Entrevista a Enrique Krauze: “Si hay un triunfo abrumador del gobierno de López Obrador, estamos enterrando la democracia mexicana”
“El poder es lo único que le importa. Creo que hará todo lo posible por seguir influyendo”, advierte. Y teme por una victoria muy amplia en las elecciones presidenciales de este domingo del oficialismo y su candidata, Claudia Sheinbaum. “Si el resultado es abrumadoramente favorable al gobierno, no me queda la menor duda que estamos enterrando la democracia mexicana”, alerta.
–¿Cuál es el principal legado que deja López Obrador?
–Desgraciadamente, es un legado muy negativo. Son 186.000 muertes violentas, producto, sí, de una tendencia que venía de atrás, pero que se acrecentó claramente durante el sexenio de López Obrador debido a la inoperancia de la política de no perseguir al crimen con el famoso “abrazos, no balazos”. El terrible saldo que dejó el Covid-19, de 800.000 muertos, de los cuales está probado ya que 300.000 no debieron morir y murieron porque hubo una ineficiente y yo diría irresponsable cantidad de errores en la atención médico. Eso, y un largo, largo etcétera, daños institucionales, destrucción institucional, por ejemplo, el seguro popular, instituciones educativas, de salud, el daño al medio ambiente. Es un legado muy oscuro, muy negro, que la historia estoy convencido va a tratar con mucha severidad. Del lado positivo, hay que decir que López Obrador echó a andar una serie de apoyos directos en efectivo a la población más necesitada que, aunque existían en el pasado, esas entregas las multiplicó. Eso ha sido muy importante. Ha sido uno de los pilares de su éxito. Hay una gran polémica, una discusión, si eso realmente acaba con la pobreza. Sí, acaba con la pobreza por un tiempo, y esos programas sociales van a tener que seguir quien quiera sea la presidenta. Pero tienen que complementarse. Si no hay servicios médicos, o no tienen guarderías para dejar a los hijos, tienen que gastar en medicina privada. El resultado con respecto a la pobreza es al menos discutible. Ese es el saldo. Es un saldo muy oscuro en seguridad, salud, educación, y un saldo muy negativo en cuanto a las amenazas a la vida democrática.
–¿Cree que López Obrador se retirará, o seguirá influyendo?
–Es muy difícil para él retirarse de la política. El poder es lo único que le importa. Creo que hará todo lo posible por seguir influyendo. En México existe un precedente importante que los mexicanos tenemos presente. Al principio de la era del PRI, hace como 100 años, hubo un presidente, Plutarco Elías Calles, que era el jefe máximo de la revolución y hubo tres presidentes sucesivos que lo obedecían. A ese período se le llama el Maximato, porque Calles era el jefe máximo. Bueno, muchos comentaristas han dicho que López Obrador puede intentar volverse el jefe máximo de la regeneración nacional, un poder por encima de Sheinbaum. Esa tensión, si gana Sheinbaum, la vamos a ver.
–¿Cómo cambió la presidencia López Obrador?
–De manera muy acusada. Los presidentes de México, salvo excepciones, no tenían un estilo populista. La excepción es Luis Echeverría. Desde luego, no monopolizaban el micrófono. La polarización, la división de buenos y malos. El acoso a la prensa, a los críticos. Desde luego, la costumbre de la mañanera. Bueno, esa, ¡ni siquiera Hugo Chávez! Hugo Chávez tenía su “Aló Presidente” cada domingo. Pero esto es todos los días, y luego las conferencias o las intervenciones de fin de semana. La omnipresencia del presidente es algo nuevo. Durante la época del PRI, el poder tenía dos pilares, el presidente y el partido. El presidente era muy poderoso, pero siempre tenía que contar con el partido. El presidente no era dueño del partido. A los seis años, había un nuevo presidente. López Obrador es dueño de Morena. Nadie discute, se hace lo que él dice. Yo diría que la concentración del poder en López Obrador ha sido en muchos sentidos mayor que la de los presidentes del PRI.
–¿López Obrador concentró más poder?
–Diría que sí, salvo que existe todavía una Suprema Corte que ha sido un freno hasta ahora. Y todavía existe un sector del Congreso en contra. Pero fuera de eso, la concentración del poder, es mayor que entonces, sí.
–¿Estamos viendo el nacimiento de un nuevo PRI?
–No, porque el PRI era una institución. Mire, yo fui un crítico por 50 años del PRI. El último defensor del PRI soy yo. Pero el PRI era una instituciuón. Eso es muy importante. El PRI tenía federaciones, confederaciones, obreros, campesinos, burocrátas. Entonces había que negociar, darles prebendas, y puestos, y si, era una maquinaría electoral, y una maquinaria de ascenso social y de control politico, pero también de ascenso social y económico. Era un mecanismo, una especie de súper empresa politica, económica, social disfrazada de partido politico. Morena no es eso. Morena es un movimiento de masas que obedece a un caudillo. El PRI no obedecía a un caudillo. Era una institución, una maquinaria. Esto, no. Es un movimiento que depende de un caudillo. De ahí se sigue que no, no es fácil que ocurra eso, y además existe una oposición de la mitad de México. Y existe algo nuevo completamente, una conciencia ciudadana activa en las calles y en las redes muy importante.
–¿El obradorismo no va a ser una hegemonía política?
–Mire, no estoy seguro, y ese es mi temor. Por eso he escrito alertas, porque yo creo que cuando se trata de un movimiento de masas, y un líder decidido a que él y su proyecto encarna la única vía para un país, bueno, están dados los elementos, los ingredientes para una situación muy delicada.
–¿Cómo explica la popularidad de López Obrador?
–Muy fácil. Por un lado, desde luego, indudablemente los programas sociales han sido exitosos. Este ha sido un factor importante, al menos en un sector grande de la población. Pero lo otro es lo siguiente: los medios de comunicación masiva, básicamente la televisión, repiten la mañanera, todo los días, sin contraste. Si tienes un señor viendo todos los días tres horas de television y los principales noticieros que ve la gente humilde, la que no se entera por Twitter… bueno, ya, con eso le digo todo. En ningún sentido es un misterio. Ponga a Donald Trump tres horas al día y ponga a Fox, CBS, NBC, ABC y todas repitiendo su mensaje.
–¿Qué está en juego en esta elección?
–Si llegara a haber un resultado abrumadoramente favorable a Sheinbaum, es decir, al proyecto de López Obrador, y tienen control en el Congreso y ganan ciudades y estados, y se dé el triunfo por la vía que sea, ya hubo en la campaña inequidad clarísima porque el presidente ilegalmente intervino todos los días hablando. Eso está prohibido. Bueno, si el resultado es abrumadoramente favorable al gobierno, no me queda la menor duda que estamos enterrando la democracia mexicana. Van a supeditar al Poder Judicial inmediatamente al Ejecutivo, se apoderarán ya definitivamente del Instituto Electoral, limitarán la libertad de expresión, y estaremos en esa situación. ¿Qué posibilidades le veo? Francamente, bajas. Creo que al menos el Congreso será tal que no tendrán la mayoría calificada, y tendrán derrotas en algunos estados, y con esta ciudadanía alerta en la calle y las redes, la lucha por la democracia y la libertad en México será todavía muy larga, pero seguirá viva.
–¿Y cómo ve esa tensión que avizora entre Sheiunbaum y López Obrador?
–Si llega con un margen que no es abrumador y además con limitaciones indudables que tiene Sheinbaum, presupuestarias, económicas… bueno, creo esa debilidad será su fortaleza porque será evidente que tendrá que negociar y creo que ella terminará por entender que, sin romper con López Obrador, tiene que afirmar su poder y decir “bueno, pues México necesita seguir con los programas sociales, etcétera, pero necesitamos cambiar de rumbo en seguridad, salud, energía, en educación”. Yo sí creo que es posible, pero eso depende del resultado de la elección, pero también depende de que ella tenga la resolución para hacerlo. Y yo, a esta altura, todavía… no la conozco, no quiero juzgarla solo por lo que ha hablado, pero si ella se decide a tomar distancia, con mayor razón México estará en vías de una situación menos anormal, menos peligrosa de lo que hemos vivido.
–¿Ve el modelo de López Obrador en otros países de la región?
–Fíjate que no. La Argentina es una democracia, está polarizada, está enconada. Pasó del peronismo a Javier Milei, de un modo abrupto, el estilo es volcánico. A mi no me gusta, pero hay democracia, en Chile, en la Argentina, Uruguay. Yo creo que la hay incluso en Colombia, por la vieja tradición democrática en Colombia. Hay Congreso, hay prensa, hay libertad de expresión, hay polarización, pero no, no, no, yo creo que el modelo de López Obrador no es muy distinto al de Hugo Chávez. Ahora, Nicolás Maduro ya no es Hugo Chávez, Maduro ya es un dictador. Lo mismo Daniel Ortega, era un revolucionario, se volvió un dictador. No tengo una visión tan oscura de la salud democratica de América Latina. Los países tienen sus propios problemas y están lidiando con ellos mismos. A quién se parece López Obrador de verdad, en buena medida, hasta por sus predilección por los militares, es a Chávez. Locuaz hablando, prometiendo, su simpatía por Cuba. No veo el ejemplo de López Obrador cundiendo, ni siquiera en México, porque por más que quiera Sheinbaum tomar clases de retórica populista, pues no le sale. El carisma no se hereda.
–¿Es optimista sobre el futuro de México?
–No. Soy moderadamente optimista.
–¿Cree que México puede ir por el camino de Venezuela?
–No es descartable, pero veo muy difícil que México siga el camino de Venezuela, entre otras cosas por la vecindad con Estados Unidos, que nuestra economía es estructuralmente distinta a la venezolana. Pero en términos estrictamente políticos, sí estoy muy preocupado, y espero que los resultados sean de tal naturaleza, arrojen un equilibrio, una contención, que permita y obligue a la conciliación y al diálogo. Es lo que no hubo en este sexenio.