Por: Jorge Fernández Menéndez
Hace casi exactamente seis años, Elba Esther Gordillo había sido convertida en la villana favorita de muchos grupos políticos y sobre todo priístas y de lo que meses después sería conocido como Morena. El gobierno de Peña Nieto miraba con desconfianza a la líder del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación a pesar de la buena relación del nuevo presidente con Gordillo y de que había recibido un fuerte apoyo del sindicato en su campaña.
La reforma educativa estaba en la agenda legislativa y algunos de los principales operadores presidenciales consideraban que el mayor obstáculo para ella era Elba Esther.
No era verdad: Gordillo apoyaba la reforma educativa, pero quería que el sindicato participara de ella y su protagonismo, y en ocasiones excesos, siempre había sido muy alto. El verdadero enemigo de la reforma era (y es) el grupo que se constituía en el mayor adversario de Gordillo, la Coordinadora (como lo escribimos ampliamente con Bibiana Belsasso en el libro La élite y la raza, Taurus, 2012) que a su vez estaba acotada por el propio control que tenía Elba en el sindicato.
Pero en el equipo del presidente Peña había operadores que creían que deshaciéndose de Gordillo daban, por una parte, una suerte de quinazo (rememorando la detención de Salvador Hernández Galicia, la Quina, el líder petrolero que fue detenido a inicios del gobierno de Carlos Salinas), por la otra, pensaban, cortaban su influencia en el sindicato y, además, consideraban que de esa manera se ganarían el apoyo de la Coordinadora. Se equivocaron en casi todo: la detención de Gordillo les brindó una efímera popularidad, pero no les ganó el pleno apoyo sindical porque el gobierno federal tampoco se lo brindó plenamente al SNTE, al contrario, y mucho menos le ganó al presidente Peña el apoyo de la Coordinadora. La CNTE se fortaleció, tuvo mayores respaldos y recursos, se extendió por estados donde no tenía presencia alguna y dificultó la reforma. En realidad, la detención de Gordillo se dio en el marco de las profundas diferencias internas que se daban en el equipo de Peña Nieto desde antes del inicio mismo de su administración y que se fueron agudizando con el paso de los años.
Las acusaciones contra Gordillo no se podían sustentar: era prácticamente imposible demostrar el delito de delincuencia organizada y de lavado de dinero. Los recursos que utilizaba eran del sindicato, que tenía entonces absoluta autonomía para el manejo de los mismos y no tenía que rendir cuentas fuera del propio sindicato. La SNTE, por cierto, más allá de las diferencias que se dieron entre Gordillo y su sucesor Juan Díaz de la Torre, nunca presentó denuncia alguna contra Elba Esther.
Pero al mismo tiempo que se desvanecían las denuncias contra Gordillo y que la maestra quedaba en libertad, se iba fortaleciendo López Obrador en la campaña presidencial y en uno de los movimientos más notables de la misma, Gordillo pasó de ser enemiga pública a aliada e interlocutora de Andrés Manuel. Elba Esther ha regresado y el suyo es uno de los más notables de los últimos años en la vida política nacional. No tiene el control de la SNTE pero ya está sentada a la mesa.
Sin embargo, los desafíos que existen para la educación, para el SNTE, para la propia Elba, son todavía muchos. La reforma educativa sigue siendo, pese a todo, la que mayor apoyo concita en la población. En una encuesta divulgada ayer por El Financiero, en medio de un fuerte apoyo a la mayoría de las medidas anunciadas por López Obrador, la única que tiene apenas un 28 por ciento de respaldo es la de quitar la evaluación a los maestros. La gente tampoco quiere que los sindicatos, sea la CNTE o el SNTE, tengan el control de la educación. Por más que se declare que de la reforma educativa no quedará “ni una coma” lo cierto es que sería suicida borrar de un plumazo esa reforma sin pagar costos muy altos de todo tipo. Lo que se debe hacer es ajustes en algunos temas, incorporar un poco más a los maestros en el proceso, darles más protagonismo y acelerar la transformación de contenidos y la capacitación. Medidas como anular la evaluación magisterial o regresarle el control de la educación al CNTE en Oaxaca simplemente no sería aceptable para las grandes mayorías.
No veo a Esteban Moctezuma, futuro secretario de Educación Pública, que conoce y bien el tema, dando una radical marcha atrás en el terreno educativo. Los movimientos de los últimos días pueden ser el dique que le de el cauce a la reforma de la reforma educativa.
Una costosa comedia de equívocos
Resulta incompresible que la economía nacional siga deteriorándose aceleradamente por errores u ocurrencias de aliados del próximo gobierno. Ayer la BMV vivió un lunes negro causado por una estupidez del PT (otra, se han vuelto recurrentes) respecto a acabar con las AFORES. Lo grave es que tuvo que pasar toda la jornada bursátil, vivir una caída de más de cuatro por ciento en la Bolsa, vivir una mini crisis financiera para que el próximo secretario de Hacienda, Carlos Urzúa saliera a desmentir la tontería planteada por sus legisladores. Con una novedad, su subsecretario y principal operador, Gerardo Esquivel se va al Banco de México, que gana un buen subgobernador mientras que Hacienda exhibe las debilidades y divisiones internas que la azotan desde antes de asumir el poder. Debe intervenir el presidente electo.