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En Instagram se ha vuelto viral una publicación que hace una afirmación sorprendente.
El presidente “Trump ha ordenado talar más de 100 millones de hectáreas de bosque, el equivalente a 280 millones de acres”, se puede leer en el texto superpuesto sobre una foto de imponentes secuoyas. “Es casi tres veces el tamaño de California”.
Hasta el viernes por la tarde, esta publicación en particular había sido compartida más de 100 000 veces. En otras redes sociales también han aparecido mensajes similares que afirman que Trump ha ordenado a las empresas madereras que “corten 280 millones de acres de árboles en los Bosques Nacionales y tierras públicas protegidas”.
Pero, ¿son precisos esos datos? Estos son los detalles que necesitas saber.
¿De dónde viene todo eso?
El 1 de marzo, Trump firmó discretamente una orden ejecutiva llamada “Expansión inmediata de la producción maderera estadounidense”.
En ese documento, el presidente lamentó las “férreas políticas federales” que han “obligado a nuestra nación a depender de la madera importada, exportando así empleos y prosperidad y comprometiendo nuestra autosuficiencia”. También afirmó que esas políticas han “contribuido a los desastrosos incendios forestales”.
“Estados Unidos tiene abundantes recursos madereros, que son más que suficientes para satisfacer nuestras las necesidades nacionales de producción de madera”, continuó. “Es esencial que revirtamos esas políticas y aumentemos la producción doméstica de madera para proteger nuestra seguridad nacional y económica”.
El resto de la orden expuso la idea de Trump para lograr ese cometido.
¿Cuál es el plan de Trump?
Trump ordenó al Servicio Forestal de Estados Unidos (USFS, por sus siglas en inglés) y a la Oficina de Administración de Tierras (BLM, por sus siglas en inglés) que buscaran formas de “facilitar el aumento de la producción de madera” y “acelerar la aprobación de proyectos forestales”.
Instruyó a los departamentos de agricultura e interior para que eximieran el “aclareo forestal” y la “recuperación de madera” de la Ley de Política Ambiental Nacional, lo que significa que el gobierno ya no exigirá evaluaciones ambientales o informes de impacto ambiental antes de aprobar esas actividades.
Y quizás lo más importante, Trump le dijo a esas agencias que aplicaran las regulaciones de emergencia de la Ley de Especies en Peligro de Extinción (ESA, por sus siglas en inglés) “hasta el máximo permitido” por la legislación actual.
El mismo día que Trump emitió su orden de “producción de madera estadounidense”, también emitió otra disposición para investigar si “las importaciones de esos productos representan una amenaza para la seguridad nacional”.
Por lo general, la ESA protege a unas 400 especies que viven en los bosques nacionales de Estados Unidos (osos pardos, búhos manchados, salmón salvaje) de acciones que destruirían sus hábitats. Pero el gobierno puede eludir esas protecciones en ciertas circunstancias, como en “casos de fuerza mayor, desastres, siniestros y emergencias de defensa nacional o de seguridad”.
En teoría, Trump podría declarar una emergencia de seguridad nacional sobre, por ejemplo, la madera canadiense importada cuando concluya su investigación, y luego usar las exenciones de emergencia de la ESA para ayudar a la industria maderera a talar más árboles en tierras públicas.
Aproximadamente una cuarta parte de la madera utilizada en Estados Unidos proviene de Canadá.
¿Cuántas hectáreas están en riesgo?
La orden ejecutiva de Trump apunta a la madera “de tierras federales administradas por la BLM y el USFS”.
El USFS administra 193 millones de acres de bosques y zonas boscosas, según su sitio web.
La BLM gestiona 58 millones de acres, de acuerdo con su sitio web.
Son 251 millones de acres en total, no los 280 millones que han estado circulando en las redes sociales (y en algunos informes de noticias), pero siguen siendo muchos.
Sin embargo, el hecho de que esos 251 millones de acres realmente están en peligro de ser “talados” o “deforestados”, es una cuestión diferente. Incluso en el escenario más extremo, la industria maderera de Estados Unidos no tendría los aserraderos o los trabajadores necesarios para arrasar con bosques que representan “casi tres veces el tamaño de California” en los próximos cuatro años.
En resumen
Las recientes medidas de Trump dejan claro que quiere reducir, simplificar o eludir las regulaciones ambientales para aumentar la producción nacional de madera y disminuir la que se importa de países como Canadá. Incluso el nuevo jefe del Servicio Forestal de Trump formaba parte del lobby de la industria maderera.
Eso indica que se talarán más árboles.
Queda por ver cuántos más. En última instancia, es poco probable que Trump arrase cientos de millones de acres durante su segundo mandato. Pero independientemente de la escala, los ambientalistas advierten que expandir la tala y reducir la supervisión dañará los ecosistemas frágiles, amenazará los bosques primarios, aumentará la contaminación e incluso empeorará los incendios forestales.
“Esta orden ejecutiva de Trump es el intento más flagrante en la historia de Estados Unidos por parte de un presidente de entregar las tierras públicas federales a la industria maderera”, le dijo a The Guardian Chad Hanson, científico de incendios forestales del Proyecto John Muir. “La política de Trump —talar bosques remotos y decir a las comunidades que eso frenará los incendios — ha contribuido a la destrucción de numerosos pueblos por causa de los incendios en los últimos años y a la pérdida de cientos de vidas”.