Este símbolo de la Navidad no siempre fue sinónimo de alegría y desde el catolicismo nunca se terminó de aceptar su prevalencia, según la explicación de dos especialistas a Infobae
La Navidad está por llegar y, como todos los años, los hogares se preparan para la ocasión con largas y coloridas mesas en las que se reúnen familiares y amigos. Se trata de una tradición que trasciende los años y que, en muchos lugares, tiene a Papá Noel como protagonista. El hombre mayor con barba blanca y atuendo rojo es uno de los símbolos inconfundibles del 24 de diciembre a la medianoche, cuando los regalos llegan al arbolito. Este personaje histórico y casi mitológico tiene por detrás una larga historia que combina culturas y religiones de todo el mundo.
Curiosamente, el nombre de Papá Noel no siempre estuvo asociado a la alegría de los niños: por el contrario, en algún momento de la cronología humana fue sinónimo de maldad y de castigo. Veamos por qué.
En diálogo con Infobae, el historiador y docente Fernando Casullo explicó: “Papá Noel o San Nicolás (NdeR: un antepasado ligado a Papá Noel que repartía sus bienes entre los más necesitados), sobre todo en regiones nórdicas como Finlandia, era vista como una persona que, si te portabas mal, te podía castigar. Dentro de lo cristiano, San Nicolás era una figura del siglo III que fue perseguida por Diocleciano, un emperador romano que hizo reformas. Luego, se volvió una especie de patrono de zonas como Turquía”.
Y agregó: “Con el tiempo, la figura de Papá Noel se volvió algo bueno y positivo, y ese salto o cambio se da en la década de 1930, especialmente a partir de las publicidades de la famosa gaseosa cola que presentaban a un señor de rojo que, originalmente, era un símbolo que castigaba al niño”.
Con el tiempo, y especialmente a raíz del capitalismo, la fiesta de Navidad pasó a ser un momento de regalos y de festejos con Papá Noel como protagonista (Pexels)
En segundo lugar, Casullo profundizó: “En el siglo XIX, explotó la lógica navideña porque, entre otras cosas, nació el capitalismo. Hay que entenderlo bajo ese precepto: es una fiesta religiosa pero también popular y comercial. En Europa, especialmente en España y en la parte occidental, sobre las primeras décadas de aquel siglo, se popularizó lo de los regalos para los niños que se portaban bien, como una forma de ablandar los cultos previos”.
Es que “la infancia se volvió algo más amable que en otras épocas como las feudales, cuando los relatos tenían que ver con asustar a los niños. Sucedió, entre otras cosas, que los hijos de las familias campesinas empezaron a trabajar en la cosecha, y en las sociedades burguesas eran futuros obreros, por lo que había que cuidarlos”, dijo Casullo.
Para el docente, en Argentina este fenómeno fue “más tardío” que en Europa. ¿Por qué? “Porque hay varias referencias históricas que indican que la fecha de los regalos era la de Reyes Magos, el 6 de enero. Aparentemente, la explosión de la Navidad como ocasión para regalar es posterior. Es decir que es bastante reciente la Navidad como festividad de regalos”.
Así las cosas, “a partir del siglo XIX, con el capitalismo que a todo lo vuelve mercancía, la Navidad y Papá Noel pasan a ocupar ese lugar hasta en familias que no son religiosas”.
Según Fernando Casullo, la Navidad como festividad de regalos es bastante reciente en Argentina (Pexels)
Parte de la religión
Gustavo Ludueña es doctor en Filosofía e investigador del CONICET especializado en Antropología Simbólica, rubro en el que aborda temas sobre religión y salud, entre otros. De acuerdo a lo que le dijo a Infobae, “la religión no se lleva muy bien con la fiesta y con la figura de Papá Noel, que es el símbolo con el que se asocia más convencionalmente a la Navidad. Hubo disputas a lo largo del tiempo por parte de representantes del catolicismo y de distintos protestantismos acerca de la secularización (NdeR: el paso de la esfera religiosa a la civil) de esta celebración que, para ellos, es sagrada”.
“En el imaginario colectivo, cuando uno habla o escucha la palabra Navidad, las primeras imágenes que se te vienen a la mente son el arbolito, las luces, los adornos y eventualmente el pesebre. Pero, sin dudas, aparece el hombre mayor, de barba y con atuendos rojos. Todo eso tiene que ver más que nada con la masificación, a principios del siglo XIX, de la celebración navideña”, añadió Ludueña.
“La irrupción de esa figura y de ese culto generó reacciones por parte de la iglesia católica y de otras protestantes porque desvirtuaba una celebración más bien religiosa, sagrada, interior e introspectiva que no tenía otro objeto que festejar el nacimiento de Jesús”, precisó el experto.
El catolicismo y algunas religiones protestantes nunca aceptaron del todo al símbolo de Papá Noel por ir en contra de sus cultos (Pexels)
Según Ludueña, “la figura de Papá Noel nunca terminó de cuajar simbólicamente con lo que proponen la iglesia y el mundo cristiano en su conjunto. Es un símbolo que no encarna en absoluto a la Navidad, y por eso sería difícil encontrarlo en una iglesia o en templos cristianos”. Esto sucede “porque sigue siendo una figura pagana y, entonces, la Navidad pasa a ser un festejo en el que lo religioso y lo no religioso van en simultáneo: se terminan solapando unos con otros y, a veces, es difícil dirimir qué le corresponde a cada territorito”.
En conclusión, “todo parece desdibujarse, y esta situación de ambigüedad, a la mirada de los religiosos, genera rispideces, porque lo que se busca ahí ciertamente es establecer territorios claros en donde la religión está de un lado y lo que no lo es está en el otro”, detalló este experto.