En Puebla, pides comida y te recetan cárcel
Por Iván Leo Tepatzi Ramírez
Por más que se diga, disfrazada o abiertamente, por el señor presidente López Obrador y el doctor López Gatell, ni se “doma la pandemia”, ni se “aplana la curva” de los contagios por COVID-19 en el país, y tan así es, que nada más el día de hoy, de acuerdo con las cifras que da López Gatell, en las últimas 24 horas ocurrieron 578 defunciones, además de 7 mil 615 contagios nuevos confirmados, para un total de 338,913 casos confirmados y un acumulado de 38,888 defunciones confirmadas. A pesar de ello, no se implementa ni para tapar el ojo al macho, un programa nacional alimentario que contribuya a paliar el hambre de todos los mexicanos que en esta pandemia dejaron de trabajar, los corrieron, o les pagan al 50%. O simplemente, a los vendedores ambulantes que fueron corridos de su lugar de trabajo.
Y para colmo de los males, aparece de nuevo el señor gobernador de Puebla, Miguel Ángel Barbosa Huerta, de extracción morenista. Sí, es el famoso gobernador peor evaluado del país, y también es el artífice -en contubernio con el Instituto Electoral del Estado de Puebla (IEEP) y del Tribunal Electoral del Estado de Puebla (TEEP)- de haberle negado el registro como partido político al Movimiento Antorchista Poblano (MAP), es el gobernador que recortó el presupuesto hasta el 50% a los municipios, a los que de por sí no les alcanzaba a los municipios para poder desarrollar y hacer obras y servicios para las colonias y pueblos, y pues ahora menos. Es él, que últimamente torció la ley o la puso a modo para que en las próximas elecciones gane o gane a fuerzas; su iniciativa de ley, enviada para su aprobación al Congreso del Estado, prohíbe colocar propaganda electoral hasta en el baño, promover la imagen del candidato, y recorta el presupuesto a los partidos políticos.
Lejos de implementar un programa estatal alimentario para todos los poblanos sin distinción, este gobernador se dedica a usar el Estado y su tribuna para acusar vilmente de cualquier calumnia que le viene a la mente, a los luchadores sociales del Movimiento Antorchista. Tal es caso de nuestra compañera Rosario Sánchez, quien ahora tiene una orden de aprehensión en su contra por órdenes de Barbosa; la compañera, al igual que todos los activistas de Antorcha, es muy querida y respetada por los colonos y campesinos. A nuestra compañera se le acusa de un delito que no cometió, junto a otros dos compañeros: se le atribuye el robo de despensas de una vez en que los malamente llamados “servidores de la nación” entregaban despensas, ya saben, a su manera, solo de manera selectiva: “tú sí, tú no, porque eres o pareces de Antorcha”. En ese momento en que se hacía una entrega de despensas de esa manera discriminativa a los colonos, unos compañeros le pidieron a Rosario su intervención para que el reparto fuera justo y no de manera selectiva. Ella sólo se limitó a calmar los ánimos y a sumarse a la exigencia de reparto parejo de las despensas, pero sin arrebatarlas a los “servidores de López Obrador”, perdón, “de la nación”. En pocas palabras, no cometió ningún delito.
Los antorchistas chihuahuenses estamos listos y dispuestos en acudir al llamado de la organización en caso de consumarse la amenaza de cárcel; codo con codo, hombro con hombro y con los puños en alto y a una sola voz, gritaremos que en Puebla se encarcela solo por pedir comida. A la orden, compañeros poblanos.
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