Además de los cuidados en la alimentación y el ejercicio físico regular, existe un “plus” que quienes buscan perder peso pueden poner en práctica. Qué hacer
La búsqueda de resultados inmediatos suele llevar a quienes desean adelgazar a buscar dietas mágicas que, a pesar de promesas grandilocuentes, no conducen a resultados duraderos en el tiempo.
Sin embargo, de la mano de un plan de adelgazamiento y una adecuada rutina de ejercicio físico acorde a las necesidades de cada persona y su estado corporal, existe un hábito sencillo que aquellas personas que desean perder peso deberían incorporar a su día a día. Se trata ni más ni menos que de las duchas frías, que de un tiempo a esta parte se popularizaron debido a las propiedades que se le conocen acerca de la activación de la circulación sanguínea, la reducción del dolor post entrenamiento, entre otras.
Básicamente, lo que la denominada terapia de agua fría genera, más allá de que como consecuencia de ella se evidencie un descenso de peso o no, es la aceleración del metabolismo.
Se sabe que las dietas mágicas no existen y que son los cambios de hábito los que darán resultados sostenibls en el tiempo (Getty)
Los estudios en la materia hallaron que el agua fría -tirando a congelada- acelera el metabolismo, de ahí que se crea que pueda ser una aliada clave para quemar más grasa.
Y al tiempo que los especialistas recomiendan que cada persona consulte con su médico antes de probar esta terapia, ya que el agua fría/congelada afecta a la presión arterial y la circulación y puede no estar recomendado en todos los casos, aclararon que “requerirá cierto tiempo que esta terapia surta efecto, es decir que no bastarán un par de duchas frías para notar diferencias en el peso corporal”.
Otros beneficios de ducharse con agua fría
La ducha fría puede ser el complemento ideal de la dieta y la rutina de ejercicio físico (Getty)
Para muchos el momento del baño diario -más allá de sus fines higiénicos- es una oportunidad para relajarse y hacer un alto en la jornada para dedicarse al autocuidado. En este sentido, la temperatura del agua suele generar controversias: están quienes gustan de ducharse con agua caliente, casi hirviendo, y aquellos que en el último tiempo se sumaron a la tendencia de bañarse con agua fría.
Y si bien el gusto particular es la razón de mayor peso, hay una serie de beneficios que ratifican la supremacía de las duchas frías (incluso en invierno). Tanto si la persona realiza el baño completo con agua fría como si lo hace con agua tibia o caliente y concluye con un último “aclarado” a menor temperatura, al parecer son muchos los aspectos positivos de esta costumbre.
– Fortalece el sistema inmune. Un estudio publicado en la revista Plos One comprobó que, de una muestra de 3.018 participantes, el absentismo laboral por enfermedad se redujo en un 29% en el grupo que siguió un régimen de duchas frías.
– Activa la circulación sanguínea, ya que los vasos sanguíneos se contraen y el pulso se acelera.
Los baños con agua fría, entre otros beneficios que aportan al organismo, potencian el sistema inmune (Getty)
– Evita la aparición de varices y celulitis. Dado que estimula la circulación, el agua fría también alivia la sensación de piernas cansadas y combate la retención de líquidos.
– Después de un entrenamiento duro o en aquellas personas que practican running, alivia la inflamación muscular y ayuda a la recuperación del rendimiento.
– Despeja la mente. Esto es así porque el cuerpo responde al frío para mantener la temperatura corporal.
– Incrementa la energía. Esto es debido a que las terminaciones nerviosas de la piel se activan como respuesta al frío.
El agua fría activa la circulación de la sangre, y como consecuencia, mejora el aspecto de la celulitis (Getty)
– Refuerza el sistema cardiovascular y mejora la función cardiaca. Del mismo estudio anterior también se extrajo que la exposición al frío produce una vasodilatación compensatoria en el sistema vascular más profundo, lo que resultó en un aumento del flujo sanguíneo a los tejidos subyacentes al sitio de exposición.
– Es bueno para el pelo. Ayuda a cerrar los poros capilares y limpiar profundamente el cuero cabelludo.
– Es bueno para la piel. El agua caliente reseca la piel, mientras que el agua fría la descongestiona, desinflama y activa la circulación. Como consecuencia, tanto la piel del rostro como de todo el cuerpo se verá más firme, elástica y luminosa.
Según las recomendaciones, esta terapia puede probarse con duchas empezando con agua templada y pasar a fría (15 grados) unos minutos y así progresivamente hasta tolerar el baño completo. Tal vez la cercanía de los meses de calor en el hemisferio sur sea una buena oportunidad para intentar ponerlo en práctica.