Por: José Luis Jaramillo Vela
Antecedentes y primeros esbozos de himnos nacionales
En 1761, el Virrey Joaquín de Monserrat y Cruillas, I Conde de Crousillat, introdujo en los eventos de carácter público y político del Virreinato, la “Marcha Real” o “Marcha Granadera”, compuesta por Manuel Espinoza de los Monteros, ésta pieza que se interpretaba durante las ceremonias cívicas, políticas y militares del Virreinato, no era propiamente un himno y mucho menos nacional, puesto que no éramos ni siquiera un país, éramos una colonia española, pero era un tema oficial en las ceremonias y eventos del Virreinato.
Al consumarse la Independencia de México en 1821, el compositor queretano Juan Torrescano compone el primer himno, pero no tuvo éxito y fué descartado por centrarse en exceso en promover el sentimiento antiespañol, cuando lo que necesitaba el Ejército Trigarante era un canto de unidad nacional que aglutinara en torno al país a mexicanos, españoles, criollos, mestizos, zambos, mulatos y todos los que habitaban el nuevo país. Por eso en la ceremonia de asunción del Emperador de Iturbide, se cantó el himno religioso “Veni Creator”, en la que se invoca al Espíritu Santo para guiar al gobernante y proteger al país.
Otro intento, en 1822 el músico José María Garmendia compone otro himno, éste dedicado por completo a magnificar la figura del Emperador Agustín de Iturbide, quien con mucho agrado lo adopta como Himno Nacional, pero al ser derrocado semanas después, la dichosa pieza es borrada del mapa. Así pasaron
veintidós años y México seguía sin contar con un Himno Nacional; en los eventos y actos públicos y políticos del gobierno se interpretaba la obertura “Semiramis” de Gioachino Rossini, o en su defecto “Poeta y Campesino” de Franz von Suppé; no era nada grato para México como país, ver que todas las demás naciones contaban y cantaban con un Himno Nacional.
En 1844, el flautista, violinista y director de orquesta cubano Eusebio Delgado, con bombo y platillo anuncia que ha compuesto el Himno Nacional Mexicano, mismo que resultó ser un verdadero fiasco al exaltar de manera extremadamente lisonjera, nomás por no decir lambiscona, la figura del megalómano, egocéntrico y excéntrico presidente Antonio López de Santa Anna, en agradecimiento por haberle otorgado así, sin más trámite la nacionalidad mexicana. A la gente no le cayó en gracia que se le otorgara la nacionalidad al compositor y mucho menos querían a Santa Anna, así que la dichosa partitura terminó el bote de la basura.
Tras la guerra con Estados Unidos, de 1846 a 1848 y que nos costó perder más de la mitad del territorio nacional, en 1849 el Presidente José Joaquín Antonio Florencio de Herrera y Ricardos forma una Junta Patriótica, con la intención de que, apoyados por la Academia de San Juan de Letrán se organizara un concurso para elegir el Himno Nacional Mexicano. La música ganadora fue compuesta por el pianista austríaco Henri Herz y la letra ganadora fue obra del compositor estadounidense Andrew David Bradburn; otro fracaso al no poder plasmar los autores extranjeros el sentimiento de mexicanidad, ni en la música ni en la letra; el Presidente José Joaquín de Herrera desechó la composición por esos motivos, la falta de esencia mexicana en la obra.
Al año siguiente, en 1850, la Junta Patriótica y la Academia de San Juan de Letrán vuelven a convocar, ahora para ponerle música a un poema del cubano Juan Miguel Lozada, resultando ganadora la partitura musical del compositor, arpista y músico francés Nicolás-Charles Bochsa; de nueva cuenta el Presidente José Joaquín de Herrera rechazó la obra debido a que la música le pareció “más para una ópera que para un himno” y la letra ensalzaba mucho su figura, lo que le causó enojo; “yo solo soy mexicano, pero no soy el país, un himno nacional no debe alabar a ningún presidente, sino exaltar los valores de la nación”; ese era el sello que los compositores extranjeros no podían imprimir en su obra al no ser mexicanos.
Durante el período de 1850 a 1853, en el lapso de tres años y sin haber ni concurso ni convocatoria de por medio, surgió una especie de efervescencia y competencia entre compositores y músicos, para ver quien se llevaba la gloria del himno. El compositor italiano Antonio Barilli presentó dos himnos, de los cuales ninguno de los dos agradó al público; luego en 1851 el compositor checo Max Maretzek presenta su Himno Nacional, que tampoco gustó en absoluto; después otro italiano, Inochencio Pellegrini presenta su “Canto Nacional Mexicano”, corriendo con la misma suerte; otro músico mexicano de apellido Infante presenta una “composición patriótica” dedicada a Santa Anna, se tocó una sola noche y ante los abucheos del público, tuvo que ser retirada. Y así con esa misma mala suerte corrieron los compositores
Fernando Calderón y Beltrán, José María Garmendia, Francisco Manuel Sánchez de Tagle, Mariano Elízaga y José María Heredia.
El regreso de Santa Anna… más ególatra que nunca
Después de un auto destierro programado (el motivo era para no aparecer como el que vendió más de la mitad de México), en 1853 Antonio López de Santa Anna regresa recargado, con la egolatría a niveles superlativos y además, casualmente con quince millones de dólares en las arcas, producto del pago de la venta que había dejado pactada con el Presidente James Polk de Estados Unidos; además, si en su anterior presidencia sus ínfulas lo hacían autonombrarse “Generalísimo de todos los Ejércitos”, ahora venía reconcentrado y exigió que antes de su ilustre nombre, apareciera el título de “Su Alteza Serenísima”. Así pues, su obsequioso, lacayuno y lambiscón colaborador, Miguel Lerdo de Tejada lo convence de que México debe contar con un Himno Nacional, ya que al año siguiente se conmemoraría el 25 aniversario de “La Victoria de Tampico”, batalla librada en 1829 donde Santa Anna derrotó y expulsó al Ejército Real Español que venía a reconquistar a México.
El 12 de noviembre de 1853, Santa Anna ordena publicar en el entonces “Diario Oficial del Gobierno de la República Mexicana” el concurso para seleccionar la letra y la música del Himno Nacional. La mecánica fué la siguiente: para la letra se debía enviar la propuesta en sobre cerrado con un seudónimo al Ministerio de Fomento, Colonización, Industria y Comercio, en un lapso no mayor a veinte días a partir de la publicación; después, en un plazo de diez días, el jurado determinaría al ganador. Al momento de conocerse al ganador de la letra, a los solicitantes para musicalización se les entregaría una copia manuscrita de la letra y a partir de ahí, se tendrían treinta días para recibir las propuestas de musicalización; tras lo cual se tardaría otros treinta días para dar a conocer al ganador de la musicalización. El concurso se convocó con la debida anticipación, de tal manera que el Himno Nacional debería estar listo con sus arreglos musicales y orquestación, a más tardar el 11 de septiembre de 1854.
Los ganadores…
El anterior presidente, José Joaquín de Herrera al comentar que la música del himno no debía sonar a ópera ni aburrida, y que la letra no debía ensalzar al presidente, sino las virtudes de los mexicanos, de manera no oficial les dió la pauta a los siguientes aspirantes para componer la música y la letra, de cómo debían conducirse en sus composiciones. Por supuesto que Santa Anna esperaba un himno donde se le alabara y elogiara abiertamente como si fuera la divina garza, pero no fue así.
El 4 de febrero de 1854 se publican en el Diario Oficial, tanto la letra como el nombre del ganador, siendo éste el compositor potosino Francisco González Bocanegra, de quien después se supo que él no quería
participar en el concurso, pero su novia y prometida, la señorita Guadalupe González del Pino y Villalpando, al estar próxima la boda lo urgió a inscribirse puesto que necesitaban ese dinero para su nueva casa; como Bocanegra se negaba a participar, entonces la novia, con un sutil engaño lo invitó a su casa, diciéndole que el padre de ella quería hablar con ambos ante la proximidad de la boda y al llegar lo dejó encerrado en la oficina de su padre, diciendo que no lo iba a dejar salir hasta que no escribiera una buena letra para ganar el concurso; algunos historiadores dicen que cuatro y otros que siete horas más tarde, por debajo de la puerta aparecen las hojas con las letras del que hoy es nuestro glorioso Himno Nacional; solamente así pudo salir Bocanegra de ese encierro.
El himno que escribió González Bocanegra si bien es de corte eminentemente bélico, pero no habla de incitar al ataque o a la agresión, sino de incitar y proclamar la firme defensa de la patria y de nuestro territorio nacional, de ser preciso hasta la muerte. Bocanegra sabía que una alabanza o alusión directa hacia el presidente Santa Anna le quitaría posibilidades de ganar, porque eso ya no era del agrado de la población; de modo que de manera muy fina, se basó en la Batalla de Tampico para escribir las estrofas; Bocanegra hace resaltar la disposición de los mexicanos para luchar contra “un extraño enemigo”, ahí se refiere a la hazaña heroica de Santa Anna al vencer a los extranjeros españoles y mercenarios que en 1829 trataron de reconquistar a México. Hasta ese momento, esa era la única gran victoria que México como nación celebraba, y era de Santa Anna, y estaba reflejado el hecho muy finamente en el himno de Bocanegra…y nadie lo notó.
Como estaba previsto en la convocatoria, a los concursantes para la música, se les entregó una copia manuscrita de las letras, para que trabajaran su propuesta de musicalización; a los treinta días se determina que el ganador de la obra musical es el músico italiano Giovanni Bottesini, pero simplemente su música no gustó, además fué acusado de haber interpretado el himno fuera de concurso y antes de que éste terminara; aún así, a Bottesini se le dio la oportunidad de re musicalizar la letra; debido a este incidente, el concurso se prolongó hasta el 18 de mayo de 1854, fecha en que se estrenó en el Teatro Santa Anna, cantado por la soprano alemana Enriqueta Sontag y el tenor italiano Gaspar Pozzolini, pero tampoco fue del agrado del público asistente.
Con todos estos contratiempos, se relanza la convocatoria y el 12 de agosto de 1854 se publica en el Diario Oficial que la propuesta musical ganadora, es la del músico español de treinta años Jaime Nunó Roca, quien bajo el seudónimo de “Dios y Libertad”, había ganado la unanimidad del jurado. Jaime Nunó, ya radicaba y trabajaba en México como director de las bandas y orquestas del Ejército Mexicano. Días después, el nuevo himno es interpretado por primera vez en una función privada en el Teatro Santa Anna, dirigido por Giovanni Bottesini e interpretado por los italianos Claudia Florenti, soprano y Lorenzo Salvi, tenor, siendo un éxito rotundo entre los asistentes. A esa función no asistió Santa Anna.
La noche del 15 de septiembre de 1854 fué la primera interpretación pública del himno; se cerraron las calles del centro histórico, luego de unas palabras de Francisco González Bocanegra, se procedió a la
interpretación por parte de Claudia Florenti y Lorenzo Salvi, dirigidos por Giovanni Bottesini resultando otro rotundo éxito entre la población de a pie. Al día siguiente se hizo el estreno oficial del himno en el Teatro Santa Anna, con la presencia del Presidente Antonio López de Santa Anna, interpretado por los italianos Balbina Steffanoni soprano y Lorenzo Salvi tenor, dirigidos por el director francés René Massón, y por supuesto, fué otro éxito.
El Himno Nacional cae en el olvido debido la inestabilidad política y los vaivenes sociales
Con el triunfo del “Plan de Ayutla” en 1855, encabezados por los liberales Benito Juárez, Melchor Ocampo e Ignacio Comonfort, toman el control del gobierno y persiguen a todos los que tuvieron relación con Santa Anna, quien tuvo que dejar el poder, abandonar el país y refugiarse en La Habana, Cuba; lo mismo hizo Jaime Nunó, quien de Cuba se fué a Nueva York, donde se estableció; en cambio Francisco González Bocanegra se refugia en casa de un tío y jamás volvió a aparecer en público; murió en 1861 a los 38 años de tifoidea. Tanto González Bocanegra como Jaime Nunó, tuvieron la mala fortuna de ser perseguidos por los liberales, no porque fueran seguidores de Santa Anna, sino porque fueron los últimos personajes, que la memoria colectiva los relacionaba con el dictador, cuando su única relación fué a través del Himno Nacional.
En lo que se refiere al Himno Nacional, Benito Juárez si bien es verdad que no lo prohibió, también es verdad que hizo todo lo posible para que a la población se le olvidara y nunca alentó su interpretación, pero era tan bello tanto poética como musicalmente, que ya se había metido en el corazón de gran parte de la población mexicana. Un enorme desatino, un error político garrafal del Presidente Benito Juárez, fué el haber tratado de imponer a toda costa a “La Marsellesa” como el himno de México, de modo que hasta el día de hoy, algunos historiadores e intelectuales consideran ese hecho como traición a la patria, ya que La Marsellesa por muy hermoso que fuera y por más que le gustara a Juárez, era el himno oficial y canto nacional de Francia; al terminar la “Guerra de Reforma”, las tropas federales y el ejército juarista recuperan la Ciudad de México, el Presidente Juárez ordena que se interprete La Marsellesa a manera de festejo, pero entonces todos los generales, los miles de soldados federales y juaristas y la población presente, entonaron el Himno Nacional Mexicano, opacando por completo las notas de La Marsellesa.
Durante el El Segundo Imperio Mexicano de Maximiliano de Habsburgo, se adoptó como himno nacional un tema llamado “La Marcha de los Cangrejos”, que le gustaba mucho a Maximiliano, obra del escritor Guillermo Prieto Pradillo y que había participado en el concurso de Santa Anna. De cualquier forma, el Himno Nacional de Bocanegra y Nunó siempre prevaleció en el gusto del pueblo, de las tropas y de la gente común, de tal manera que hasta el propio Benito Juárez terminó por aceptarlo.
Porfirio Díaz al rescate del Himno Nacional Mexicano
En 1877 el compositor michoacano Isaac Calderón Vega, en honor y recuerdo a Los Dragones de Cuera (cuerpo de caballería que la Corona Española envió desde 1700 para imponer la ley y el orden en el norte de la Nueva España), compone la imponente “Marcha Dragona”, de inmediato el Ejército Nacional la adoptó y la propusieron al Presidente Porfirio Díaz como sustituto del himno nacional, la respuesta de Díaz fue rotunda: “Al Himno Nacional no se le quita ni una sola nota, ni una sola palabra”, al mismo tiempo ordenó adoptar La Dragona como marcha oficial del Ejército Nacional y el Himno Nacional Mexicano de Bocanegra y Nunó, como oficial para los actos cívicos y políticos del gobierno, más sin embargo, no lo reglamentó ni lo legalizó. En 1901 Porfirio Díaz se entera de que Jaime Nunó es ciudadano estadounidense y que vive en la ciudad de Búffalo, Nueva York y lo invita a venir a México, donde interpretó el Himno Nacional Mexicano, dirigiendo a la Orquesta Sinfónica Nacional; en 1904 Porfirio lo invita de nuevo y fué la última vez que Nunó en vida estuvo en México, ya que murió en 1908.
Curiosidades y controversias del Himno Nacional Mexicano
+ En 1904 Porfirio Díaz entregó dos mil pesos de la época, equivalentes a dos mil dólares a Jaime Nunó y dos mil pesos a la heredera de González Bocanegra, por el servicio brindado a la Patria al componer el Himno Nacional.
+ La primera grabación sonora del Himno Nacional Mexicano fué el 24 de julio de 1922 por la cantante duranguense Fanny Anitúa.
+ En 1923 el Maestro Julián Carrillo a nombre del Gobierno Mexicano recibe de la familia de González Bocanegra todos los originales del Himno Nacional Mexicano, para el pueblo de México.
+ El 4 de mayo de 1943, el Presidente Manuel Ávila Camacho legaliza y oficializa el Himno Nacional Mexicano; en dicha ley se prohíbe alterar, corregir o modificar tanto la letra como la música.
+ El 23 de diciembre de 1967, el Presidente Gustavo Díaz Ordaz le confiere el carácter de Símbolo Patrio al Himno Nacional Mexicano y se emite la Ley correspondiente.
+ En 1984 el Presidente Miguel De La Madrid envía al Congreso la iniciativa de la Ley sobre el Escudo, la Bandera y el Himno Nacionales”, vigente hasta el día de hoy.
+ La compañía RCA Records, propiedad de la estadounidense Sony Music, que a su vez es propiedad de la multinacional japonesa Sony Group Corporation, reclama ser la propietaria de los Derechos Comerciales del Himno Nacional Mexicano.
+ La Ley de Derechos de Autor de Estados Unidos, declara que el Himno Nacional Mexicano es de Dominio Público y sin fines de lucro en territorio de los Estados Unidos.
+ La Ley de Derechos de Autor de México, declara que el Himno Nacional Mexicano es de Dominio Público, los Derechos Morales le pertenecen al Gobierno Mexicano y que nadie, en ningún lugar
ni en ningún momento puede comercializar ni lucrar con la interpretación del Himno Nacional Mexicano.
+ No existe registro alguno de ningún concurso, ni documento donde se diga que nuestro himno ocupa el segundo lugar como el más bello del mundo después de La Marsellesa; pero si se sabe que un medio de comunicación de España realizó una encuesta en Europa, para buscar el himno más bello del mundo, resultando ganador el de Francia y segundo el de México, pero fué solo eso, una encuesta.
+ Los restos de Francisco González Bocanegra descansan en la Rotonda de las Personas Ilustres
+ En 1942 el Presidente Manuel Ávila Camacho obtuvo de los descendientes de Jaime Nunó, la autorización para traer sus restos a México y ser sepultados en la Rotonda de las Personas lustres, junto a los de Francisco González Bocanegra.
+ Jaime Nunó es hasta la fecha, el único extranjero sepultado en la Rotonda de las personas Ilustres.
+ El Himno Nacional Mexicano se compone originalmente de diez estrofas de ocho versos cada una y un coro o estribillo. No se ha modificado, pero si se han suprimido algunas estrofas para hacerlo más ágil y poder llegar a lo profundo del corazón de los mexicanos.
+ La Secretaría de Gobernación es la encargada de vigilar el buen uso del Himno Nacional Mexicano en el territorio nacional; en el extranjero, corresponde a la Secretaría de Relaciones Exteriores, a través de sus Embajadas y Consulados, siempre bajo la supervisión de la Secretaría de Gobernación.
+ La Secretaría de Gobernación impuso multas millonarias a los cantantes Jorge Muñiz y Pablo Montero, al olvidar y cambiar la letra del Himno Nacional en eventos deportivos; también hizo una severa llamada de atención al Consejo Mundial de Boxeo, a la Liga MX de Futbol y a la cantante Ángela Aguilar.
+ La Secretaría de Gobernación mantiene bajo resguardo tres originales tanto de la letra como de la música del Himno Nacional Mexicano, uno en el Archivo General de la Nación, otro en el Museo Nacional de Historia y otro en el Instituto Nacional de Antropología e Historia.
+ La Secretaría de Gobernación, en el año 2014 autorizó al Instituto Nacional de Lenguas Indígenas para traducir el Himno Nacional Mexicano al Chinanteco, Otomí, Mixteco, Maya, Náhuatl y Huasteco. También, con el apoyo de la Embajada de Alemania en México autorizó la traducción al idioma Alemán Bajo, para ser cantado por las comunidades Menonitas en México.
e-mail: jaramillovela@hotmail.com para comentarios, sugerencias y críticas constructivas.
Por: José Luis Jaramillo Vela
Antecedentes y primeros esbozos de himnos nacionales
En 1761, el Virrey Joaquín de Monserrat y Cruillas, I Conde de Crousillat, introdujo en los eventos de carácter público y político del Virreinato, la “Marcha Real” o “Marcha Granadera”, compuesta por Manuel Espinoza de los Monteros, ésta pieza que se interpretaba durante las ceremonias cívicas, políticas y militares del Virreinato, no era propiamente un himno y mucho menos nacional, puesto que no éramos ni siquiera un país, éramos una colonia española, pero era un tema oficial en las ceremonias y eventos del Virreinato.
Al consumarse la Independencia de México en 1821, el compositor queretano Juan Torrescano compone el primer himno, pero no tuvo éxito y fué descartado por centrarse en exceso en promover el sentimiento antiespañol, cuando lo que necesitaba el Ejército Trigarante era un canto de unidad nacional que aglutinara en torno al país a mexicanos, españoles, criollos, mestizos, zambos, mulatos y todos los que habitaban el nuevo país. Por eso en la ceremonia de asunción del Emperador de Iturbide, se cantó el himno religioso “Veni Creator”, en la que se invoca al Espíritu Santo para guiar al gobernante y proteger al país.
Otro intento, en 1822 el músico José María Garmendia compone otro himno, éste dedicado por completo a magnificar la figura del Emperador Agustín de Iturbide, quien con mucho agrado lo adopta como Himno Nacional, pero al ser derrocado semanas después, la dichosa pieza es borrada del mapa. Así pasaron
veintidós años y México seguía sin contar con un Himno Nacional; en los eventos y actos públicos y políticos del gobierno se interpretaba la obertura “Semiramis” de Gioachino Rossini, o en su defecto “Poeta y Campesino” de Franz von Suppé; no era nada grato para México como país, ver que todas las demás naciones contaban y cantaban con un Himno Nacional.
En 1844, el flautista, violinista y director de orquesta cubano Eusebio Delgado, con bombo y platillo anuncia que ha compuesto el Himno Nacional Mexicano, mismo que resultó ser un verdadero fiasco al exaltar de manera extremadamente lisonjera, nomás por no decir lambiscona, la figura del megalómano, egocéntrico y excéntrico presidente Antonio López de Santa Anna, en agradecimiento por haberle otorgado así, sin más trámite la nacionalidad mexicana. A la gente no le cayó en gracia que se le otorgara la nacionalidad al compositor y mucho menos querían a Santa Anna, así que la dichosa partitura terminó el bote de la basura.
Tras la guerra con Estados Unidos, de 1846 a 1848 y que nos costó perder más de la mitad del territorio nacional, en 1849 el Presidente José Joaquín Antonio Florencio de Herrera y Ricardos forma una Junta Patriótica, con la intención de que, apoyados por la Academia de San Juan de Letrán se organizara un concurso para elegir el Himno Nacional Mexicano. La música ganadora fue compuesta por el pianista austríaco Henri Herz y la letra ganadora fue obra del compositor estadounidense Andrew David Bradburn; otro fracaso al no poder plasmar los autores extranjeros el sentimiento de mexicanidad, ni en la música ni en la letra; el Presidente José Joaquín de Herrera desechó la composición por esos motivos, la falta de esencia mexicana en la obra.
Al año siguiente, en 1850, la Junta Patriótica y la Academia de San Juan de Letrán vuelven a convocar, ahora para ponerle música a un poema del cubano Juan Miguel Lozada, resultando ganadora la partitura musical del compositor, arpista y músico francés Nicolás-Charles Bochsa; de nueva cuenta el Presidente José Joaquín de Herrera rechazó la obra debido a que la música le pareció “más para una ópera que para un himno” y la letra ensalzaba mucho su figura, lo que le causó enojo; “yo solo soy mexicano, pero no soy el país, un himno nacional no debe alabar a ningún presidente, sino exaltar los valores de la nación”; ese era el sello que los compositores extranjeros no podían imprimir en su obra al no ser mexicanos.
Durante el período de 1850 a 1853, en el lapso de tres años y sin haber ni concurso ni convocatoria de por medio, surgió una especie de efervescencia y competencia entre compositores y músicos, para ver quien se llevaba la gloria del himno. El compositor italiano Antonio Barilli presentó dos himnos, de los cuales ninguno de los dos agradó al público; luego en 1851 el compositor checo Max Maretzek presenta su Himno Nacional, que tampoco gustó en absoluto; después otro italiano, Inochencio Pellegrini presenta su “Canto Nacional Mexicano”, corriendo con la misma suerte; otro músico mexicano de apellido Infante presenta una “composición patriótica” dedicada a Santa Anna, se tocó una sola noche y ante los abucheos del público, tuvo que ser retirada. Y así con esa misma mala suerte corrieron los compositores
Fernando Calderón y Beltrán, José María Garmendia, Francisco Manuel Sánchez de Tagle, Mariano Elízaga y José María Heredia.
El regreso de Santa Anna… más ególatra que nunca
Después de un auto destierro programado (el motivo era para no aparecer como el que vendió más de la mitad de México), en 1853 Antonio López de Santa Anna regresa recargado, con la egolatría a niveles superlativos y además, casualmente con quince millones de dólares en las arcas, producto del pago de la venta que había dejado pactada con el Presidente James Polk de Estados Unidos; además, si en su anterior presidencia sus ínfulas lo hacían autonombrarse “Generalísimo de todos los Ejércitos”, ahora venía reconcentrado y exigió que antes de su ilustre nombre, apareciera el título de “Su Alteza Serenísima”. Así pues, su obsequioso, lacayuno y lambiscón colaborador, Miguel Lerdo de Tejada lo convence de que México debe contar con un Himno Nacional, ya que al año siguiente se conmemoraría el 25 aniversario de “La Victoria de Tampico”, batalla librada en 1829 donde Santa Anna derrotó y expulsó al Ejército Real Español que venía a reconquistar a México.
El 12 de noviembre de 1853, Santa Anna ordena publicar en el entonces “Diario Oficial del Gobierno de la República Mexicana” el concurso para seleccionar la letra y la música del Himno Nacional. La mecánica fué la siguiente: para la letra se debía enviar la propuesta en sobre cerrado con un seudónimo al Ministerio de Fomento, Colonización, Industria y Comercio, en un lapso no mayor a veinte días a partir de la publicación; después, en un plazo de diez días, el jurado determinaría al ganador. Al momento de conocerse al ganador de la letra, a los solicitantes para musicalización se les entregaría una copia manuscrita de la letra y a partir de ahí, se tendrían treinta días para recibir las propuestas de musicalización; tras lo cual se tardaría otros treinta días para dar a conocer al ganador de la musicalización. El concurso se convocó con la debida anticipación, de tal manera que el Himno Nacional debería estar listo con sus arreglos musicales y orquestación, a más tardar el 11 de septiembre de 1854.
Los ganadores…
El anterior presidente, José Joaquín de Herrera al comentar que la música del himno no debía sonar a ópera ni aburrida, y que la letra no debía ensalzar al presidente, sino las virtudes de los mexicanos, de manera no oficial les dió la pauta a los siguientes aspirantes para componer la música y la letra, de cómo debían conducirse en sus composiciones. Por supuesto que Santa Anna esperaba un himno donde se le alabara y elogiara abiertamente como si fuera la divina garza, pero no fue así.
El 4 de febrero de 1854 se publican en el Diario Oficial, tanto la letra como el nombre del ganador, siendo éste el compositor potosino Francisco González Bocanegra, de quien después se supo que él no quería
participar en el concurso, pero su novia y prometida, la señorita Guadalupe González del Pino y Villalpando, al estar próxima la boda lo urgió a inscribirse puesto que necesitaban ese dinero para su nueva casa; como Bocanegra se negaba a participar, entonces la novia, con un sutil engaño lo invitó a su casa, diciéndole que el padre de ella quería hablar con ambos ante la proximidad de la boda y al llegar lo dejó encerrado en la oficina de su padre, diciendo que no lo iba a dejar salir hasta que no escribiera una buena letra para ganar el concurso; algunos historiadores dicen que cuatro y otros que siete horas más tarde, por debajo de la puerta aparecen las hojas con las letras del que hoy es nuestro glorioso Himno Nacional; solamente así pudo salir Bocanegra de ese encierro.
El himno que escribió González Bocanegra si bien es de corte eminentemente bélico, pero no habla de incitar al ataque o a la agresión, sino de incitar y proclamar la firme defensa de la patria y de nuestro territorio nacional, de ser preciso hasta la muerte. Bocanegra sabía que una alabanza o alusión directa hacia el presidente Santa Anna le quitaría posibilidades de ganar, porque eso ya no era del agrado de la población; de modo que de manera muy fina, se basó en la Batalla de Tampico para escribir las estrofas; Bocanegra hace resaltar la disposición de los mexicanos para luchar contra “un extraño enemigo”, ahí se refiere a la hazaña heroica de Santa Anna al vencer a los extranjeros españoles y mercenarios que en 1829 trataron de reconquistar a México. Hasta ese momento, esa era la única gran victoria que México como nación celebraba, y era de Santa Anna, y estaba reflejado el hecho muy finamente en el himno de Bocanegra…y nadie lo notó.
Como estaba previsto en la convocatoria, a los concursantes para la música, se les entregó una copia manuscrita de las letras, para que trabajaran su propuesta de musicalización; a los treinta días se determina que el ganador de la obra musical es el músico italiano Giovanni Bottesini, pero simplemente su música no gustó, además fué acusado de haber interpretado el himno fuera de concurso y antes de que éste terminara; aún así, a Bottesini se le dio la oportunidad de re musicalizar la letra; debido a este incidente, el concurso se prolongó hasta el 18 de mayo de 1854, fecha en que se estrenó en el Teatro Santa Anna, cantado por la soprano alemana Enriqueta Sontag y el tenor italiano Gaspar Pozzolini, pero tampoco fue del agrado del público asistente.
Con todos estos contratiempos, se relanza la convocatoria y el 12 de agosto de 1854 se publica en el Diario Oficial que la propuesta musical ganadora, es la del músico español de treinta años Jaime Nunó Roca, quien bajo el seudónimo de “Dios y Libertad”, había ganado la unanimidad del jurado. Jaime Nunó, ya radicaba y trabajaba en México como director de las bandas y orquestas del Ejército Mexicano. Días después, el nuevo himno es interpretado por primera vez en una función privada en el Teatro Santa Anna, dirigido por Giovanni Bottesini e interpretado por los italianos Claudia Florenti, soprano y Lorenzo Salvi, tenor, siendo un éxito rotundo entre los asistentes. A esa función no asistió Santa Anna.
La noche del 15 de septiembre de 1854 fué la primera interpretación pública del himno; se cerraron las calles del centro histórico, luego de unas palabras de Francisco González Bocanegra, se procedió a la
interpretación por parte de Claudia Florenti y Lorenzo Salvi, dirigidos por Giovanni Bottesini resultando otro rotundo éxito entre la población de a pie. Al día siguiente se hizo el estreno oficial del himno en el Teatro Santa Anna, con la presencia del Presidente Antonio López de Santa Anna, interpretado por los italianos Balbina Steffanoni soprano y Lorenzo Salvi tenor, dirigidos por el director francés René Massón, y por supuesto, fué otro éxito.
El Himno Nacional cae en el olvido debido la inestabilidad política y los vaivenes sociales
Con el triunfo del “Plan de Ayutla” en 1855, encabezados por los liberales Benito Juárez, Melchor Ocampo e Ignacio Comonfort, toman el control del gobierno y persiguen a todos los que tuvieron relación con Santa Anna, quien tuvo que dejar el poder, abandonar el país y refugiarse en La Habana, Cuba; lo mismo hizo Jaime Nunó, quien de Cuba se fué a Nueva York, donde se estableció; en cambio Francisco González Bocanegra se refugia en casa de un tío y jamás volvió a aparecer en público; murió en 1861 a los 38 años de tifoidea. Tanto González Bocanegra como Jaime Nunó, tuvieron la mala fortuna de ser perseguidos por los liberales, no porque fueran seguidores de Santa Anna, sino porque fueron los últimos personajes, que la memoria colectiva los relacionaba con el dictador, cuando su única relación fué a través del Himno Nacional.
En lo que se refiere al Himno Nacional, Benito Juárez si bien es verdad que no lo prohibió, también es verdad que hizo todo lo posible para que a la población se le olvidara y nunca alentó su interpretación, pero era tan bello tanto poética como musicalmente, que ya se había metido en el corazón de gran parte de la población mexicana. Un enorme desatino, un error político garrafal del Presidente Benito Juárez, fué el haber tratado de imponer a toda costa a “La Marsellesa” como el himno de México, de modo que hasta el día de hoy, algunos historiadores e intelectuales consideran ese hecho como traición a la patria, ya que La Marsellesa por muy hermoso que fuera y por más que le gustara a Juárez, era el himno oficial y canto nacional de Francia; al terminar la “Guerra de Reforma”, las tropas federales y el ejército juarista recuperan la Ciudad de México, el Presidente Juárez ordena que se interprete La Marsellesa a manera de festejo, pero entonces todos los generales, los miles de soldados federales y juaristas y la población presente, entonaron el Himno Nacional Mexicano, opacando por completo las notas de La Marsellesa.
Durante el El Segundo Imperio Mexicano de Maximiliano de Habsburgo, se adoptó como himno nacional un tema llamado “La Marcha de los Cangrejos”, que le gustaba mucho a Maximiliano, obra del escritor Guillermo Prieto Pradillo y que había participado en el concurso de Santa Anna. De cualquier forma, el Himno Nacional de Bocanegra y Nunó siempre prevaleció en el gusto del pueblo, de las tropas y de la gente común, de tal manera que hasta el propio Benito Juárez terminó por aceptarlo.
Porfirio Díaz al rescate del Himno Nacional Mexicano
En 1877 el compositor michoacano Isaac Calderón Vega, en honor y recuerdo a Los Dragones de Cuera (cuerpo de caballería que la Corona Española envió desde 1700 para imponer la ley y el orden en el norte de la Nueva España), compone la imponente “Marcha Dragona”, de inmediato el Ejército Nacional la adoptó y la propusieron al Presidente Porfirio Díaz como sustituto del himno nacional, la respuesta de Díaz fue rotunda: “Al Himno Nacional no se le quita ni una sola nota, ni una sola palabra”, al mismo tiempo ordenó adoptar La Dragona como marcha oficial del Ejército Nacional y el Himno Nacional Mexicano de Bocanegra y Nunó, como oficial para los actos cívicos y políticos del gobierno, más sin embargo, no lo reglamentó ni lo legalizó. En 1901 Porfirio Díaz se entera de que Jaime Nunó es ciudadano estadounidense y que vive en la ciudad de Búffalo, Nueva York y lo invita a venir a México, donde interpretó el Himno Nacional Mexicano, dirigiendo a la Orquesta Sinfónica Nacional; en 1904 Porfirio lo invita de nuevo y fué la última vez que Nunó en vida estuvo en México, ya que murió en 1908.
Curiosidades y controversias del Himno Nacional Mexicano
+ En 1904 Porfirio Díaz entregó dos mil pesos de la época, equivalentes a dos mil dólares a Jaime Nunó y dos mil pesos a la heredera de González Bocanegra, por el servicio brindado a la Patria al componer el Himno Nacional.
+ La primera grabación sonora del Himno Nacional Mexicano fué el 24 de julio de 1922 por la cantante duranguense Fanny Anitúa.
+ En 1923 el Maestro Julián Carrillo a nombre del Gobierno Mexicano recibe de la familia de González Bocanegra todos los originales del Himno Nacional Mexicano, para el pueblo de México.
+ El 4 de mayo de 1943, el Presidente Manuel Ávila Camacho legaliza y oficializa el Himno Nacional Mexicano; en dicha ley se prohíbe alterar, corregir o modificar tanto la letra como la música.
+ El 23 de diciembre de 1967, el Presidente Gustavo Díaz Ordaz le confiere el carácter de Símbolo Patrio al Himno Nacional Mexicano y se emite la Ley correspondiente.
+ En 1984 el Presidente Miguel De La Madrid envía al Congreso la iniciativa de la Ley sobre el Escudo, la Bandera y el Himno Nacionales”, vigente hasta el día de hoy.
+ La compañía RCA Records, propiedad de la estadounidense Sony Music, que a su vez es propiedad de la multinacional japonesa Sony Group Corporation, reclama ser la propietaria de los Derechos Comerciales del Himno Nacional Mexicano.
+ La Ley de Derechos de Autor de Estados Unidos, declara que el Himno Nacional Mexicano es de Dominio Público y sin fines de lucro en territorio de los Estados Unidos.
+ La Ley de Derechos de Autor de México, declara que el Himno Nacional Mexicano es de Dominio Público, los Derechos Morales le pertenecen al Gobierno Mexicano y que nadie, en ningún lugar
ni en ningún momento puede comercializar ni lucrar con la interpretación del Himno Nacional Mexicano.
+ No existe registro alguno de ningún concurso, ni documento donde se diga que nuestro himno ocupa el segundo lugar como el más bello del mundo después de La Marsellesa; pero si se sabe que un medio de comunicación de España realizó una encuesta en Europa, para buscar el himno más bello del mundo, resultando ganador el de Francia y segundo el de México, pero fué solo eso, una encuesta.
+ Los restos de Francisco González Bocanegra descansan en la Rotonda de las Personas Ilustres
+ En 1942 el Presidente Manuel Ávila Camacho obtuvo de los descendientes de Jaime Nunó, la autorización para traer sus restos a México y ser sepultados en la Rotonda de las Personas lustres, junto a los de Francisco González Bocanegra.
+ Jaime Nunó es hasta la fecha, el único extranjero sepultado en la Rotonda de las personas Ilustres.
+ El Himno Nacional Mexicano se compone originalmente de diez estrofas de ocho versos cada una y un coro o estribillo. No se ha modificado, pero si se han suprimido algunas estrofas para hacerlo más ágil y poder llegar a lo profundo del corazón de los mexicanos.
+ La Secretaría de Gobernación es la encargada de vigilar el buen uso del Himno Nacional Mexicano en el territorio nacional; en el extranjero, corresponde a la Secretaría de Relaciones Exteriores, a través de sus Embajadas y Consulados, siempre bajo la supervisión de la Secretaría de Gobernación.
+ La Secretaría de Gobernación impuso multas millonarias a los cantantes Jorge Muñiz y Pablo Montero, al olvidar y cambiar la letra del Himno Nacional en eventos deportivos; también hizo una severa llamada de atención al Consejo Mundial de Boxeo, a la Liga MX de Futbol y a la cantante Ángela Aguilar.
+ La Secretaría de Gobernación mantiene bajo resguardo tres originales tanto de la letra como de la música del Himno Nacional Mexicano, uno en el Archivo General de la Nación, otro en el Museo Nacional de Historia y otro en el Instituto Nacional de Antropología e Historia.
+ La Secretaría de Gobernación, en el año 2014 autorizó al Instituto Nacional de Lenguas Indígenas para traducir el Himno Nacional Mexicano al Chinanteco, Otomí, Mixteco, Maya, Náhuatl y Huasteco. También, con el apoyo de la Embajada de Alemania en México autorizó la traducción al idioma Alemán Bajo, para ser cantado por las comunidades Menonitas en México.
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