La columna
POR CARLOS JARAMILLO VELA
Donald Trump y Claudia Sheinbaum,… iguales, pero diferentes.
La razón está ausente en algunos aspectos de la actuación de los gobiernos de México y Estados Unidos; ambos presentan ciertas similitudes en su forma de actuar. El presidente estadounidense, Donald Trump, bajo el argumento de estar cumpliendo ofrecimientos de campaña y exigencias de sus electores, ha impuesto aranceles de 25% a las exportaciones de México, Canadá y China, hacia su país, lo cual resulta absurdo por el grado de lesividad que representa para las economías de todos los países involucrados, incluyendo a la potencia norteamericana. Aunque por el momento dichos aranceles están en pausa, ya fueron decretados.
Por su parte, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, en un supuesto cumplimiento a las demandas que “el pueblo le planteó” cuando fue candidata -que en verdad son designios e indicaciones de su antecesor y mentor político, el ex presidente Andrés Manuel López Obrador-, ha llevado hasta sus últimas consecuencias una irracional y ridícula reforma constitucional que modifica al Poder Judicial, despojándolo de autonomía e imparcialidad, para convertirlo en un brazo político-administrativo del Poder Ejecutivo Federal. Ante la andanada de críticas recibidas por la absurda y antidemocrática reforma, la mandataria mexicana, de manera reiterada la ha tratado de justificar, diciendo que es producto del mandato del pueblo. Populismo al cien por ciento, está claro.
Estas insostenibles acciones y argumentos de Trump y Sheinbaum, son, además de absurdas, demagógicas, y constituyen la antítesis del bien común y el buen gobierno; es decir, son antidemocráticas. Tanto en el caso del actual presidente norteamericano como en el de su homóloga mexicana, las erróneas decisiones que en los citados rubros han venido tomando estos gobernantes, están condenando a sus naciones al retroceso, e incluso con repercusiones internacionales. Donald Trump está dispuesto a cancelar el próspero régimen de libre mercado que se abrió desde hace años con el tratado comercial entre Estados Unidos, México y Canadá, y no le preocupa que la eliminación del benéfico acuerdo comercial genere desempleo y encarezca significativamente la vida y el bienestar en perjuicio de sus gobernados, y de los habitantes de los otros países afectados. Por su parte, Claudia Sheinbaum, mediante la implementación a ultranza de un nocivo proyecto ideológico, al que ella denomina “el segundo piso de la Cuarta Transformación”, ha desmantelado el régimen institucional de equilibrios constitucionales basado en la división de poderes, provocando desconfianza de la inversión extranjera, y condenando a la vida política de México a quedar sometida bajo un restrictivo régimen totalitario, sin verdadero estado derecho, ni libertades cívicas, políticas y democráticas.
Donald Trump y Claudia Sheinbaum son iguales, pero diferentes; ambos encabezan a regímenes populistas y autoritarios, sin embargo, sus posiciones en la escala política son diametralmente opuestas, pues mientras el primero de ellos es un líder
radical de extrema derecha, la segunda representa -al menos en teoría- a la facción más recalcitrante de la izquierda.
carloshjaramillovela@yahoo.com
Miembro de la Asociación de Editorialistas de Chihuahua, A.C.