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NUEVA YORK (AP) — Galas del Met, James Corden ha estado en varias, pero este año, bebiendo un coctel de bienvenida, y al mirar alrededor el cómico y presentador de televisión dijo que esta podría ser su favorita hasta ahora.
“Con clase”, explicó. “Simplemente se siente con clase”.
Corden señaló a los cientos de invitados que siguieron el código de vestimenta para la noche – “glamur dorado” — y quienes llegaron con la mejor interpretación de la Era Dorada (conocida en inglés como Gilded Age) ese periodo de bonanza industrial en Estados Unidos de finales del s. XIX a comienzos del XX. Vestidos de gala con brillos dorados. Las clásicas pajaritas blancas para los caballeros. Fracs con faldones e incluso sombreros de copa. Tocados y crinolinas y quizá el accesorio de la noche: una tiara, portada por no menos que la editora de Vogue, Anna Wintour, quien organiza la gala, una antigüedad de su familia. Aunque había espacio para la creatividad, esta no era una noche para jeans rotos.
Claro que si se le quita el “con” se queda la palabra “clase”, con todas las implicaciones complicadas de evocar una época en la que se creó una riqueza excesiva a costa de una gran desigualdad en Estados Unidos. A algunos invitados les conflictuaba esa idea al reflexionar sobre el significado de la noche. Otros señalaron, oportunamente, que la gala recauda fondos para el Instituto del Vestido del Museo Metropolitano de Arte, lo que permite que exposiciones como “In America: An Anthology of Fashion”, que se inaugura esta semana y busca redescubrir héroes desconocidos e historias no contadas de la historia de la moda estadounidense, especialmente mujeres y mujeres de color.
Otros dijeron que la noche era una ventana importante para mostrar que Nueva York está de vuelta con toda su fuerza, incluso aunque la pandemia sigue en la ciudad. “Celebramos la maestría en el arte, celebramos a Estados Unidos”, dijo el chef celebridad Marcus Samuelsson, quien este año volvió a curar el menú de la gala y reunió un equipo de chefs mujeres, además de hacerse cargo él mismo del plato principal, bife a la barbacoa con guiso de elote y habichuelas conocido como succotash. “Estamos demostrando que Nueva York está de vuelta”.
Definitivamente los floristas de Nueva York estaban de vuelta, si es que se habían ido. La pregunta es si quedaron rosas rosadas en la ciudad después de la gala del lunes. Las escaleras fuera del Museo Metropolitano de Arte estaban adornadas con 50.000 rosas y otras 75.000 rodeaban el adorno del centro del vestíbulo. Otras 150.000 rosas inundaban cada centímetro de las escaleras del Gran Salón un impresionante fondo para los invitados.
Otra cosa impresionante, el enorme adorno central, el más alto que ha habido hasta el momento, con 15 metros (50 pies), una creación dorada que representaba la antorcha en la mano de la Estatua de la Libertad. Los representantes del museo dijeron que el adorno permanecerá un día más para que el público lo vea.
Después de que los invitados entraban desde la alfombra roja, rodeados por una multitud que gritaba al verlos, pasaban junto a una orquesta de 12 músicos que interpretaron canciones clásicas estadounidenses como “At Last” hasta la cena. Después de saludar a Wintour y a los anfitriones de la gala, Blake Lively, Ryan Reynolds, Lin-Manuel Miranda y Regina King, los invitados podían caminar por las galerías de armas, el ala estadounidense y el enorme patio Charles Engelhard, donde se servían cocteles y los curadores construyeron un puente para ingresar a la exposición en las salas históricas.
Generalmente, los invitados prefieren los cocteles en vez de la exposición, pero en esta ocasión hubo bastante gente viendo la muestra, para la que fueron convocados nueve cineastas para crear viñetas.
“Fue muy divertido”, dijo Tom Ford, quien además de diseñador de modas es cineasta y participó en el proyecto. Ford, a quien le asignaron una sala con una gran pintura circular de Versalles y sus jardines, eligió dramatizar la historia de la Batalla de Versalles — una noche famosa de la moda estadounidense de 1973, cuando diseñadores estadounidenses demostraron su poder ante sus contrapartes de alta costura francesa. Ford decidió montar un verdadero conflicto, involucrando armas como esgrimas. “Mi hijo de 9 años estaba viendo mucho ‘Mulan’”, bromeó cuando le preguntaron por sus inspiraciones. “Debo ir a ver eso ahora”, dijo la actriz, productora y directora Mindy Kaling, quien estaba platicando con Ford. “¡Sí!”, la impulsó él y ella fue.
Dentro de la exposición, mientas tanto, la directora Autumn de Wilde (“Emma”) mostraba su propio trabajo en las salas históricas a algunos amigos. “Esa mujer probablemente perdió su casa apostando”, dijo, señalando a un maniquí de mujer claramente angustiada junto a una mesa de juegos volteada. “Quería mostrar cómo es de complicada la vida de las personas”, dijo. “Una casa bonita no significa tener una vida bonita”.
En ese momento un verdadero personaje de la Era Dorada entró, la acrtiz Denée Benton, quien protagoniza la serie “The Gilded Age” de HBO. Benton felicitó a De Wilde por su trabajo y la directora le dijo que estaba “obsesionada” con su trabajo.
Quizá Benton no llevaba una crinolina de la Era Dorada, pero Franklin Leonard sí, de hecho, eran dos. Leonard, un ejecutivo de cine que ayudó al curador Andrew Bolton a elegir a los cineastas para la exposición, dijo que hacía una referencia a Frederick Douglass con una chaqueta de frac que no tenía una crinolina, sino dos, a cada lado, con uno de los estilos más llamativos de la noche.
“Creo que es una crinolina doble”, dijo, al reconocer al diseñador Ken Nicholson. Leonard, en su primera gala, dijo que era una experiencia surrealista. “Yo, el capitán del equipo de matemáticas de la secundaria en Columbus, Georgia, nunca pensé que estaría usando una chaqueta con doble crinolina inspirada por Frederick Douglass en la Gala del Met”, dijo. “No era parte del plan”.
“Mira”, dijo Leonard al analizar el complicado equilibrio entre arte y exceso. “A pesar de todo el exceso, este es un evento benéfico para el Instituto del Vestido”. Agregó que estaba orgulloso de haber ayudado a conformar al grupo de cineastas para la exposición que además de Ford y King incluye a Radha Blank, Janicza Bravo, Sofia Coppola, Julie Dash, de Wilde, Martin Scorsese y Chloé Zhao, la ganadora del Oscar a mejor dirección en 2021. “Son el mejor grupo de cineastas que hay”, dijo.
Aunque muchos de los que bebían cocteles y comían canapés de ceviche de coco eran veteranos de la gala, había varios novatos. Muchos dijeron que lo más extraordinario era ver tal concentración de astros de todo tipo de sectores. Incluso el director de una banda con tuba y tambores, que tocaba una melódica, era Jon Batiste, quien acaba de ganar cinco Grammy.
El alcalde de Nueva York Eric Adams dijo que estaba encantado de ir a su primera gala. Y no era el único alcalde de Nueva York presente — Michael Bloomberg estaba ahí también.
Adams, cuya chaqueta de frac estaba adornada con dibujos y una leyenda contra la violencia con armas de fuego, dijo que estaba pensando sobre la desigualdad económica “muy real” que surgió de la Era Dorada, ahora que la ciudad se recupera de la pandemia.
Al señalar que el 2% más rico de la ciudad estaba representado en la gala, dijo que su papel era “venir entre estos neoyorkinos y hablar sobre los asuntos que el otro 98% de los neoyorkinos que no están en esta sala necesitan … no dividirnos, sino unirnos”.
Adams también bromeó sobre un reporte de tabloide que decía que se moría de ganas de ir a la gala desde hacía años.
“Ellos han tratado de que YO venga a la gala desde hace años”, dijo riendo.