A varios hasta náusea les da pensarlo, pero le aseguran a Mirone que el tinglado que se traen entre Juan Carlos Loera y Héctor «Teto» Murguía, no es nada nuevo en el bien surtido costal de mañas del dos veces exalcalde.
Teto, travieso como es, siempre ha sido proclive a zambullirse en las sucias cañerías de la política estatal y local, y a estas alturas del partido, cuenta con un gran repertorio de artimañas y jugarretas que suele poner en práctica a la menor oportunidad.
Las alianzas oscuras están entre sus deportes predilectos. Mirone recuerda que, en 2006, cuando Víctor Valencia fue candidato a diputado federal, Teto quería impedir a toda costa su llegada a la curul por el distrito 04, y todo con el fin de que Valencia no buscara la candidatura a la presidencia municipal en 2007.
Para pronto, Murguía lanzó por el mismo distrito 04 a Jesús Barragán del PRD, y apoyó a María Antonieta Pérez del PAN para cerrarle el paso a Víctor. La alianza con la panista quedó confirmada cuando, en medio de las disputas electorales, María Antonieta visitó Tetolandia. Todo quedó registrado en las cámaras de Grupo Imperial. Octavio Fuentes Téllez iba como suplente en la fórmula de Valencia.
Como esta historia existen varias. En el caso de la alianza Loera-Teto, quien sale ganando, cualquiera que sea el resultado, es justamente Teto. Mirone no sabe bien a bien si esta alianza, de llevarla efectivamente hacia adelante, beneficiaría a Loera, que estaría buscando en Teto una supuesta fortaleza electoral superior a la de Pérez Cuéllar o una garantía de que no le jugarán cruzado en Juárez, o simplemente que Cruz no sea el candidato. Quizá piense en todas las anteriores.
Sin embargo, al menos las encuestas más conocidas indican que Juan Carlos podría estar haciendo una apuesta demasiado arriesgada. Aventurarse en este punto de su campaña a la jugada de bajar a Cruz para subir a Teto podría dejarlo en una posición sumamente endeble, quizá herido de muerte. También, con movidas tan osadas, puede generar la percepción de estar desesperado por avanzar y catapultarse.
El candidato de Morena, Cruz Pérez Cuéllar, le provoca sentimientos ambivalentes a Juan Carlos Loera, candidato a la gubernatura del mismo partido. Pese a ser del mismo instituto político no congenia con él para nada, al grado que prefiere a otro tipo de aliados como Teto Murguía para que le ayuden en su proyecto electoral.
En el ambiente está el antecedente de que ambos se disputaron a la misma novia -la candidatura a la gubernatura-, y finalmente Juan Carlos fue el ganón. Aun así, Loera, sigue pensando con las vísceras y no con la cabeza, le sigue teniendo animadversión a su compañero de partido político. Da la impresión de que Loera sigue compitiendo por la candidatura a la gubernatura y no ve a Cruz en un plano de candidato a presidente municipal que le pueda sumar a su causa.
Una prueba más de la animosidad de Juan Carlos contra Cruz es que el día de la elección, los representantes de casilla de Morena serán exclusivos para Loera, mientras que el equipo de Pérez Cuéllar tendrá que recurrir al Panal para tener representantes propietarios ante las casillas electorales. Llega a tal grado el hígado de Juan Carlos, que no permitirá que la gente de Morena cuide la elección y los votos a favor de Cruz Pérez Cuéllar.
Vale recordar también que Loera le demostró su ácida víscera a Javier González Mocken, cuando Juan Carlos hizo alianza con Armando Cabada para impedir que Mocken llegara en la pasada elección a la presidencia municipal. Si Juan Carlos no se le hubiera atravesado a Mocken en la contienda del 2018, tal vez la historia hubiera sido otra. Pero el hubiera no existe.
El inicio de la contienda electoral en el plano local a partir de mañana jueves con las campañas por la presidencia municipal, anticipa para Morena una doble contienda -interna y externa-, que librarán sus candidatos a gobernador y alcalde por Juárez.
Juan Carlos Loera de la Rosa y Cruz Pérez Cuéllar, cada uno por su cuenta, libran una batalla contra sus propios contrincantes políticos, pero entre ellos prevalece una rivalidad que haría temblar de preocupación al propio López Obrador.
Pertenecen al mismo partido, pero cada uno encabeza una tribu distinta. Son como el agua y el aceite. En el contexto de las campañas locales, cuando inicie la carrera por la presidencia municipal, la atención política se focalizará en los gestos y las actitudes de ambos personajes, precisamente por su antagonismo.
Aún en las horas previas al inicio de la contienda por la alcaldía, tras bambalinas, los rumores son cada vez más frecuentes en el sentido de que ambos equipos de campaña tienen listas las zancadillas, y eso hace que la desconfianza sea de proporciones mayores.
Por un lado, en el cuartel de campaña de Juan Carlos Loera, la especulación se basa en que, supuestamente, Cruz Pérez Cuéllar no ha escatimado recursos ni esfuerzos para llevar a cabo una estrategia de voto cruzado el próximo 6 de junio.
En cambio, los crucistas creen que Loera jugó los dados cargados en contra del aspirante a la alcaldía para que la Cámara de Diputados y la Sección Instructora le quiten el fuero al senador para dejarlo a merced de la Fiscalía General de Chihuahua que lo investiga por la nómina secreta de Duarte.
“Yo no te voy a apoyar”, le dijo Pérez Cuéllar en su cara a Loera de la Rosa aquel 20 de diciembre durante el destape del segundo como candidato de Morena a la gubernatura, antes de retirarse de la reunión en la sede nacional echando lumbre.
El tema aquí es que posiblemente Cruz pueda perder el fuero, pero no sus derechos políticos que le permitan conservar su candidatura para alcalde, incluso con posibilidades de ganar la contienda, según los recientes sondeos que ponen al aspirante de Morena con margen para el triunfo en Juárez, el principal bastión del partido guinda en la entidad.
El rumbo que cobren las campañas tanto de Loera como de Pérez Cuéllar quedará marcado el fin de semana ante la presencia de Mario Delgado, líder nacional de Morena, quien visitará la frontera para reanudar la operación cicatriz que empezó él mismo, luego de que el dirigente morenista le reprochó a Cruz: “A ese hombre se le brindó toda la oportunidad para que fuera senador”, en aquel encontronazo durante el destape.
De aquel entonces a la fecha, la relación Cruz-Loera es con pincitas (quirúrgicas). Está en nivel de guerra fría, de una paz simulada. ¿Hasta dónde en verdad le importa en este momento al candidato a gobernador construir una relación con el senador, a media campaña? ¿Hasta dónde serán un obstáculo el uno para el otro?
Bajo este escenario y pese a que en los sondeos de opinión pública Morena tiene cierta ventaja en Juárez, un paso en falso de cualquiera de los dos podría representar el descarrilamiento y el fracaso en las urnas.
Es bien sabido que la política es como un juego de ajedrez donde las piezas nunca dejan de moverse, y quienes se dedican a ese complicado oficio, saben bien que en ocasiones deben jugar como reyes o reinas, pero en muchos otros casos como alfiles o peones.
Tal es el caso del fiscal general de Chihuahua, César Augusto Peniche Espejel, quien desde hace más de una década ha permanecido en esta entidad en importantes cargos, como fue el caso de la delegación de la PGR en la época del expresidente Felipe Calderón.
Y como el maestro Peniche sabe bien que ‘vivir fuera del presupuesto es vivir en el error’, a principios de este año se registró como aspirante a candidato del PAN para la alcaldía de Juárez, pero fue desplazado abruptamente por la encuesta interna que dejó en esa posición al ahora abanderado neopanista, Javier González Mocken.
Sin embargo, Peniche ha sabido mover bien el abanico y con el auspicio de su jefe, el gobernador Javier Corral, ha venido negociando muy de cerca con el también abogado González Mocken, a quien le ofreció desde la contienda interna todo su apoyo para ganar la presidencia municipal.
A unas horas de iniciar la campaña local, una fuente bien informada le confirma a Mirone que el señor fiscal ya está metido al cien en la campaña mockenista, donde por supuesto, la promesa en caso de ganar es que se llevaría la Secretaría de Seguridad Pública Municipal, que por cierto, también anda buscando afanosamente el exjefe de esa corporación, César Muñoz.
Otro dato relevante de estas negociaciones es que el papel de ‘reina’ en este juego de ajedrez político de tablero azul, lo está desarrollando la mera mera del gabinete corralista en Juárez, Alejandra de la Vega Arizpe, quien además es cercana amiga del maestro Peniche y enlace empresarial de la campaña de González Mocken. Así las cosas.