Eduardo Arredondo Delgado
El Paso, Texas.- Hace cuarenta años el juego de video Atari unió a la familia estadounidense y Tom Landry era un head coach célebre, ganador y antes un connotado jugador.
D.RI. hacía acto de aparición en una madriguera donde creían o decían ensayar. Fue ahí, en esa guarida poco higiénica donde el papá de Eric y Kurt Brecht (baterista y vocalista respectivamente) cansado y ya intolerante por el ruido que emergía los sorprendió. Les pidió un momento de su atención y los amplificadores fueron apagados a regañadientes. Detenidamente caminó viéndolos a los ojos y los abordó seriamente. Malhumorado los regañó uno a uno hasta el cansancio y les dio explicaciones, consejos categóricos sobre los modales, el comportamiento y la buena educación patriótica que debían recibir. Ya poco más sereno, luego del momento de furia, entró en razón. Entendió que eran jóvenes curiosos de menos de veinticinco años y tenían una vida por delante. Antes de irse, se detuvo y les dijo vehementemente: “Ustedes son una pandilla de sucios asquerosos imbéciles”. El grupo de jóvenes soñadores, aspirantes a músicos profesionales sin aún tener un nombre definido de la banda, se vieron la cara, guardaron las formas y esbozaron una picara sonrisa. Pudiera haber sido una escena de la teleserie, Married… With Children pero aún no se estrenaba hasta 1987. Ese momento fue trascendente para el grupo, todo cambió inesperadamente, en un lugar de Houston, Texas. Sin querer habían recibido su bautizo. Darían sus primer show el 2 de julio de 1982.
Ahora con una cruel pandemia en proceso de finalizar, receso o de adaptación en la vida cotidiana, los Dirty Rotten Imbeciles (D.R.I.) piedra angular del llamado crossover thrash, celebró cuatro décadas de carrera, ante un reducido público en el Lowbrow Palace- cuya locación cambió de dirección y ahora se encuentra ubicada en el 1006 de la Texas Ave, en pleno centro histórico.
Si bien las audiencias de Dirty Rotten Imbeciles nunca fueron enormes- convocando a desadaptados sociales, curiosos y trasgresores- ni siquiera cuando se “popularizó” el hardcore y thrash metal en el canal Mtv (headbangers ball) ahora se vio muy disminuida, quizás porque ese mismo día, en el Rockhouse Dive Kitchen de la Montana, llegó la gira “Devastation on the Nation”, cuyo tour incluyó a Rotting Christ, Borknagar, Wolfheart y Abigail Williams.
En el Lowbrow Palace la banda Paralysis fue uno de los afortunados teloneros de los nativos de Houston dejando en claro que aún hay bandas underground, frescas comprometidas con el thrash metal, aunque el subgénero sea prácticamente de culto y en proceso de extinción.
Por el lugar deambulaba el guitarrista, Spike Cassidy casi irreconocible con lentes, una barba encanecida descuidada y pantalones cortos. Sobrevivió a un cáncer de colon al que previamente ya lo habían desahuciado, estaba destinado a la tumba en pocos meses y logró vivir.
El escenario listo para D.RI. y solamente una manta negra con el logo de la banda como único elemento de apoyo. Luces discretas y un público fiel que se dio cita a las afueras del inmueble desde las 630pm.
Entonces se apagaron las luces y los texanos aparecieron ante la ovación del poco público.
Con dos miembros sobrevivientes y su desenfadada imagen característica, D.R.I. interpretó aquellos temas que dieron pie a una época gloriosa para los skaters principalmente; cuestionando los vicios y demonios de una sociedad estadounidense inclinada a profesar valores superficiales y enajenantes. Hipnotizados por la cultura de los deportes profesionales, y la comida rápida/chatarra dando como resultado la plaga del perenne consumismo.
Antes ya D.R.I hacía denuncias de los hábitos estadounidenses dando entrever al parque Disneyland -en Anaheim- una burla. Para ellos significaba una imagen rancia y abominable de la cultura.
Sin ser músicos extraordinarios, pero con una carga política e irreverente en sus letras, D.R.I interpretó “Acid Rain”, mientras el slam paulatinamente se creaba como un tornado pequeño, donde jóvenes y no tan jóvenes bailaban y se empujaban casi como un ritual paleolítico, para después continuar con la clásica “Violent Pacification”, cuya pieza fue una de más significativas de la noche.
Para los festejos del cuadragésimo aniversario Dirty Rotten Imbeciles presentó una alineación encabezada por Kurt Brecht en las vocales, Greg Orr (muy parecido a Kerry King de Slayer) en el bajo, Spike Cassidy en la guitarra y Rob Rampy en la batería.
Aún con restos de ímpetu, D.R.I. cuya influencia es innegable en subgéneros híbridos el cuarteto prosiguió con su recital, esta vez para interpretar “Abduction”, otro de los mejores temas de la noche.
Su sonido original, imitado pero nunca igualado, fue apoderándose hasta de los más jóvenes, que no tenían idea alguna de la leyenda subterránea, que estaba frente a sus narices.
Detrás de una carrera de altas y bajas, una lista interminable de exmiembros, un cáncer de colon detectado y superado al guitarrista, Spike Cassidy, D.R.I hace todo lo posible noche a noche por extender su legado aunque ya en el escenario no se toman tan en serio, incluso equivocándose o hasta teniendo conflictos entre sí en las normales pruebas de sonido. Sus fans les perdonan todo.
Su logo, creado por el baterista original, Eric Brecht, posiblemente sea más conocido que la propia banda, como en otros casos ya sucedió.
Tal vez James Hetfield o Dave Mustaine u otros millonarios que un día fueron mugrosos, inadaptados en lugar de lloriquear o acusarse mutuamente pudieran donar o solventar las necesidades de estas bandas sobrevivientes.
Para saber
En 1988 la banda teutona, Tangerine Dream con Edgar Froese al frente, manufacturó el álbum “Optical Race” cuya cubierta hacía pensar inmediatamente en D.R.I pero solo fue una coincidencia del lanzamiento de Private Music, un sello discográfico ya desparecido.