Oscar A. Viramontes Olivas
En los registros de nuestras crónicas chihuahuenses, septiembre ha sido un mes cargado de acontecimientos lamentables que han cimbrado a la sociedad y durante esta semana que llega a su fin, recordándolos y reviviéndolos como si hubiera sucedido el día de ayer. El suceso del 23 de septiembre de 1965 en el municipio de Madera, Chihuahua, donde un grupo de activistas atacarían el cuartel ubicado en esa población de la Sierra Madre, dejando una estela de muerte y dolor que ha sido motivo de reflexión profunda y que todavía aún vive en los corazones de muchas familias en México y particularmente en el estado de Chihuahua.
La década de los 60 fue una etapa de mucha convulsión política en Chihuahua, México y el mundo, sin embargo en nuestra latitud un grupo de maestros, campesinos, estudiantes normalistas y otras personas, pretendieron asaltar el cuartel militar de la ciudad de Madera, Chihuahua, el 23 de septiembre de 1965 buscando comenzar un nuevo movimiento armado, inspirado en la recién concluida revolución cubana del 1 de enero de 1959 con el fin de darle otro rumbo al país. Para ello se movilizarían distintos grupos para exigir solución a la problemática educativa, agrícola, ganadera y forestal que afectaba fundamentalmente a los pobres del campo en 1964. Personajes como Arturo Gámiz y Pablo Gómez, encabezarían el grupo rebelde compuesto por Antonio Scobell, Miguel Quiñones, Oscar Sandoval, Rafael Martínez Valdivia y Emilio Gámiz, hermano de Arturo, Salomón Gaytán y cuando menos cinco personas más los que pretendieron tomar por asalto el primitivo cuartel militar en la madrugada del 23 de septiembre de 1965.
Era una lucha de muchos años donde las movilizaciones en todo el estado estaban a la orden del día, demandando tierra y mejoras en la educación, siendo la primera inspiración socialista en el país. Todavía era de madrugada cuando empezarían las hostilidades en contra de la guarnición militar, cuya diferencia entre ambos bandos era evidente en cuánto estrategia, entrenamiento, disciplina, armamento y número de integrantes, ya que los soldados sumaban 125 y los rebeldes tan solo 15 y mal armados. Entre voces y murmullos en la madrugada del 23 de septiembre, los sublevados empezarían a gritar consignas hacia los militares: ¡Ríndanse¡, ¡ríndanse¡, ¡ríndanse¡, iniciando así la lluvia de balas. Al escuchar los soldados las consignas de los guerrilleros, empezaron a recibir “plomazos” de distintos puntos cardinales, reaccionado inmediatamente.
Los balazos llegaban del monte y mientras los soldados tomaban posición para enfrentar a los guerrilleros, una luz de una locomotora “encandilaría” a varios soldados ocasionando algunas bajas en el ejército, permitiendo así que los guerrilleros dieran en el blanco en contra de los militares. Pero aún con esto, los rebeldes poco pudieron hacer en contra de la guarnición por lo que al poco tiempo el escenario se convirtió en una verdadera masacre. Las balas de fusiles M-1 y ametralladoras chocaron con un armamento austero de granadas, carabinas y rifles de 7 milímetros. Se dice que el arma del profesor Pablo Gómez no servía más que para matar “pajaritos”, lo que le impidió seguir con vida al recibir una descarga importante de plomo por parte de los rifles de los militares, cayendo al “vacío” junto a una bandera que anunciaba ¡Viva la Libertad!
La confusión se apoderó en la obscuridad y los gritos de desesperación empezarían a impactarse en el frío silencio del bosque. Por su parte Arturo Gámiz era la siguiente víctima, mientras otros escapaban aterrorizados cuando el doctor yacía muerto en el suelo. Posterior a esto, el viento empezaría a despejar el humo del conflicto y los rayos del sol iniciarían su esplendor. El terrible ataque dejaría a un teniente muerto, dos sargentos, tres soldados y ocho guerrilleros, entre los que se encontraban los principales líderes del movimiento: Arturo Gámiz, Pablo Gómez Ramírez, Emilio Gámiz García (hermano de Arturo), Antonio Scobell, Oscar Sandoval Salinas, Miguel Quiñónez, Rafael Hernández y Salomón Gaytán. Posterior a esto, una escena macabra presenciaría el pueblo de Madera, los guerrilleros fueron mostrados por los militares como una muestra de escarmiento para que nadie buscara nuevamente “romper el orden”.
La balacera duraría según algunas versiones como la de José María Bohórquez, vecinos del lugar, alrededor de tres horas. Ahí estaban posteriormente los cuerpos de ocho guerrilleros, seis de ellos impresionantemente acribillados a balazos entre los que estaban Gámiz y Gaytán, este último perecerían aparentemente cuando uno de los cartuchos que llevaba le estalló accidentalmente en las manos, según un informe emitido por la autoridad, indicando que cinco soldados habían caído en la refriega y uno más que posteriormente se le atendía en un hospital de la ciudad de Chihuahua, suma a la que se agregaba once militares heridos y dos civiles que por la circunstancias del destino, fueron muertos por las balas de los soldados al día siguiente, al confundirlos con los guerrilleros prófugos.
Familiares de los caídos buscaron reclamar los cuerpos para sepultarlos en la capital, sin embargo el entonces gobernador de Chihuahua Práxedes Giner Durán, mandaría construir una fosa común donde serían sepultados los guerrilleros. Giner expresó en ese momento: «¿Querían tierra?, ¡échenles hasta que se harten!». De este conflicto suscitado en Chihuahua se ha especulado mucho, ya que cada bando tiene su propia versión de los hechos, lo que sí es cierto que fue un acontecimiento que desencadenó una serie de sucesos que lastimaron a la sociedad chihuahuense y trastocó la vida nacional de aquel entonces. Hoy en día el ataque al cuartel militar de madera, sigue representando una fecha importante en la memoria de nuestro estado, pues los hechos y eventos de este conflicto persisten y persistirán en los corazones de todos nosotros hasta el final de los tiempos. Así sea.
El Sangriento Ataque al Cuartel de Madera: 23 de Septiembre de 1965, forma parte de las Crónicas de mis recuerdos. Si usted desea adquirir los Archivos Perdidos de las Crónicas Urbanas de Chihuahua”, Tomo I, II, III, IV, V, VI y VII, puede llamar al cel. 614 148 85 03 y con gusto se lo llevamos a domicilio o bien adquiéralo en la librería Kosmos, localizada en Josué Neri Santos No. 111, La Luz del Día, Calle Blas Cano De Los Ríos 401, San Felipe I Etapa y Bodega de Libros.
Fuentes de Investigación:
Archivos Perdidos de las Crónicas Urbanas Chihuahua (APCUCh).
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