by GABRIELA ESPINOSA
La idea de honrar a los muertos y venerar a la muerte se remonta a la época prehispánica y se sostuvo mucho después con la llegada de los conquistadores y frailes evangelizadores al naciente México.
Y en todo este tiempo se registraron distintas ofrendas y rituales que fueron evolucionando y diversificándose con el paso de los años. Muchas familias en nuestro país colocan una ofrenda por el Día de Muertos y dependiendo de la región varían los elementos que lleva.
Pero ¿sabías que existe una creencia que apunta a que las almas van llegando a visitarnos en un orden y días específicos?
¿En qué orden llegan los muertos?
Como sabemos, según la religión católica, las celebraciones de Todos Santos y de los Fieles Difuntos se llevan a cabo los días 31 de octubre, 1 y 2 de noviembre.
Durante esos días los muertos regresan para poder disfrutar de la esencia y el aroma de la comida, la bebida y de la compañía de sus seres queridos. Se habla de que en la ofrenda no puede faltar el pan de muerto, el agua, comida, cempasúchil, veladoras para alumbrar el camino, incienso, etc.
Ahora, el orden en que llegan las almas es una creencia que depende por completo de la zona geográfica en la que nos paremos. Esta información solo es parte de lo mucho que hay en todo el país, así que si conoces algún otro orden no dudes en compartirlo.
El 28 de octubre comienzan a llegar las almas de personas que murieron en actos violentos, aquellas que fueron asesinadas o que sufrieron un accidente. Generalmente si se conoce el lugar exacto en el que murieron, se le llevan flores y veladoras.
El 30 de octubre se ofrendan flores blancas y una vela a los niños que perdieron la vida sin ser bautizados.
Un día después llegan los niños en general. Es por eso que el 31 de octubre se les ponen flores blancas, juguetes, velas, dulces y pan. Ese día, justamente a las 12 de la tarde, las campanas de las iglesias en los pueblos y comunidades repican para anunciar su llegada.
La tradición dice que hay que prender el copal y rezar una oración.
Finalmente el 1 de noviembre llegan todos los “grandes”, los adultos que ya se nos adelantaron pero que recordamos con mucho cariño como a todas las almas.
En algunas comunidades las campanas repican a las 12 de la tarde. A esa hora el camino de cempasúchil ya está listo para guiarlos a casa, se enciende el copal y el incienso, se pone música, se reúnen las familias.
Ah y no te olvides de las mascotas, ellas también regresan para estar con nosotros aunque sea un ratito o unos días. Por ahí dicen que si pruebas la comida que pusiste en la ofrenda una vez que pase el día de muertos no tiene sabor porque las almas ya se llevaron su esencia.