Por: New York Times
Hay muchas probabilidades de que algunos casos de la misteriosa enfermedad parecida al polio observada recientemente en niños de EE. UU. podrían haber sido mal diagnosticados, informa un estudio reciente.
La mielitis flácida aguda (MFA), que provoca una parálisis potencialmente letal y que ataca sobre todo a los niños, ha recurrido en olas bienales en Estados Unidos desde 2014.Pero es probable que algunos niños diagnosticados con MFA en realidad sufran otro trastorno neurológico. Y hay unas probabilidades igual de altas de que algunos casos reales de MFA se estén obviando, señaló el Dr. Matthew Elrick, neurólogo pediátrico en la Universidad de Johns Hopkins, en Baltimore.
«Se trata de un diagnóstico difícil», dijo Elrick, investigador principal del estudio. «Se solapa con otras enfermedades».
Su equipo revisó a 45 niños que cumplían la amplia definición federal de MFA, y encontró que 11 en realidad sufrían de otras enfermedades neurológicas.
Elrick y sus colaboradores creen que han identificado unos síntomas específicos que indican la MFA con una mayor claridad, basándose en el grupo de niños que estudiaron.
Es importante crear una definición más precisa, porque la MFA es «un importante problema de salud pública en el que de verdad debemos enfocarnos», enfatizó Elrick.
Hasta ahora en 2018, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE. UU. han confirmado 116 casos de MFA, de un total de 286 reportes bajo investigación. Esos casos han ocurrido en 31 estados de EE. UU.
Esta es la tercera ola de MFA en Estados Unidos, y se prevé que sea la más grande registrada.
La MFA apareció por primera vez en 2014, cuando 120 niños de 34 estados fueron víctimas de una misteriosa debilidad muscular.
En 2016 atacó otra oleada, y hubo 149 pacientes afectados en 39 estados.
«Durante el primer brote en 2014, fue un hecho curioso que esperábamos que sucediera una sola vez, pero ahora es un patrón establecido, que volvió en 2016 y 2018, con unas mayores cantidades cada vez», comentó Elrick. «Hay muchos motivos de preocupación de que podría haber otro brote en 2020 y más allá».
El nuevo estudio, publicado el 30 de noviembre en la revista JAMA Pediatrics, encontró que los niños con MFA definitiva comparten varias características:
- Todos los niños con la MFA definida de forma más restrictiva tuvieron una infección viral que precedió a su debilidad.
- Todos esos niños tuvieron resultados similares en IRM, pruebas del fluido cefalorraquídeo y electromiografías (una prueba de la actividad eléctrica del tejido muscular).
- Todos los niños tenían un patrón de debilidad muscular que indicaba daño en las neuronas motoras inferiores, que son células nerviosas de la médula espinal que inician la contracción muscular.
«No solo estaban débiles, sino que su tono muscular se había reducido y sus reflejos se habían reducido o desaparecido», dijo Elrick.
Otro par de síntomas podrían indicar MFA, pero no son concluyentes, añadieron los investigadores.
Casi todos los casos de MFA comienzan de forma asimétrica, es decir, con un lado del cuerpo más afectado que el otro, indicó Elrick. Pero eso no puede usarse para descartar la MFA en un niño con una debilidad simétrica.
La cronología también podría ser importante. «Los síntomas aparecen relativamente de repente, y entonces avanzan de forma gradual a lo largo de horas o días, mientras que algunos otros casos tienen un inicio realmente rápido», dijo Elrick.
Por otra parte, hay síntomas que deben llevar a los médicos a considerar un diagnóstico aparte de la MFA, dijeron los investigadores.
Por ejemplo, los niños con MFA por lo general no pierden la sensación con la parálisis. Tienden a estar despiertos y alertas, y las IRM no muestran ninguna señal de lesiones ni daño en el cerebro, dijo Elrick.
«No diría de forma inevitable que un niño que no cumpla esos criterios en el hospital sin duda no tiene MFA, pero al menos me haría pausar y volver a considerar diagnósticos alternativos», señaló Elrick.
Pero para encontrar un tratamiento o cura para la MFA, los investigadores deberán ser mucho más precisos al elegir a los pacientes a estudiar, planteó Elrick. De esa forma, sabrán que están trabajando con alguien que en realidad sufre de la enfermedad.
De hecho es muy posible que algunos casos de MFA se estén diagnosticando mal, apuntó la Dra. Riley Bove, neuróloga en la Universidad de California, en San Francisco.
«Sé que a veces las presentaciones en los niños pueden solaparse. Varios tipos distintos de afecciones pueden provocar lesiones en la médula espinal», dijo Bove, autora de un artículo de perspectiva publicado junto con el estudio de Elrick.
Luca, el hijo de 8 años de Bove, desarrolló MFA durante la primera ola en 2014, y comparte las características identificadas por el equipo de investigación de Elrick.
El chico enfermó con un virus que se propagó por su casa y su escuela, y se recuperó, dijo Bove.
«Unos 10 días después se despertó, y su cabeza no se sostenía, dijo que estaba mareado y no podía sentarse derecho», comentó Bove. «A lo largo del día, su cuello y su brazo derecho se paralizaron».
Empeoró más durante la semana siguiente, perdiendo toda la función muscular de la cara hacia abajo. En un momento, la parálisis de Luca empeoró tanto que necesitó asistencia para respirar y comer, dijo Bove.
El chico salió de rehabilitación «muy flácido y débil» dos meses después, según Bove.
«Todavía tiene una debilidad desigual en la mayoría de las partes del cuerpo, sobre todo el brazo derecho, el cuello y el hombro», dijo Bove. «Tuvo que aprender a escribir con la mano izquierda. Tiene esa clásica extremidad flácida, delgada, corta y pequeña que se ve en la polio».
Aun así, los padres preocupados deben ser conscientes de que se trata de algo «extremadamente poco común», enfatizó Bove.
Pero como es una afección poco común, los padres deben estar preparados para presionar mucho a los médicos si su hijo desarrolla una debilidad muscular tras una infección viral, añadió.
«Los padres de verdad deben ser defensores en esta situación, porque la afección es rara y hay poca concienciación sobre ella», dijo Bove. «Si un padre nota síntomas inusuales en su hijo, de verdad debe ser persistente para que los evalúen».