La frase de Leandro Cabrera, por honesta, lo resume todo: “Él (por Raúl de Tomás) no intenta ni hacerse grande ni estirar el brazo, la tiene pegada al cuerpo. Yo creo que no es penal… Quizá si nos lo hubieran pitado a favor te diría que sí”. Se refiere el central a la controvertida pena máxima que determinó la derrota del Espanyol ante el Atlético de Madrid (2-1), en el Wanda Metropolitano, pero es aplicable a muchas otras incertidumbres que el VAR está provocando, a los pericos y a un sinfín de clubes. Lejos de aclarar determinadas acciones, la aplicación de la tecnología en el arbitraje está descolocando al mundo del fútbol. Y el Espanyol busca una explicación.
Una reunión con la Federación Española, y en concreto con responsables del Comité Técnico de Árbitros, es lo que han pedido ya las altas instancias del club perico para como mínimo comprender cómo funciona el VAR, cuando van a cumplirse cuatro años de su instauración en LaLiga. En el Wanda, valió la mano misteriosa de Raúl de Tomás para que el árbitro, Jorge Figueroa Vázquez, tuviera que acudir al monitor a revisarlo, rodeado además de jugadores del Atlético y con el ‘team manager’ Tomás Reñones actuando con una actitud desproporcionada. Dos semanas antes, en Anoeta, sucumbió también el Espanyol con otro penalti gris de Fernando Calero en el tiempo añadido, sin que en ninguna repetición se apreciase con contundencia su infracción, y sin embargo nadie mandó al árbitro a chequear otra pena previa, igual o más punible, sobre Loren Morón.
“No queremos que nos regalen nada, pero al menos que haya un criterio generalizado, que sepamos a qué atenernos”, reclama el consejero y leyenda perica Rafa Marañón, sumido después de décadas de fútbol en ese mar de dudas que el VAR parece ocasionar, jornada sí jornada también, a numerosos equipos. Y da Marañón seguramente con la palabra clave, criterio, que en su comparecencia posterior al partido ante el Atlético, Vicente Moreno Moreno ejemplificaba así: “No es tirar una línea y señalar fuera de juego, o que el balón haya pasado la línea. Si entramos en situaciones de criterio, siempre maneras de verlo”, razonaba el entrenador.
El propio artífice de la acción de la discordia, De Tomás, admite en los canales del club que “son acciones que haces sin querer. No puedo quitar la mano, el balón viene muy rápido, me da”. Y el portavoz del club, excampeón del Mundo y exjugador tanto del Espanyol como del propio Atlético, Joan Capdevila, directamente tira de ironía: “Las manos, ya por sentido común, no todas son penalti. Si lo fueran, ya no practicaría chutar a portería, chutaría a las manos”. “Creo que nos merecemos un respeto”, añadía en el Carrusel Deportivo de la SER.© CHEMA DIAZ (DIARIO AS)Los jugadores de Atlético y Espanyol rodean a Figueroa Vázquez.
Reclama el Espanyol no por las situaciones del Wanda Metropolitano y de Anoeta, apenas un par de semanas antes, sino por una retahíla de acciones dudosas de las que espera una aclaración por parte del ente federativo. Como la mano dentro del área de Mikel Balenziaga en San Mamés que no se sancionó, a diferencia de otra prácticamente idéntica de Aleix Vidal la semana anterior frente al Betis. O el penalti de Cabrera sobre Memphis Depay en el Camp Nou, abierto a tantas interpretaciones como ángulos y repeticiones de la jugada se mostraron.
“Nos vamos lamentablemente otra vez con cara de no saber qué hacer ni cómo responder”, asume precisamente el central uruguayo, tratando de digerir la abrupta derrota en el Wanda Metropolitano. Esa sensación de incertidumbre es precisamente lo que trata de resolver el Espanyol, si no es en el césped sí en los despachos, por el bien de su equipo y por el del fútbol en general.