La columna
POR CARLOS JARAMILLO VELA
· El regreso a clases decidido por AMLO: ¿Con suficientes argumentos?
Polémico, sin duda, el regreso a clases anunciado para finales del mes de agosto de 2021 pues ante el aún incierto escenario que actualmente se presenta con motivo de la pandemia por COVID 19, existe el riesgo de que cientos o miles de niños y estudiantes resulten contagiados. Paradójicamente al inicio de la pandemia el grupo de menor edad resultaba ser el menos vulnerable, y todo indicaba que sólo las personas mayores de cuarenta años eran susceptibles de contagiarse por coronavirus, sin embargo, el tiempo pareció revertir la forma de acción del temible virus, y ahora, un año y medio después de haber iniciado la pandemia, el virus ataca con mayor fuerza a los grupos poblacionales de menor edad, es decir, a adolescentes y jóvenes.
Quizá el Gobierno Federal tenga algunas razones para reabrir las escuelas, pero la principal de las argumentaciones, es decir, la relativa a la salud, no se encuentra en el discurso de la autoridad. Esto es así por la razón ya comentada, pues ante la evidencia del incremento de casos en niños y jóvenes las autoridades gubernamentales no pueden garantizar la integridad física de los estudiantes. No obstante lo anteriormente expuesto, al gobierno le urge reactivar el sistema educativo presencial para evitar que la infraestructura escolar siga sufriendo la depredación, el latrocinio y el deterioro que durante un año y medio ha padecido. Además la Secretaría de Educación Pública debe estar preocupada por la afectación y el retroceso que el desarrollo de las clases por la vía virtual ha significado para el proceso enseñanza aprendizaje, pues no son pocas las opiniones de expertos que señalan el estancamiento que el trabajo educativo registró durante los últimos 18 meses, a raíz de las dificultades enfrentadas por alumnos y maestros para adaptarse a la improvisación tecnológica que impuso la pandemia.
El encierro, el aislamiento, la falta de socialización y el distanciamiento físico que ocasionó esta contingencia sanitaria también ha generado secuelas o repercusiones en el estado psicológico, anímico y emocional de niños y estudiantes. La prolongada separación de las aulas, los maestros, los amigos y los compañeros, que ya suma 18 meses, ha significado un costo para la niñez y la juventud, tanto por el estrés que ésta implicó como por la interrupción del proceso de convivencia socio-afectiva y educativa que se gesta en el entorno escolar. Bajo este último argumento es deseable el regreso a clases, sin embargo, son múltiples las voces de asociaciones de padres de familia, colegios de médicos y organizaciones de la sociedad civil que debido a la persistencia del COVID y los riesgos de contagio, se han alzado en contra de la decisión tomada por el presidente Andrés Manuel López Obrador, para la reanudación de clases presenciales.
Ante los argumentos antagónicos, el primer mandatario, tratando de evitar eventuales demandas jurídicas, así como reclamos políticos y sociales, se ha curado en salud diciendo que el regreso a clases es voluntario, y que los padres serán quienes deciden si envían o no a sus hijos a la escuela. Asimismo, el presidente López Obrador ha intentado justificar su decisión de reapertura escolar expresando en modo simple que ya fue mucho el tiempo de suspensión de clases. Al parecer, el regreso a clases anunciado por AMLO, carece de suficientes argumentos.