¿Me van a entrevistar en serio?: Muñoz Ledo
SERGIO ARMANDO López-Castillo
En el verano de 1997, durante el programa Radio Noticias 920, primera edición, el amigo y colega Ernesto Salayandía y este reportero, recibimos en el estudio, entonces ubicado en la calle 9a. y Niños Héroes en el centro de la ciudad capital, a Don Porfirio Muñoz Ledo, a la sazón, dirigente nacional de PRD.
El hombre en pleno apogeo político, después de haber formado y encabezado junto con Cuauhtémoc Cárdenas, Ifigenia Martínez, y otros personajes políticos, la corriente crítica del PRI, tiempo atrás, venía del aeropuerto Roberto Fierro directo a la radio, solo con una persona de asistente.
Entró, preguntó dónde estaba la cabina de entrevistas, y directo llegó con nosotros, que estábamos en ese momento al aire. Se sentó y agradeció el recibimiento, con la voz contundente y grave que le caracterizaba.
Ernesto, mi compañero, hizo lo propio, dando la bienvenida al político nacional, y este servidor lo secundo con un saludo a nombre de los radio escuchas chihuahuenses, de Mega Radio, la que era nuestra empresa en ese tiempo.
Salayandía, titular de ese espacio radiofónico, comenzó con las preguntas a Muñoz Ledo, todas ellas fuera de formalidades y acartonamientos, para no hacer pesada y tediosa la plática con el personaje de marras.
-Don Porfirio: en qué línea viajó a Chihuahua?, cuántos vuelos toma, digamos, al mes, o en un año?, y cuánto gasta en eso?; comió algo en la terminal aérea; qué platillos son sus preferidos… etc.
Sin embargo, el ex secretario del trabajo y ex embajador mexicano, entre muchos otros cargos que ostentó en su época de funcionario priísta, solo se quedó mirándonos fijamente, sin responder ninguna de las preguntas planteadas.
Al cabo de unos segundos que parecían alargarse y alargarse con su silencio, Muñoz Ledo espetó fuerte y directo: «Qué muchachitos, ya me van a entrevistar en serio?, acaso están listos para preguntarme y abordar los grandes problemas nacionales? o me levanto y me voy?…
De inmediato Ernesto y yo intercambiamos una rápida mirada y comenzamos a hacerle otro tipo de cuestionamientos al alimón, sobre qué le parecía el desempeño del Presidente Ernesto Zedillo, a tres años de que asumió el poder, luego de sustituir en 1994 a Luis Donaldo Colosio, tras el asesinato de éste como candidato presidencial, y acerca de las negociaciones del gobierno federal con los Zapatistas en Chiapas, entre algunas otras.
De esa forma, el gran Porfirio Muñoz Ledo, cambió el semblante, se reacomodó en la silla de entrevistas, tomó aire, y como pez en agua de su hábitad natural, relajado y dispuesto, comenzó a dar cátedra de su talento, conocimientos y preparación política, lo cual se tradujo en decenas de llamadas al programa de radio, de parte de quienes lo escucharon con atención, durante más de una hora que duró esa memorable entrevista.
Qué descanse en paz este excelso hombre de la vida pública de México, «arquitecto» en el diseño de muchas de las Instituciones federales con que cuenta este país, entre muchas otras aportaciones valiosas que hizo en vida!