A la sociedad mexicana,
A la opinión pública,
El futuro de la niñez de México está en riesgo
Los libros de texto gratuitos han sido un gran apoyo para la educación primaria en nuestro país. La idea de proporcionarlos gratuitamente se remonta a la Reforma educativa que llevó a cabo Valentín Gómez Farías en 1833, pero se hicieron realidad hasta 1959 con la creación de la Comisión Nacional de los Libros de Texto Gratuito (CONALITEG), por Adolfo López Mateos. Se distribuyeron por primera vez en 1960.
A partir de ese momento, el Estado mexicano asumió esta responsabilidad con la educación gratuita, la CONALITEG se ha encargado de distribuir e imprimir los libros, que se elaboran con grupos de expertos en educación, psicología, matemáticas, ciencias naturales, salud, ciencias sociales y humanidades. Como corresponde a todo proceso educativo, los contenidos se han revisado, evaluado y actualizado varias veces a lo largo de estas seis décadas. Desde luego, hemos tenido mejores libros de texto que otros.
Hasta el año pasado, los seis grados de primaria incluían libros de español, ciencias naturales, geografía, historia, matemáticas y lecturas. Además, dada su importancia en la estructuración del pensamiento lógico y la comunicación con la sociedad, los de español y matemáticas tenían amplio espacio para ejercicios y hasta para recortar figuras geométricas.
El decreto de modificación más reciente, denominado Plan de Estudio para la educación preescolar, primaria y secundaria se publicó en el Diario Oficial de la Federación el 19 de agosto de 2022. Este decreto establece que en 2022 y 2023 se deben realizar pruebas piloto y que los cambios en 2023 se implementarán únicamente en preescolar, primero de primaria y primero de secundaria, en acuerdo con los estados (https://www.dof.gob.mx/nota_detalle.php?codigo=5661845&fecha=19/08/2022#gsc.tab=0
A pesar de lo que dice el decreto, no se hicieron pruebas piloto ni se conoce el resultado de una sola evaluación. Tampoco se han dado a conocer los programas de estudio detallados para cada grado. Sin embargo —para sorpresa de la sociedad— se imprimieron libros de todos los grados de primaria y secundaria, desapareciendo los que hasta ahora se utilizaban para las diversas materias.
Además, todo indica que los nuevos libros serán distribuidos en todos los niveles de primaria y secundaria. Siendo esto ya preocupante, es aún más grave el hecho que la SEP haya reservado los archivos relacionados con la elaboración de los libros por cinco años. ¿Qué esconden?
Aunado a estos problemas sobre la legalidad y legitimidad de los procesos asociados a la elaboración de los nuevos libros, es importante denunciar la desaparición de todos los libros de materias específicas en primaria y secundaria (excepto el de inglés en la secundaria, donde se hizo un convenio para comprarlos). A cambio, quedan dos libros de referencia, «Nuestros Saberes» y «Múltiples Lenguajes», ambos con cápsulas educativas de dos o tres páginas, pero sin orden aparente, y otros tres de proyectos «sociocríticos interdisciplinarios» que el maestro puede organizar en el aula, en la escuela o en la comunidad. Es un esquema que será replicado en secundaria con algunas modificaciones. En este sentido, es de gran importancia detener la distribución de estos libros por cuatro razones principales
Primero, en este nuevo esquema los niños no tienen libros para español, matemáticas, ciencias naturales, geografía, biología, salud, historia universal y de México. No aprenderán el razonamiento lógico de las matemáticas, no profundizarán sus conocimientos del español. Supuestamente los niños ahora aprenderán haciendo proyectos que los maestros escogerán de los nuevos libros.
Segundo, la pérdida educativa es especialmente crítica en la secundaria. Antes, para cada materia los maestros podían escoger de entre diez a 16 títulos de libros aprobados por la SEP y suministrados por editoriales de la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana (CANIEM). Ahora desaparecen todos esos libros y reducen la secundaria a un esquema similar a la primaria, sin libros de materias y sólo con dos libros de referencia y de cápsulas educativas sin ningún orden ni secuencia.
Tercero, por si todo esto fuera poco, los nuevos libros que hemos podido revisar están plagados de errores. Es evidente que sus autores se niegan a presentarlos oficialmente para evitar que sean evaluados por expertos, ya que desean imponerlos en este nuevo año escolar. A pesar de eso, existen versiones electrónicas e impresas que se han filtrado a los medios y permiten ver sus grandes deficiencias.
Cuarto, la desaparición de los libros de las materias que han sido parte esencial de la experiencia educativa en primaria y secundaria va a impedir que la niñez pueda aprender de manera sistemática. Con ellos podían reafirmar en el aula y en casa lo aprendido. Un año perdido en aprendizaje, aunado a los problemas que derivaron del cierre de las escuelas en la pandemia va a tener efectos cognitivos quizás irreversibles. Trabajar con «proyectos sociocríticos interdisciplinarios» podría ser factible si existieran recursos adecuados y capacitación docente. De hecho, este tipo de proyectos ya se usan en los salones de clase, pero de ninguna manera sustituyen la enseñanza de las disciplinas porque no todos los temas pueden ser profundizados y ejercitados a través de proyectos.
Nuevamente se va a responsabilizar al personal docente de implementar ocurrencias sin el apoyo y tiempo suficientes. ¿Cuál es la prisa? Los resultados que podemos esperar de este atropellado proceso es que la niñez y juventud reciban una educación pública deficiente, sin las herramientas que requerirán para enfrentar el futuro. Esto hará que las brechas de desigualdad existentes se agranden, cuando el proyecto de mayor prioridad de este gobierno debería ser una educación de calidad en todas las escuelas públicas del país.
Las y los abajo firmantes pedimos que se detenga la distribución de estos libros y se usen los anteriores mientras se resuelven los temas legales, y —sobre todo— mientras el contenido no pase por una revisión de expertos en las didácticas y disciplinas correspondientes, así como de grupos docentes con experiencia en el aula y de diseñadores profesionales.