La tarde de ayer, siete de los ocho aspirantes a la gubernatura de Chihuahua vivieron un insustancial cara a cara en el debate, que en lugar de servir como una plataforma de comunicación de propuestas y soluciones a los múltiples problemas de los chihuahuenses, se convirtió en un previsible escenario para intercambiar señalamientos, acusaciones y ataques.
Sorprendió a propios y extraños la operación política del equipo de la candidata de la coalición PAN-PRD, Maru Campos, porque cuando muchos analistas de café esperaban que ella fuese la más atacada, sucedió lo contrario. La estrategia del ‘todos unidos’ efectivamente ocurrió, pero en contra de Juan Carlos Loera, el candidato de Morena.
El montón que el MC, el PRI, el Verde, Fuerza por México y el PES le hicieron a Morena y a su candidato Juan Carlos Loera, alineados de una u otra forma con el PAN-PRD de Maru Campos, fue más que patente. Alejandro Díaz de Fuerza por México se aventó a declinar de último momento a favor de Maru. Dicen los malosos de la grilla que, en su última intervención, a Graciela Ortiz le apagaron el micrófono antes de decir “declino por Maru”.
En los corrillos políticos se preguntan si acaso los candidatos que atacaron frontalmente en el debate a Loera tienen ya algún acuerdo con Maru Campos o es que estos embates al candidato de Morena, sobre todo por el tema de las presas y el agua, fueron espontáneos y de genuino rechazo a las políticas y decisiones de la 4T. Al menos de Alejandro Díaz dicen que ya se vio en la Secretaría de Salud, y hasta con un plato de lentejas.
Por su parte, Juan Carlos se dedicó a reaccionar conforme los demás candidatos le hacían señalamientos respecto a su gestión como superdelegado en Chihuahua y a las políticas de López Obrador, mientras enfilaba sus dardos contra Maru por su vinculación a proceso en el asunto de la nómina secreta y porque sostiene que la candidata panista anda libre bajo fianza.
Desde ayer temprano se supo que buena parte de la estrategia del equipo blanquiazul sería proteger a su candidata en el debate, para que saliera lo menos golpeada posible en el tema legal. Empresarios que dicen estar interesados en conocer la verdad, exfuncionarios que antes acusaron a Maru y que hoy se desisten porque aseguran una persecución política contra la abanderada panista y peritos que sostienen que las firmas de la nómina secreta son falsas, fueron golpes de efecto del equipo de la alcaldesa con licencia, previos al ejercicio de comunicación política.
En el debate, Juan Carlos Loera sostuvo que Sergio García Vidaurri, uno de los peritos que argumentan la falsedad de las firmas de la nómina secreta, es un personaje acusado de falsificar documentos. Por su parte, Maru le contestó a Juan Carlos que todo lo que sostiene es parte de una persecución política, para luego decirle que siguiera haciéndole el trabajo a Corral y siguiera siendo un títere del presidente.
Sobre propuestas sólidas, nada. Debido al formato tan rígido del debate, por momentos se apagó demasiado. No se permitieron interrupciones ni intercambios duros entre los candidatos. Además, fue notorio cómo es que los candidatos no contestaron la mayoría de las preguntas que, por cierto, dejaron mucho para pensar respecto a los organizadores del Instituto Estatal Electoral (IEE).
Y como ya lo ha sostenido Mirone en la entrega pasada, este ejercicio democrático no modificará las tendencias electorales de cada uno de los candidatos. La transmisión del debate en la red social del IEE no pasó nunca de los 10 mil espectadores.
El batidero en que se convirtió la contienda electoral, tuvo ayer jueves otro grotesco episodio del penoso lodazal político que se traen entre el gobierno estatal y la candidata panista a la gubernatura. Mejor no lo pudo haber descrito el propio Corral: el clima político en el estado está podrido, y tal vez la mayoría de los chihuahuenses, por primera vez, estarán ampliamente de acuerdo con el góber.
La declaración que hicieron tres excolaboradores de Maru Campos en el ayuntamiento de Chihuahua entre 2016 y 2019, en donde acusaron a la alcaldesa con licencia por supuestos “moches” para la asignación de contratos de obra pública, ahora resultó un supuesto complot con el objetivo de truncar las aspiraciones políticas de la candidata panista, según el dicho de Orlando Villalobos, Félix Arturo Martínez y Luis Carlos Piñón.
Los tres exfuncionarios se retractaron de lo que declararon ante la Fiscalía Anticorrupción, y ahora deberán ser investigados e incluso penalizados porque dicen haber falseado declaraciones. La primera sorprendida debe haber sido la fiscal anticorrupción Gema Chávez.
En el mismo escenario, pero en el segundo acto, aparecieron ayer jueves peritos grafoscópicos, para referirse ahora al tema de la nómina secreta y los supuestos recibos que habría firmado Maru para recibir recursos públicos. La conclusión de los peritos: “los recibos son falsos”, dijeron Sergio García Vidaurri y Alberto Raúl Baudino, quienes habrían revisado desde el punto de vista técnico los 34 recibos certificados ante el notario Luis Raúl Flores.
La iracunda reacción de Javier Corral fue expedita, e inmediatamente señaló al perito García Vidaurri, sacándole sus trapitos al sol al afirmar que es toda una “fichita” y que ha estado en prisión por falsificar documentos y alterar investigaciones.
Para el ciudadano común queda claro que alguien está mintiendo. Lo único cierto es que la verdad, sea cual sea, debe salir a la luz, más allá de las fobias y odios que se traen Corral y Maru.
Este viernes el doctor Carlos Ponce Torres cumplirá 47 días al frente del despacho principal de la Unidad Administrativa Benito Juárez, luego de que Armando Cabada se fue de candidato plurinominal de Morena. Pero ante los ojos de los juarenses, Ponce Torres se ha hecho invisible.
En los corrillos de la Presidencia Municipal se comenta que tal vez esto se debe a la veda electoral decretada por las campañas, por lo que el presidente municipal en funciones no acude a eventos ni conferencias de prensa, ni siquiera a repartos de cubrebocas, como lo hizo en un principio.
Muchos juarenses se preguntan en qué invierte su tiempo Ponce Torres, porque de plano no hay actividad en su agenda. ¿Qué está haciendo?, se preguntan ya muchos fronterizos.
Si bien el alcalde con licencia, Armando Cabada, no le dejó obra pública avanzada o programas de desarrollo social u otros en que entretenerse, al doctor no se le ve en la calle supervisando las cuadrillas de bacheo, tampoco supervisando la reparación de luminarias, vaya, ni siquiera en una revisión para verificar que los agentes de Tránsito controlen el caos vehicular en las principales avenidas a las horas pico. ¿Dónde está el doctor Ponce Torres a la hora que Pasa no pasa? ¿Dónde están los directores generales? La gran mayoría ni están en las campañas, ni están en el gobierno. Seguramente piensan que están becados. Pero si el exindependiente no tiene interés ni control, menos Ponce Torres, que al parecer sólo cumple con compromisos personales.