Son los que la pandemia tomó «mal parados» y decidieron no rendirse y salir a las calles a sobrevivir con sus nuevos oficios en los cruceros más transitados
Los hombres que hacen gimnasia arácnida, malabares y música con la pandemia perdieron sus empleos cuando se decretó la cuarentena, entonces fue cuando salieron a las calles a sobrevivir: son el Hombre Araña, el Chapoltuercas y el Ministro de la Música.
Benjamín ‘Peter Parker’
“Soy Benjamín, pero llámame Peter Parker”, dice el Hombre Araña, plantado sobre el crucero de Óscar Flores y Tecnológico, mientras estira músculos y nervios de las piernas como preparación de la segunda función de su espectáculo..¿COVID-19 y falta de empleo?
Y salta hasta metro y medio, dobla el cuerpo, mete la cabeza entre sus rodillas y maromea hasta hacer una caída magistral sobre sus piernas y quedar sentado con sus brazos extendidos hasta la altura de sus hombros.
Peter Paker roló por varias maquiladoras antes de entrar al arraigo domiciliario, todas manufactureras de cosido industrial, es por eso que domina la máquina de coser, misma con la que diseñó su traje de súper héroe.
Maromas por monedas
“Querían mandarme a confinarme a mi casa con medio salario…la verdad, lo que querían era matarme de hambre junto con mis hijos, entonces además de coser la ropa de mis hijos, hice mi Hombre Araña…Es como hacer un sueño realidad, soy fan”, dice Parker.
El arácnido se avienta un trío de rutinas más y empieza a serpentear entre los vehículos atorados en el crucero para hacer algunas maniobras con brazos y piernas y empiezan a caer algunas monedas.
Malabarismo para comer: Chapoltuercas
El chapoltuercas viene del sur del país, en donde trabajaba en el ramo de las computadoras y vino a Juárez en busca de mejorar sus ingresos económicos, pero en su camino hacia la tierra prometida se encontró un virus que doblegó a la ciudad.
“Para mí esto ya es un estilo de vida”, dice Chapoltuercas, mientras se maquilla la cara y se coloca sus gafas oscuras y suspira, agarra aire, se prepara para cargar el cubo que pesa dos kilos y lo maneja como si fueran 10 gramos.
“Aquí gano en tres horas, lo que ganaba”, afirma el malabarista, mientras maniobra el cubo como le da la gana, por la espalda, por encima de la cabeza y en ocasiones lo gira en un sólo dedo, como si la estructura fuera etérea, sin peso alguno.
“Cuando llegué a Juárez apenas empezaba la cuarentena, no tenía ni siquiera donde dormir, nadie me daba trabajo y me trataban como un apestado, entonces recordé que yo dominaba el arte del malabarismo y me dije: “Pues bien, amigo, a hacer malabarismo con el COVID”, cuenta.
Yo no pido limosna
Y Chapoltuercas se pone digno: “Yo no pido limosna, yo ofrezco un espectáculo y el que se impresiona con él se pone con unas monedas, lo digo porque ahora con el pánico a un contagio, lo primero es que hacen los conductores es asegurarse que la ventanilla está cerrada”.
Y revela el secreto: “Una sonrisa y una muestra de mi arte, es lo que consigue que los apanicados bajen la ventanilla de sus carros y colaboren” y en muestra de su positivismo reafirma: “Lo digo, esto ya es un estilo de vida y además que me salva”.
Sobrevivirán los más fuertes: ministro de la música
El Ministro de la Música domina todos los mundos: el de abajo, con todas sus agonías y el de arriba el que -según dice-, lo hizo “ver la luz y encontrar a Dios”, aún cuando el COVID cerró los templos.
Conoció los barrios bravos de Estados Unidos, sintió la pérdida de la libertad con alguna mala vida que experimentó, padeció una deportación a México en donde conoció su sentido de la vida.
“Esta es la prueba más dura que Dios nos está haciendo pasar, sobrevivirán los fuertes, los que confían en el Creador, con esa convicción salgo a la calle a tocar mi música, antes lo hacía en la iglesia, ahora él quiere que lo haga aquí”, dice Sergio, ya conocido como el Ministro de la Música.