Las revolucionarias ideas de Einstein tuvieron que esperar hasta confirmarse durante un eclipse
El primero de esos artículos explicaba el efecto fotoeléctrico y solo por este trabajo, Albert Einstein ganó el Premio Nobel de Físico. El segundo estudio estaba dedicado al movimiento browniano, el tercero introdujo la Teoría de la Relatividad Especial y, finalmente, en el cuarto artículo desarrolló la equivalencia masa-energía que hoy todos conocemos, de manera resumida, como E=mc².
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Aun así, aquellos artículos no eran todo lo que Einstein guardaba en su manga… aún faltaba un quinto artículo fundamental, una teoría que terminaría publicando una década más tarde (1915) y que se denominaría: Teoría de la Relatividad General.
La física de los cuerpos celestes, unidos por la gravedad que enunció Newton, iba a dar un giro insospechado… el tejido universal formado por el espacio-tiempo se curvaba ahora ante la presencia de masa y energía. Las ecuaciones cuadraban a la perfección pero esta teoría necesitaba un impulso para confirmar su exactitud. Albert Einstein era un gran pensador teórico, sus ecuaciones explicaban la realidad física de manera revolucionaria pero, sin un experimento que las pusiera en práctica y las confirmara tan solo serían ideas sobre un papel…
Afortunadamente, el experimento cósmico que la relatividad general requería no es demasiado inusual y, como estamos viendo en estos días, suele ocurrir de vez en cuando… Albert Einstein necesitaba un eclipse para poder comprobar que las predicciones de su teoría se daban en el mundo real.
En 1915, lo que más interesaba de los eclipses era la oportunidad de comprobar la desviación de la luz por la gravedad del Sol, dándole así la razón a Einstein. Para Newton la luz no tenía masa, pero la nueva teoría afirmaba que la luz no solo tenía masa sino que además se vería afectada por la gravedad de los cuerpos celestes, como por ejemplo el Sol.
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Para comprobar esa desviación de la luz un grupo de astrónomos británicos, liderados por Arthur Eddington, Frank Watson Dyson y Andrew Crommelin, se embarcaron hacia dos localizaciones muy específicas en las que podrían observar varias estrellas durante el eclipse total de Sol que ocurriría exactamente el 29 de mayo de 1919. Eddington viajó hasta la isla de Príncipe (África) y Crommelin se desplazó a la ciudad brasileña de Sobral. Todos conocían bien la posición de unas estrellas determinadas en el cielo nocturno pero ahora podrían medir las posiciones de esas mismas estrellas durante el eclipse y sería posible determinar si los rayos de luz realmente se curvaban al pasar cerca del campo gravitatorio del Sol.
Eddington y Crommelin obtuvieron imágenes del eclipse usando la tecnología de la época: placas fotográficas hechas de vidrio (precisamente las imágenes que he utilizado en este texto) y pudieron confirmar, por primera vez, que la luz efectivamente se veía afectada por la gravedad del Sol… la Teoría de la Relatividad General había acertado en su predicción y, desde entonces, los astrónomos y astrofísicos han seguido utilizando los eclipses para medir la desviación propuesta por Einstein.
Hoy en día, este sencillo experimento es uno de los más conocidos y replicados en todo el mundo. De hecho, hace poco, un astrónomo aficionado volvió a confirmar las ideas de Einstein desde el patio de su casa durante el eclipse de 2017.