Como mujer, Amelio Robles se unió en la Revolución Mexicana, pero desde el principio usó ropa de hombre; es considerado el primer hombre transgénero que logró el grado de coronel en México y la condecoración como veterano de la Revolución Mexicana
Juan de Dios Olivas /Apuntes Políticos
En una fotografía aparece vistiendo un traje elegante oscuro, con saco, pantalones, corbata y sombrero, mostrando de manera intencional su pistola en su funda del lado izquierdo de su pantalón, con la cacha al revés; en la mano derecha recargada en una silla, sostiene un cigarro y resalta en la imagen el lustre de sus zapatos.
No es la imagen de un varón mostrando su masculinidad, tampoco de un catrín de afinados modales puesto que el rostro refleja el carácter duro del personaje y la vida difícil que enfrentó en tiempos de guerra.
Se trata del coronel Amelio Robles, quien siendo mujer se unió en la Revolución Mexicana a las fuerzas guerrilleras de Emiliano Zapata en el estado de Guerrero y es considerado como el primero y hasta la fecha único hombre transgénero (trans) que logró ser nombrado coronel y consiguió que su identidad de género fuera reconocida por el gobierno de México.
“Me levanté en armas por una mera locura de muchacha. Fue una aventura como cualquiera otra. En febrero de 1913 reuní 15 hombres en Xochipala, pueblo cercano a Chilpancingo, y de allí me dirigí a un cerro llamado el Zopilotillo donde me presenté al general Epigmenio Jiménez”, relata el coronel en una entrevista concedida en 1927 al periodista Miguel Gil de El Universal, en la que se refería a ella como un hombre que sin embargo nació mujer.
¿Y qué sensación experimentó usted al encontrarse en plena aventura?, pregunta el reportero.
“La de ser completamente libre”, responde.
¿Pero no sentía usted temores, no le estorbaba la carabina?, continúa preguntando.
“No. Yo nací en un rancho y desde pequeña me acostumbré al caballo y a las armas”, refiere.
Amelio, nació en el año de1889 como mujer, género con el que fue reconocido durante su niñez y juventud.
Para el año de 1912, de 23 años, decidió unirse a la lucha revolucionaria desempeñando tareas de mensajería, contrabando de armas y víveres, lucha armada y misiones especiales en las que fue ascendiendo de grado por sus méritos.
Desde el principio solicitó que se refirieran a su persona en masculino, y comenzó a usar ropa propia de los hombres y a llamarse Amelio.
La masculinización de Amelia obedece a razones personales y subjetivas, señala la historiadora Martha Eva Rocha Islas en el libro Los Rostros de la Rebeldía; Veteranas de la Revolución Mexicana 1910-1939 en el que recopila los perfiles de mujeres que destacaron en el conflicto bélico, entre ellos el del coronel Robles, la única veterana que fue reconocida por el Gobierno de México como hombre sin portar uniforme militar.
“El cambio de identidad de género y sexual fue fruto de un deseo vital profundo. Un deseo, felizmente realizado, de negar su anatomía sexual de nacimiento y masculinizarse de manera radical, en todos los aspectos de su vida”, señala.
Es decir, la identidad que asume Amelio no responde a la necesidad de algunas mujeres que vistieron de hombres en plena lucha armada con el objetivo de pasar desapercibidas y evitar ser violadas o recibir un trato discriminatorio, sino a su deseo natural de identidad masculina.
Sin embargo, a pesar de los códigos masculinos, eso no evitaba que padecieran agresiones sexuales.
Amelio relató cómo mató a un hombre en Apipilulco que intentó violarla durante los años de guerra:
“Ese sí que se murió por tanto amor. No me acuerdo cómo se llamaba. Él, juntamente con otro, me espiaron en la huerta de mi casa, y cuando creyeron que podían vencerme se me echaron encima. Pero como era natural yo opuse resistencia y se entabló una lucha terrible entre aquellos dos hombres y yo. Cuando sentí que alguno de ellos me había dado una puñalada, disparé mi pistola; y un hombre quedó tirado a mis pies y el otro emprendió la fuga”, narra.
De acuerdo con la historiadora, investigadora y docente feminista Gabriela Cano, Amelio Robles transitó de una identidad femenina impuesta a una masculinidad deseada y se sentía y se comportaba como hombre y su aspecto era varonil.
Además, señala que se construyó una imagen corporal y una identidad social masculina con los recursos culturales a su alcance en un aislado poblado rural mexicano donde adoptó la pose o performance de género, una cultura visual del cuerpo inaugurada por la proliferación de retratos de estudio, que atrajo a la prensa que dio legitimidad a la historia del revolucionario zapatista.
En 1918, tras la victoria definitiva de Venustiano Carranza y la derrota zapatista, Amelio reconoció al nuevo gobierno y se incorporó al Ejército mexicano gracias a su cercanía y amistad con el general Adrián Castrejón, quien era su jefe en el Ejército, y otros hombres de guerra inmiscuidos en la política que le permitieron que su identidad masculina fuera reconocida de forma oficial en las filas militares y entre sus compañeros.
Se unió a las fuerzas del general Fortunato Maycotte en 1920 al efectuarse la unificación revolucionaria mediante el Plan de Agua Prieta y al terminar el cuatrienio obregonista se incorporó una vez más a las órdenes del general Adrián Castrejón para combatir la rebelión delahuertista en 1924.
Ese mismo año, causó baja en el Ejército y junto con su familia se dedicó al cultivo de la tierra en la zona guerrerense y se incorporó al Frente Zapatista de la República, creado en 1940 con el propósito de unificar a los veteranos que defendieron el programa agrario zapatista.
El grado de coronel que le fue otorgado por sus compañeros zapatistas, originalmente no fue reconocido por la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), que tampoco reconocía al Ejército Zapatista como un cuerpo militar, por lo que de manera oficial no se le otorgó una pensión militar en su momento.
No fue hasta que en su expediente militar se encontró un acta de nacimiento apócrifa donde se le identificaba como Amelio Malaquías Robles Ávila, que la Sedena avaló la identidad de género de Amelio, y en 1974 lo condecoró como Veterano de la Revolución Mexicana, y no como veterana.
Amelio era un hombre y quien no lo respetaba corría el riesgo de enfrentarse a su pistola. Mantuvo relaciones sentimentales con varias mujeres, entre las que se encuentra Ángela Torres, con quien adoptó una hija.
Falleció en 1984. De haber vivido más tiempo seguro habría enfrentado a las autoridades de su estado, que cinco años después de su muerte y paradójicamente pese a su empeño por ser reconocido como hombre, abrieron las puertas de un museo y una escuela a los que bautizaron con el nombre de coronel Amelia Robles.