Estados Unidos de América, una nación elegida por Dios… ¡¡por Dios vaya a usted a saber quién!!
El Acta de Independencia de Estados Unidos, fué firmada por 56 personas, todos ellos pasaron a la historia de ese país como “Los Padres Fundadores de Estados Unidos de América”, todos, absolutamente todos ellos provenientes y descendientes puritanos de los Pilgrims pobladores originales, por lo tanto, el puritanismo religioso estaba garantizado, el conservadurismo político también; ahora ya no eran colonos, eran un país, una nación independiente y mantenían su puritanismo y sus convicciones políticas y religiosas intactas, como cuando llegaron, y por supuesto, ese sello se lo imprimirían a su política de Estado…y afectaría al mundo entero, por los siglos de los siglos…!!
Basados en su puritanismo absoluto y en su antigua Doctrina de Predestinación, los gobernantes del nuevo país, encabezados por George Washington como su primer presidente, y Thomas Jefferson como su principal ideólogo, desarrollaron una serie de políticas y doctrinas tendientes a la expansión y la conquista. El nuevo país desde su fundación se declaró “Bendecido y elegido por Dios”, y predestinado a ser el conductor del mundo, acuñando su famosa frase “God Bless América”, sentenciando así que Estados Unidos había nacido para ser un líder del mundo. Ellos sabían que muy lejos de ahí, pero en el mismo territorio, había una salida al Océano Pacífico y su concepto de Predestinación les indicaba que debían expandirse hacia allá, como una primera etapa de su expansión
El Mito de la Frontera
Estados Unidos, el nuevo país en el mundo, en sus inicios ocupaba tal vez, si acaso un cinco por ciento de su territorio continental actual, era una porción de territorio mínima en comparación con otros países y territorios del mundo, sin embargo, ya eran un país, una nación. Ellos no repararon en ver cómo se gobernaban, ya traían un esquema de gobierno muy bien elaborado desde las Trece Colonias, más su
ideología religiosa; les quedaba muy claro, en base a sus creencias religiosas que habían sido predestinados como un pueblo tocado por Dios. De inmediato establecieron un gobierno democrático, felizmente sabían (¿y por qué otros países no?), que su éxito como nación estaba basado en el éxito de sus ciudadanos; desde un principio ésa fue su forma de gobierno, enfocado al éxito, a la fortuna, a la libertad, a la felicidad y al bienestar de sus ciudadanos, buscando siempre facilitarles las condiciones para el éxito y la prosperidad, sabiendo que ahí radicaba el secreto de su éxito como nación. Y aunque estaban limitados de territorio, ampliaron sus horizontes en base a sus convicciones religiosas, a su puritanismo y a su férrea disciplina en el manejo de sus recursos financieros y el total cumplimiento de la ley y el orden en todos los aspectos de su vida.
Con esa visión de las cosas, ellos no consideraban a “La Frontera” como un límite donde termina un país y comienza otro, de ninguna manera, para ellos la frontera significaba donde termina un territorio conocido y donde empieza un territorio por conquistar, ése era (y sigue siendo) su concepto de frontera, y en base a ese concepto se fueron a conquistar los territorios indios de las tribus nativas americanas y terminaron por someterlos y anexar los territorios a la nación; con esta anexión, Estados Unidos se hizo de los siguientes territorios: la mitad de Dakota del Norte, la mitad de Minnesota, Wisconsin, Michigan, Illinois, Indiana, Ohio, Kentucky, Tennessee, Mississippi, Alabama, casi la totalidad de Georgia, las dos Carolinas, las dos Virginias, Pennsilvania y Nueva York, una vez anexados los territorios indios, se presenta la siguiente frontera: los territorios de la Nueva España. Por supuesto que planeaban anexárselos, pero había que pensarlo bien cómo hacerlo, pues pertenecían a España, en ese momento, el país más poderoso del mundo, y ellos eran simplemente Estados Unidos. Pero de que iban por esa frontera, no quedaba la menor duda.
La Doctrina Monroe
En 1803, Estados Unidos le compra a Francia las Luisianas por quince millones de dólares, y con ello se hace de los actuales Estados de: Montana, Wyoming, Dakota del Sur, la mitad de Colorado, Nebraska, Iowa, Kansas, Missouri, Oklahoma, Arkansas, la quinta parte de Texas y Nuevo México y la Luisiana. Luego en 1821, mediante el tratado Adams-Onis, que fué una verdadera triquiñuela y un asalto en despoblado, Estados Unidos le birla a España la península de la Florida y le invade Cuba y Puerto Rico; ahora el siguiente objetivo: México.
Pero en 1823, España se preparaba para lanzarse a reconquistar los territorios de América que se le habían independizado, entonces los caudillos sudamericanos Simón Bolívar, José de San Martín y Antonio José de Sucre, habían proclamado la posibilidad de crear una sola República Panamericana, que comprendiera desde México (antes de su división), hasta Argentina, Chile y Patagonia, con excepción de Brasil que era una posesión portuguesa. Esta idea retumbó como cañonazo en Washington, el Presidente James Monroe declara su “Doctrina Monroe”, en donde se proclama la famosa frase “América es para los americanos”, en un intento por amedrentar los afanes de
reconquista de España y también hacerles saber a los caudillos latinoamericanos que Estados Unidos ya era un país con un cierto poderío y que podía invadirlos, y para ello contaba con un gran aliado: el Imperio Ruso. La Doctrina Monroe establecía claramente cuáles eran los intereses de Estados Unidos en el continente y no permitiría la intromisión de ningún país europeo en los asuntos de América. Mientras, Monroe y los siguientes presidentes gringos se dedicaron a amenazar, agredir e invadir a México y aún así, no podían anexárselo.
En 1845, el Presidente de Estados Unidos James Knox Polk tenía un ambicioso proyecto de expansión para Estados Unidos, que incluía la anexión de varios grupos de las Islas de la Polinesia y Hawái; ya le había echado el ojo a Alaska, Centroamérica y por supuesto a México, que era el primer objetivo en su lista. Ese mismo año, de manera muy hábil y audaz, el gobierno estadounidense relanza su Doctrina de la Predestinación, ahora con el nombre del Destino Manifiesto, y a través del periodista John L. O’ Sullivan, un influyente columnista político quien en una feroz campaña periodística vuelve a poner de moda el término del Destino Manifiesto, ahora lanzado hacia todo el mundo, con la intención de que en la mente de todos en cada país estuviera presente la idea de que Estados Unidos era el heredero del Destino Manifiesto y tenía derecho a expandirse y colonizar, simplemente “Por la autoridad divina de Dios”.
De manera simultánea, reaparecen las personificaciones masculina y femenina de Estados Unidos, por un lado, la figura del “Tío Sam”, personificación masculina de Estados Unidos, con una figura y gestos autoritarios que claramente se asumía como el que pone autoridad, orden y paz, así mismo, como guardián del mundo, y los ciudadanos de cualquier país así lo percibían. Luego reaparece “Columbia”, la personificación femenina de Estados Unidos, todo lo contrario del Tío Sam, a Columbia se le representaba como una mujer de figura angelical, que a donde sea que vaya lleva la luz de la civilización, el conocimiento, el progreso y la prosperidad; de esta forma, Estados Unidos hábil y audazmente le decía al mundo quiénes eran y cómo se consideraban a sí mismos y lo más importante, cómo debía el mundo considerarlos a ellos; luego la figura del Tío Sam, de inmediato el efecto sicológico era de que se les debía tener respeto y Columbia enamoraba y provocaba el efecto de un país encantador donde abunda el progreso y la prosperidad.
Un año después, en 1846 el Presidente James Polk ordena la invasión a México, con claros fines expansionistas y provoca la “Guerra México-Estados Unidos”, en la que durante dos años México defendió de manera estoica y heroica su territorio, hasta que en 1848 ya no pudo más y se vió obligado a venderle a Estados Unidos, por quince millones de dólares todos los territorios al norte del Rio Bravo, que representaban poco más de la mitad de su territorio, mediante los “Tratados de Guadalupe-Hidalgo”. Con esta anexión, Estados Unidos se hizo con los Estados de: California, Idaho, Oregon, Washington, Arizona, Utah, Nevada, la mitad de Colorado, la mitad de Dakota del Sur, Nuevo México y Texas; de esta manera derribaron todas las fronteras y se expandieron hasta el Océano Pacífico.
Y así, esa es la forma de expansión de Estados Unidos, mediante invasiones, guerras, compras obligadas, engañosos y manipulados tratados; eso es lo que lo ha llevado a ser el país más poderoso de todo el mundo, ellos son quienes aprueban o desaprueban, quienes quitan y ponen, quienes dictan y corrigen, quienes o te protegen o te atacan y a final de cuentas, nos lleva a preguntarnos ¿son realmente los Estados Unidos un país predestinado y elegido por Dios, o son simplemente unos audaces y voraces gandallas?
Fuentes Bibliográficas:
+ artsandculture.google.com
+ archives,gov.usa
+ prezi.com
+ aboutespañol.com
+ eumed.net
+ historia.nationalgeographic.com.es
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