Investigaciones de esta Universidad, publicados en la revista Current Biology, demostraron que las personas son sorprendentemente buenas para saber cuándo y dónde vieron un objeto por última vez. Seis actividades para mejorar el bienestar intelectual
La próxima vez que te cueste recordar exactamente dónde dejaste las llaves, estacionaste el auto o dejaste los anteojos, no renuncies por completo a confiar en tu memoria.
Un nuevo estudio publicado en la revista Current Biology sugiere que las personas también son sorprendentemente buenas a la hora de saber dónde y cuándo vieron esos objetos. Cuando a los participantes de la investigación se les mostraban objetos en una cuadrícula de 7 por 7, muchos observadores podían recordar la ubicación de más de 100 objetos, eligiendo la ubicación correcta o una celda justo al lado de la correcta.
Una serie de tres experimentos realizados por investigadores del Hospital Brigham and Women’s, el segundo hospital universitario más grande de la Facultad de Medicina de Harvard, demostró que las personas tienen una “memoria espacial masiva” (SMM, por sus siglas en inglés) para saber dónde se encuentran los objetos y una “memoria temporal masiva” (TMM) para saber cuándo los vieron por última vez.
“La gente a menudo piensa que su memoria es terrible, pero nuestros resultados muestran que podemos recordar dónde y cuándo apareció un objeto con una precisión buena, si no perfecta, para un gran número de objetos”, dijo el autor Jeremy Wolfe, del Departamento de Cirugía del Brigham.
Para el experto, “aunque nuestra memoria espacial y temporal para los objetos no sea tan impresionante como la de algunos pájaros o ardillas, que tienen que recordar dónde escondieron la comida para el invierno, nuestros datos demuestran que sí tenemos una memoria masiva para los objetos”.
Para llevar a cabo su estudio, Wolfe y sus colegas pidieron a los participantes que recordaran una serie de objetos colocados en una cuadrícula de 7 por 7. Cada objeto se destacaba durante dos segundos colocando un cuadrado rojo a su alrededor. Después de mostrar los objetos a los participantes, se retiraban todas las imágenes y se evaluaba su capacidad para recordar si habían visto un objeto antes y, en caso afirmativo, dónde estaba situado en la cuadrícula.
“En cierto modo, esto se parece un poco al juego de la memoria al que muchos de nosotros jugábamos de niños, en el que dábamos la vuelta a una carta e intentábamos recordar la ubicación de la carta correspondiente que habíamos visto antes”, explicó Wolfe. “Pero a diferencia del juego de los niños, no nos limitamos a contar la respuesta ‘correcta’ exacta. Medimos cuánto se acercaba el participante a la imagen vista anteriormente”.
En total, los observadores vieron 300 objetos diferentes. Muchos observadores pudieron localizar más de 100 con una precisión de +/- una celda de la verdadera ubicación del objeto. En un experimento posterior, se mostraron a los participantes objetos de uno en uno y se les pidió que hicieran clic en una línea de tiempo, presente en la pantalla, para indicar cuándo habían visto el objeto.
Los investigadores informaron de que los participantes localizaron entre el 60% y el 80% de los objetos antiguos con una precisión de +/- un 10% de la hora correcta, notablemente mejor que el 40% que podrían haber obtenido adivinando.
Los autores señalan que serían necesarios más experimentos para definir los límites superiores de la memoria masiva o investigar otros temas, como los posibles efectos del género en la memoria.
Según los investigadores, algunas cosas se deslizan en nuestra memoria a largo plazo con mucha más facilidad que otras: entender qué podemos recordar con más facilidad, como imágenes de objetos y escenas, podría ayudarnos a sacar el máximo partido a nuestra memoria.
“Desde la antigüedad, la gente ha utilizado trucos de memoria relacionados con nuestra capacidad de recordar imágenes y escenas para codificar grandes cantidades de información y almacenarla en la mente. En ese sentido, no es terriblemente sorprendente que, utilizando nuestros métodos, descubramos que somos bastante buenos recordando dónde están los objetos”, remarcó Wolfe.
Y concluyó: “Nuestros experimentos demuestran que existen memorias masivas espaciales y temporales. Futuras investigaciones definirán sus límites”.
Las 6 recomendaciones de Harvard para mejorar la memoria
El cerebro es uno de los órganos vitales más importantes del cuerpo humano. Desde que se nace, todas las actividades que realizamos suman al desarrollo cognitivo de dicho órgano y éste acumula toda esa información desde el momento uno. Por ese motivo es necesario entrenarlo para mantenerlo de forma saludable.
Seis actividades para mejorar el bienestar intelectual:
– Compartir tiempo con amigos
La convivencia con amigos y seres queridos no solo aumenta el nivel de felicidad, sino que prolonga la vida y esto es beneficioso para el cerebro y la memoria.
– Evitar fumar y moderarse con el alcohol
Los fumadores tienen un mayor grado de pérdida de memoria relacionada a la edad, entre otros problemas de memoria que aquellos que no fuman.
En el caso de los bebedores, tienen problemas para realizar tareas de memoria a corto plazo y también pueden pasar por el síndrome de Korsakoff, el cual puede desencadenar una amnesia repentina y dramática. Es por eso que se debe dejar de lado estas actividades.
– Leer
Esta actividad es sumamente importante y no importa si se leen novelas, cuentos o noticias con diversas fuentes de información. Pero, lo más importante es mantenerse bien informado del mundo en que nos rodeamos y lo que en realidad importa es adquirir el hábito y mantenerlo en el transcurso del tiempo, es decir, que se vuelva parte de su rutina diaria. También se recomienda escribir tanto poesía como en forma de “journaling”, si es posible.
– Salir a caminar
Esta actividad es muy necesaria para liberar tensiones y puede hacerse de forma singular o con un grupo de personas. Los padres también pueden aprovechar esta actividad para que tanto ellos como sus hijos liberen tensiones. Además, tanto caminar como practicar actividad física es necesario y en lo posible se recomienda practicarlo de manera regular.
– Tomar siestas y dormir bien por la noche
En el caso de las siestas, se pueden dedicar cinco minutos para descansar, relajarse y respirar profundamente. Respecto al descanso nocturno, es importante cumplirlo, ya que aquellas personas que no duermen bien pueden ser olvidadizas. La falta de sueño, como el insomnio pueden afectar en el descanso, y existen medicamentos que lo tratan, los cuales también terminan afectando el cerebro. Es necesario que se mejoren los hábitos de sueño.
– Proteger el cerebro de lesiones
Tener golpes en la cabeza es una de las principales causas de pérdida de memoria e inclusive puede aumentar el riesgo de desarrollar demencia. Es importante utilizar un casco cuando se realicen actividades y deportes de riesgo.