Agencia EFE
EFE).- La banda británica Deep Purple ha ofrecido este viernes un espectáculo arrollador en Madrid, donde ha defendido con nota su legado en el hard rock, demostrando que a sus integrantes todavía les queda cuerda para un rato más.
El auditorio del parque Enrique Tierno Galván, que prácticamente ha visto lleno su aforo de 10.000 personas, ha sido el escenario de un concierto de hora y media repleto de nostalgia, con un repertorio apoyado en los grandes éxitos, para disfrute del público, y un grupo que sigue manejando los tiempos del directo con maestría.
Con puntualidad británica, Deep Purple se ha presentado en la capital a las 22:00 horas con ‘Highway Star’, de su disco ‘Machine Head’ (1972), que ha permitido lucirse al guitarrista Simon McBride, de 45 años, quien se incorporó tras la marcha de Steve Morse por temas familiares en 2022.
Un soplo de juventud, el de McBride -a quien Ian Gillan ha tenido a bien introducir a los presentes-, que no desentona, sino que complementa a la perfección al resto de componentes del mítico grupo inglés, pues para ellos parece no hacer mella el paso del tiempo, como tampoco para los miles de asistentes, entregados a su delirio.
Es por ello que Gillan no tiene reparo en poner sus cuerdas vocales al servicio del espectáculo, a pesar de que en su voz sí se intuye el peso de décadas de giras por todo el mundo, no así en su ímpetu y determinación para liderar a una banda trascendental en la consagración del hard rock como fenómeno de masas desde los años 70 en adelante.
A sus 75 años y escondido detrás de sus inseparables gafas de sol, Ian Paice sigue marcando el ritmo del grupo con sus baquetazos vigorosos y precisos, liderando acertadamente las transiciones con profesionalidad y buen oficio y haciendo de la batería uno de los instrumentos que más luce.
Cada uno de los músicos ha tenido tiempo de demostrar su virtuosismo en solitario, pero quien se ha ganado el favor del público ha sido el teclista Donald Airey (75 años), que no ha dudado en brindar con un chupito durante el solo previo a ‘Lazy’, también incluido en ‘Machine Head’, donde Gillan ha sacado a pasear su armónica con soltura.
Los golpes de bajo de Roger Glover (78 años) se han sentido imponentes en temas como ‘Anya’, previo a ‘Keys’, donde ha vuelto a brillar el teclado de Don Airey en el interludio, esta vez en diferentes estilos musicales, porque Airey sobresaldría de igual forma en el órgano de una iglesia, en el piano de cola de un conservatorio o a los mandos de un concierto de rock.
‘Smoke on the Water’ no ha defraudado, como tampoco el diálogo entre McBride y Airey, perfectamente coordinados, en ‘Hush’, de su primer álbum de estudio, que ha removido recuerdos a más de uno, y como colofón, ‘Black Night’, incluido en el disco ‘Deep Purple in Rock’.
Un espectáculo dinámico sin mucho tiempo para la palabrería ni los agradecimientos, -que los ha habido, pues los modales británicos no se negocian ni en las estrellas del rock-, en el que Gillan se ha mostrado sorprendido por las “buenas vibras” del respetable madrileño, que ha cumplido en su empuje a los ingleses.
Marcel Guinot
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