Historia de Miguel Jiménez Cabeza
Elon Musk ya tiene su cargo. Dirigirá el Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), encargado de una reforma “drástica” de la Administración, junto al empresario Vivek Ramaswamy. El hombre más rico del mundo no se anda con chiquitas. “Esto hará temblar el sistema y a todos los implicados en el despilfarro gubernamental, que son muchos”, declaró tras el anuncio por parte del presidente electo, Donald Trump. Musk y Ramaswamy llegan con el cuchillo en los dientes, dispuestos a despedir a miles de funcionarios y a hacer funcionar el Gobierno como una empresa. El comunicado compara su tarea con el Proyecto Manhattan, con el que Estados Unidos desarrolló la bomba atómica.
“Me complace anunciar que el Gran Elon Musk, en colaboración con el patriota estadounidense Vivek Ramaswamy, dirigirá el Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE)”, anunció Trump a través de un comunicado. “Juntos, estos dos maravillosos estadounidenses allanarán el camino para que mi Administración desmantele la burocracia gubernamental, reduzca drásticamente el exceso de regulaciones, recorte los gastos superfluos y reestructure las agencias federales, algo esencial para el movimiento Save America”, añadió.
Aunque lleva nombre de organismo oficial, el Departamento de Eficiencia Gubernamental proporcionará asesoramiento y orientación desde fuera del Gobierno. “Se asociará con la Casa Blanca y la Oficina de Gestión y Presupuesto para impulsar una reforma estructural a gran escala, y crear un enfoque empresarial del Gobierno nunca visto hasta ahora”, asegura Trump. Quedarse al margen del Gabinete permitirá a Musk librarse del régimen de incompatibilidades y conflictos de intereses de los cargos públicos.
“Acabaremos con el despilfarro y el fraude masivos que existen en nuestro gasto público anual de 6,5 billones de dólares”, sostiene Trump, durante cuyo primer mandato se dispararon el déficit público y la deuda federal. La tarea encargada a los dos multimillonarios tiene una fecha fijada: el 4 de julio de 2026, día del 250º aniversario de la independencia de Estados “Un Gobierno más pequeño, con más eficiencia y menos burocracia, será el regalo perfecto” para esa efeméride, sostiene Trump.
Elon Musk ha llegado a decir que se podrían recortar dos billones de dólares de gasto público, aunque sin explicar cómo. Los economistas son escépticos sobre esa posibilidad, a menos que se toquen políticas de servicios básicos, incluida la seguridad social. “Necesitamos el Departamento de Eficiencia Gubernamental”, dijo Musk el mes pasado en uno de sus mítines, subrayando sus siglas en inglés, DOGE, un guiño a Dogecoin, la criptodivisa derivada de bitcoin que usa un perro como mascota y que de algún modo él apadrina. “DOGE en una placa de bronce. Va a ser increíble”, añadió antes de reconocer que sus planes implican despidos masivos de funcionarios. El magnate, con una fortuna valorada en 319.000 millones de dólares, dijo que los despidos serían generosos, como de dos anualidades o algo así.
Su puesto dará a Musk poder sobre los reguladores que considera que están frenando el desarrollo de Tesla y de SpaceX, su empresa de cohetes y satélites. El DOGE tiene como objetivo evitar el exceso de regulaciones y recortar el poder de las agencias gubernamentales. Eso puede favorecerle tanto en el desarrollo de sus coches autónomos (donde ha tenido choques con las autoridades actuales) como en el lanzamiento de sus cohetes. De alguna forma, puede convertirse en el regulador ―o desregulador― de los reguladores.
En una reciente conferencia con analistas para presentar los resultados de Tesla, dejó claro que se favorecerá a sí mismo creando una vía más sencilla para la aprobación federal de los vehículos autónomos en lugar de las complicadas normativas estatales que existen ahora. Las acciones de la empresa de coches eléctricos se han disparado en Bolsa tras la victoria de Trump y la empresa ha superado el billón de dólares de capitalización por primera vez desde 2022. Mientras, sus compañías seguirán teniendo jugosos contratos con la Administración.
Vivek Ramaswamy, por su parte, se presentó sin éxito a las primarias presidenciales republicanas. Desde el principio interpretó el papel de trumpista milenial, entregado a las políticas del expresidente. Cuando se retiró, dio su apoyo cerrado al ahora presidente electo. Estuvo aspirando a un cargo en el Gobierno de Trump y tratando de hacer méritos para ello. Es partidario de despidos masivos de funcionarios y de recortes drásticos del gasto público. Llegó a hablar de prescindir del 75% de los empleados públicos.
Durante su campaña en las primarias propuso suprimir organismos como el Departamento de Educación, la Oficina Federal de Investigación (FBI), la Oficina de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos y la Comisión Reguladora Nuclear. Suprimir organismos y agencias generales requiere por lo general la aprobación del Congreso. El despido de funcionarios se puede ver facilitado por un decreto que elimine protecciones del propio Trump, que ya dictó uno en ese sentido, luego revertido por Joe Biden.
Musk ha sido uno de los protagonistas inesperados de la campaña de las presidenciales. Ya en mayo se supo que Trump contaba con él para su equipo si este ganaba las elecciones. Más adelante, el propio candidato confirmó que le encargaría una reforma “drástica” de la Administración si resultaba elegido. Incluso en la junta de accionistas de Tesla de junio, Musk habló de su relación con el republicano, y de cómo le llamaba a veces. “Me llama sin motivo. No sé por qué, pero lo hace”, dijo.
El magnate nacido en Sudáfrica donó en el tercer trimestre 75 millones de dólares a una organización creada por él mismo, America PAC, para impulsar la campaña de Trump, aunque se calcula que en total aportó unos 200 millones. Pidió abiertamente el voto para Trump tras el intento de asesinato en Butler (Pensilvania). En ese mismo lugar participó por primera vez en un mitin junto a él a un mes de las elecciones y se sumó sin rubor a sus bulos sobre inmigración, libertad de expresión y armas.
Musk continuó después haciendo campaña en solitario, especialmente en Pensilvania, con unos mítines en los que se mezclaba la política con los viajes a Marte. En uno de ellos se sacó de la chistera unos supuestos sorteos de un millón de dólares para votantes registrados que desataron polémica. El Departamento de Justicia le advirtió de que podían ser ilegales, pero hizo oídos sordos. El fiscal de Filadelfia presentó una demanda para pararlos sin éxito y los abogados de Musk reconocieron entonces que en realidad no eran al azar, sino que se elegía a los ganadores.
Fue tan activo en la búsqueda del voto para Trump y en la propagación de bulos que hasta el presidente, Joe Biden, se refirió a su supuesta condición temporal de inmigrante ilegal cuando era estudiante y se puso a trabajar sin visa para ello. Musk siguió haciendo campaña con Trump, incluido el mitin del Madison Square Garden, en Nueva York, y acompañó al republicano en la fiesta de celebración de su victoria electoral.
El magnate ha asegurado que mantendrá viva su organización política tras las elecciones. Se encargará de registrar votantes republicanos en distritos clave a lo largo y ancho del país para prepararse para las elecciones especiales y para las legislativas de mitad de mandato de Trump, a celebrar en noviembre de 2026, según ha anunciado en su red social, X. Además, también quiere desempeñar un papel significativo en las primarias, según ha añadido. Eso implicará apoyar a sus candidatos preferidos dentro del Partido Republicano.