La columna
POR CARLOS JARAMILLO VELA
· Disputa López Obrador – Corral: final de quinquenio políticamente incorrecto.
Desde el comienzo del quinquenio, la relación del gobernador Javier Corral y la alcaldesa María Eugenia Campos ha sido superficial, más de forma que de fondo. El meollo del asunto son las diferencias políticas, casi irreconciliables, que dichos actores sostienen, pues ambos encabezan a grupos políticos con perfiles, intereses y proyectos disímbolos. Corral quiere dejar la candidatura del PAN a la gubernatura del estado en manos de su amigo Gustavo Madero, y Campos quiere ser ella la abanderada del panismo. Hoy, en la cuenta regresiva de su gobierno, Corral no solo ve deteriorado cada vez en mayor escala su vínculo con la presidenta municipal, sino también con el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, quien al parecer, y según lo afirmado por el mismo gobernador y por todos los medios de comunicación, ha roto la relación con el Gobierno de Chihuahua.
Un signo evidente del distanciamiento que hoy existe entre López Obrador y Corral lo constituyen las fuertes declaraciones vertidas en fechas recientes contra el mandatario estatal por el Delegado de programas federales en Chihuahua, Juan Carlos Loera De la Rosa. Sin ambages, pero también sin guardar el cuidado de las formas, Loera acusó a Javier Corral de ser instigador del movimiento y las manifestaciones de protesta que los agricultores de la región centro-sur del Estado han desplegado contra el Gobierno de la República, en la lucha por la defensa del agua de las presas de Chihuahua. Todavía fue más allá el funcionario federal, pues dijo que el móvil de la actuación de Corral era la búsqueda de su “supervivencia política”.
La reacción al ataque no se hizo esperar: el gobernador excluyó a Loera de la Mesa de Seguridad, en la que altos funcionarios estatales, federales y del ejército se reúnen frecuentemente para acordar las acciones de combate a la delincuencia y la inseguridad que ésta genera en la entidad. A su vez, el contra-ataque de la Presidencia de la República tampoco fue tardado: El Secretario de Seguridad Pública, Alfonso Durazo, se comunicó con el gobernador Corral para informarle que en lo sucesivo las fuerzas federales se reunirán en la Mesa de Seguridad sin la presencia de representantes del gobierno de Chihuahua. Ojo por ojo y diente por diente, pues. Es obvio que la orden vino de Palacio Nacional.
Por su parte, Campos dejó atrás los escrúpulos y ha comenzado a operar por propia cuenta la consecución de la candidatura, movilizando para ello a las bases panistas sin la anuencia de la dirigente estatal del PAN, Rocío Reza, ni del mismo gobernador Corral. En forma astuta, la temeraria alcaldesa rebasó la autoridad de Corral y Reza madrugándolos mediante la recolección de firmas de la mayoría de la militancia, así como a través de la publicación de un desplegado de apoyo a sus aspiraciones, con lo cual los maniató para impedirles operar a favor de Madero. El riesgo de tal osadía es alto para Campos, pues en represalia el gobernador podría instaurar contra ésta un proceso penal por las cantidades de dinero que
supuestamente recibió bajo cuerda y de manera ilícita cuando fungió como legisladora local.
Dichas rupturas con Campos y con Loera-López Obrador constituyen una indiscutible crisis que es el resultado de la falta de oficio político que caracterizó al desempeño de Javier Corral desde su arribo al Gobierno de Chihuahua. Sin embargo, el empeño del presidente de la República por denostar al primer mandatario de Chihuahua, es también un grave error, y pone en entredicho los alcances así como la estatura política y moral del Jefe del Estado mexicano. La diplomacia, la tolerancia y el manejo de la mano izquierda no figuran entre las virtudes de AMLO.
Bajo tal tesitura el gobernador Corral hoy vive una especie de ostracismo, pues se halla más distante que nunca de sus correligionarios de partido, quienes no parecen reconocerle liderazgo alguno; además, el mandatario chihuahuense tampoco es bien recibido en Palacio Nacional, desde donde indebidamente se le rechaza y se le ataca. López Obrador y Loera dan señales de hallarse cada vez menos ocupados de Chihuahua y sus problemas –la inseguridad y el conflicto por el agua de las presas, entre otros-, pero más preocupados por la suerte de MORENA en el próximo proceso electoral 2021. El presidente y su representante local parecen haber renunciado a sus responsabilidades constitucionales y políticas hacia los gobernados. La estrategia a implementar y el resultado electoral del año próximo parecen ser hoy lo más importante para ellos.
La cuenta regresiva del ejercicio gubernamental de Javier Corral ha dado inicio en medio de un escenario políticamente incorrecto. El signo distintivo del año final de la administración del mandatario chihuahuense es la ruptura de relaciones del presidente de la República con Chihuahua, así como el distanciamiento de Corral con la alcaldesa capitalina y la militancia de su partido. El enfrentamiento entre el presidente López Obrador y el gobernador Corral envía a la sociedad un pésimo mensaje, pues las principales autoridades políticas del estado y el país, cuyo deber es coordinar recíprocamente acciones, esfuerzos y apoyos para el bienestar de Chihuahua y México, hoy protagonizan una disputa sin tregua.
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