La cinta es del director José Pablo Escamilla fue realizada gracias al programa de becas de la Bienal veneciana AGENCIA
La vida puede convertirse en un túnel oscuro, pero también ofrece caminos hacia la luz y el director mexicano José Pablo Escamilla los recorre en su cinta Lumbresueño, una obra cargada de abstracción y poesía que a él, de momento, le ha llevado hasta el Festival de Venecia.
«La historia simplemente surgió, me salió del pecho. Toca muchos temas de un momento de mi adolescencia en el que viví un luto cuando estaba viviendo fuera de mi país. Ahí descubrí la fotografía y eso me ayudó a transitar ese duelo», explica a EFE Escamilla.
Lumbresueño, producida con el Colectivo Colmena, es la historia de Lucas, un adolescente mexicano que trabaja en las cocinas de un restaurante de comida rápida, sometido a las presiones de su jefe y sumergido en una ciudad gris e industrial que poco parece depararle.
Su vida transcurre entre hamburguesas a la plancha y tardes con un amigo neurótico, hasta que decide adentrarse en el conocimiento del arte de la fotografía como arma para capturar la luz que le rodea.
Escamilla (Ciudad de México, 1988) vivió algo parecido, la pérdida de un amigo cuando estudiaba en Brasil, y el arte, la fotografía y el cine le ayudaron a zafarse de la tristeza, «a salir de la caverna», subraya.
Su película es una epopeya de salvación que mezcla poesía, efectos visuales y sonoros y un tono lúgubre que bien podría ser el grito de una generación.
«Cuando desperté, mi alma se me escapó del cuerpo ¿Que clase de condena estaba cumpliendo para haber venido a nacer en el traspatio del traspatio?», se plantea al comienzo de la cinta.
«Es una historia muy personal y a la vez muy universal. Todos hemos vivido un luto abstracto por el que no entendemos qué está sucediendo en nuestra vida», asegura.
Lumbresueño trasuda también una crítica al sistema capitalista. Sus protagonistas sobreviven cocinando hamburguesas, pero la ruta del arte, la búsqueda de la belleza, la transición hacia lo sublime, ofrece una vía de salvación.
«Definitivamente, también me gusta reflexionar sobre el trabajo y el capitalismo y sobre para quién trabajan nuestras manos. Por eso recurro a la dualidad entre las hamburguesas, un trabajo industrial, y la fotografía, que requiere dedicación y sentimiento», alega.
Habla, en este sentido, de un factor «muy generacional» y de «la salud mental», del modo en que se crece «en un sistema que te obliga a producir y que constantemente te dice ‘levantate y haz'», sostiene.
«Quería hacer una película que tuviera un mundo súper patético, una realidad que no prometiera muchas perspectivas, en una ciudad que parece una jaula, y en la que luego hay esa manera de escapar a través de la poesía, los mitos… de todo lo que no está a la vista», apunta.
En la base de su película se esconde un libro que «cambió la vida» de Escamilla Escritos de técnica, poética y mística del español José Val del Omar, pero también otro referente: la cinta Poetry del director surcoreano Lee Chang-dong.
«Al mundo le hace falta mucha poesía porque nos puede salvar de muchos momentos amargos», asegura.
Lumbrensueño es uno de los tres proyectos cinematográficos que la Bienal de Venecia ha financiado en su programa «College» para el periodo 2022/23, como una beca dirigida a directores emergentes.
La experiencia de trabajar en Venecia, preparar un guion y rodar en México junto a sus compañeros del colectivo -que menciona y agradece constantemente- ha sido «surreal» para él.
«Yo soy muy esotérico y le rezo mucho a los dioses del cine, que a veces responden. Y con esta película lo hicieron rápido y casi sin buscarlo», confiesa entre risas.