Agencia EFE
(EFE).- Tres españoles acaban de hacer historia tras recorrer por primera vez el Círculo Polar Antártico en velero y bicicleta, en una proeza “totalmente sostenible” de 27 días y 4.000 kilómetros que los llevó a cumplir una promesa de juventud.
Ni en sus mejores sueños Josep Rubau, Lluís Balasch y Jesús Prieto, tres amigos de entre 51 y 57 años de Roses (Cataluña), habrían imaginado que este mes de marzo lograrían zarpar de Puerto Williams en velero con sus bicicletas acuáticas, cruzar el temido paso de Drake -donde fluyen algunas de las corrientes oceánicas más fuertes del mundo- y llegar pedaleando hasta la península Antártica para bordearla hasta alcanzar el Círculo Polar, el punto más austral del hemisferio sur.
“Es un hecho histórico, que nunca antes se había conseguido. Teníamos la ambición de pedalear por la costa Antártica, que es preciosa, pero en el camino nos fuimos animando, el clima nos acompañó y llegamos hasta al Círculo Polar”, explicó Brufau en una entrevista a EFE en la capital chilena tras su odisea.
Los tres amigos de infancia, amantes del deporte náutico y del ciclismo, no se consideran grandes deportistas, solo “gente común y corriente” que decidió salir de su zona de confort, pero “sin mucha consciencia” de la experiencia que iban a enfrentar.
“Flotar en el agua en silencio”
Como toda buena idea, dice Rubau, el prototipo de bicicleta -que funciona con unos pedales que propulsan una tabla de surf hinchable– fue diseñado en el garaje de casa, y luego testeado en distintos ambientes como piscinas, el mar o incluso en los fiordos noruegos.
“Pusimos la bici acuática en una cámara frigorífica a menos de 20 grados para observar cómo reaccionaba, pero el gran enigma era probarla en un entorno extremo y entre hielos cortantes”, apuntó el artífice.
“Ha sido un proceso de prueba-error de seis años que salió bien (…) Hubo constancia, perseverancia y esfuerzo”, añadió.
Los tres protagonistas de esta hazaña, que viajaron acompañados de un equipo de otras 14 personas lideradas por el aventurero Antonio de la Rosa, experto en navegar por mares bravos y agitados, destacaron el placer de pedalear sin ruido ni contaminación, y de una forma respetuosa con la naturaleza.
“Era una sensación única, flotar en el agua a voluntad, en silencio y sin motores”, reconoció Balasch.
“Peor de lo esperado”
Más que la preparación física, a la que dedicaron un año completo de entreno, los deportistas aseguran que su fortaleza fue sobre todo mental.
“Sabíamos que iba a ser complicado desde un principio, pero al final fue mucho peor de lo que habíamos pensado”, aseguró Balasch.
“Lo más peligroso fue atravesar el paso de Drake durante cinco días, en velero, y azotados por olas de cinco o seis metros, a las que no estábamos acostumbrados, y vientos muy fuertes”, comentó por su parte Prieto.
“He pasado las peores noches de mi vida, despertando a cada momento porque nos caíamos de lado. Fue como un martirio”, admitió.
Además del clima y las noches sin dormir, los expedicionarios temieron por su suerte a raíz de un cortocircuito en el velero, que los dejó ocho días sin electricidad y sumidos en un apagón absoluto: sin luz, sin radar y sin comunicaciones con el exterior.
“Era o retroceder o seguir para adelante. Tuvimos una votación, y decidimos continuar y, afortunadamente, fue espectacular porque con el esfuerzo de todos llegamos a salvo”, apuntó orgulloso Balasch.
“Una fusión de emociones”
Rubau, Balasch y Prieto retomarán esta semana sus respectivas vidas después de más de 40 días de una expedición que ha llevado al límite su resiliencia.
“Fue una fusión (de emociones): por un lado el amor a la Antártida, que es espectacular, te absorbe, es muy generosa, te regala naturaleza en estado puro; pero también odio porque fue durísimo y llegas a decir ‘ya no aguanto más’”.
“Llegamos a la magnificencia, a la magia; una gran belleza que como sufres (para alcanzarla), la valoras mucho más”, añadió Prieto, quien dijo también haber transitado “un doble viaje”, uno exterior y otro interior, “de descubrimiento, amistad y de una reflexión increíble”.
Los tres amigos preparan ahora un documental que relatará su periplo por el continente helado y que esperan que esté listo para fin de año, además de un libro que ya tiene título: ‘Antártida. Amistad’.
Meritxell Freixas
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