El que es buen gallo, donde quiera canta, y el buen mentiroso también
Por Froilán Meza Rivera
Dicen que el que es buen gallo, donde quiera canta, y así mismo, el buen mentiroso donde quiera miente, sin importar que falsee las cifras de contagiados y muertos por la pandemia o, igualmente, que tenga el ánimo y la entereza de contradecir a la realidad flagrante diciendo que “el pueblo está feliz, feliz, feliz”, que “vamos requetebién” o que “ya domamos la pandemia”. Y la realidad te puede estar golpeando en la cara con un desarrollo de la pandemia que, expresado en una gráfica lineal y progresiva, se vea de manera indudable como una curva en franco ascenso, pero tú te vas a seguir aferrando a exhibirte en público de manera terca pero ya de plano ridícula, sin cubrebocas y repitiendo con tu mueca de sonrisilla vacía, que “ya aplanamos la curva”.
“Afortunadamente, hemos podido aplanar la curva de los infectados del coronavirus, eso nos ayuda porque se redujo el contagio, se volvió horizontal, se aplastó la curva”, dijo don Andrés Manuel; en serio, sí lo dijo, y fue en su show mañanero el pasado 29 de abril. Pero ¿con qué sustento? ¡Sin ninguna cifra que lo avalara! Hoy aquí en México, nadie, ninguna persona medianamente informada, puede negar que el contagio, que el número de personas infectadas va en aumento, y que durante muchos días se han alcanzado cifras récord de nuevos casos y de muertos.
Esto va a quedar para la historia, porque la Organización Mundial de la Salud (OMS) emitió un extrañamiento que es, de hecho, un regaño al gobierno de México, por su manejo de la crisis de salud. Por supuesto, la organización lo hace de manera muy diplomática: Mike Ryan, el principal experto de emergencias de la OMS, afirmó que la situación por Covid-19 en México es “claramente difícil, es desafiante”. México ocupa el séptimo puesto a nivel mundial en el número de nuevos casos y tercero en las últimas muertes, estableció Ryan. Y dijo que los ciudadanos en el país están recibiendo mensajes contradictorios: no lo mencionó el diplomático con nombres y apellidos, pero su pronunciamiento lo hizo como respuesta a algo que ya había declarado AMLO. Así lo dijo, con toda irresponsabilidad, el presidente de México: “Pero también tenemos que ir saliendo porque hay mucha gente, mucha gente, millones de mexicanos, que viven al día. Entonces, con equilibrio, cuidar nuestra salud y poco a poco avanzando hacia la nueva normalidad”. Y terminó poniéndose él mismo como un ejemplo a seguir por los mexicanos, y aseguró que “que justo por esa razón” ya reanudó sus giras proselitistas por la república. El experto Mike Ryan salió entonces, a decir al respecto: “No sorprende en absoluto que cualquier país que esté saliendo de los cierres pueda tener cúmulos de la enfermedad, una reemergencia de la enfermedad en cúmulos. Eso no es necesariamente una segunda ola”. Pidió a los jefes de estado de América que emitan “mensajes coherentes” para luchar contra la pandemia, puesto que la ciudadanía a veces recibe consejos contradictorios de sus gobiernos, haciendo referencia a las declaraciones del presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, quien está animando en discursos públicos a la ciudadanía a comenzar a salir de los confinamientos, pese a que prácticamente todo el país aún se encuentra en color rojo del semáforo epidemiológico. “Los ciudadanos se sienten confundidos si escuchan diferentes mensajes y hay que garantizar que tengan la mejor información posible para protegerse a sí mismos, a sus seres queridos y a las comunidades”, remató.
Lo cierto es que no “estamos requetebién”. Se calcula en alrededor de 80 millones la cifra de los mexicanos que no cuentan con los mínimos recursos para alimentarse y para sufragar los gastos que se generan en su hogares, y que ahora con la crisis provocada por la pandemia, simplemente tienen
la necesidad de que el gobierno les haga llegar ayuda en forma de comida o en efectivo. Esos 80 millones se encuentran fuera de las ayudas que distribuye la “cuarta transformación” en forma de tarjetitas y de préstamos, y quedaron sin empleo por el cierre y la pérdida de la mayoría de los centros de trabajo en el país desde hace ya tres meses. Lo de “requetebién” y lo de que hay bienestar es una total y flagrante mentira que puede probar con su misma existencia cada uno de esos 80 millones de mexicanos excluidos por el régimen.
Inspirado, el señor, todavía llevó su irresponsabilidad a otro nivel cuando, “lleno de espiritualidad”, trató de convencer a la gente, con nuevos argumentos, para que salga a la calle, a salir ya, sin miedos. Como buen profeta bíblico y social, el peor presidente de los últimos tiempos presentó un “decálogo” para que los mexicanos salgan de la pandemia y enfrenten la nueva realidad. Andrés Manuel López Obrador llamó a “recobrar a plenitud el sentido de la vida, salir con seguridad y optimismo a la calle; realizar nuestras actividades de siempre y vivir sin miedos ni temores”. Convocó a “mantenerse informados de las disposiciones sanitarias, buscar un camino de espiritualidad y defendamos el derecho a gozar del cielo, del sol, del aire puro, de la flora, de la fauna, y de toda la naturaleza”. ¡Ni más, ni menos! ¿Y las recomendaciones y los regaños de la Organización Mundial de la Salud? Pues se los pasó por debajo del arco de las piernas.
Por un lado, el presidente trata de transmitir a quien lo escuche y vea, la justificación de su posición de no acatar los lineamientos del aislamiento social y el “Quédate en casa” que por su lado pregonan los portavoces de la Secretaría de Salud. Pero por otra parte, con sus peregrinas declaraciones, pretende provocar que, en lugar de que la gente comente y haga crítica sobre los problemas fundamentales que en estos días angustian a los mexicanos, nos desgastemos hablando y criticando al señor refutando sus tonterías. Es una cortina de humo. Pero lo que sí debemos hacer, es prepararnos para que, en el futuro inmediato y en el mediato, una gran fuerza popular, un frente ciudadano bien estructurado, pueda disputarle, primero, el poder legislativo en la elecciones de 2021 y, en seguida, ganar para el pueblo las elecciones presidenciales. Adelante, pues.