*Controversial…*
*Trump, el neoliberalismo y el pueblo.*
¿Quién es el verdadero arquitecto de la crisis?
Por: Raúl Sabido.
La historia reciente nos ha llevado a reflexionar sobre las dinámicas de poder y la responsabilidad en un mundo cada vez más interconectado. La llamada “guerra comercial” que ha sacudido los cimientos de la economía global no es un fenómeno aislado, sino el resultado de decisiones políticas, económicas y sociales que se entrelazan en un complejo y perverso entramado.
*El poderoso poder de la dependencia global en su mercado*
Donald Trump, como figura central de esta narrativa, ha sido señalado por muchos como el arquitecto de esta crisis. Su discurso proteccionista y sus políticas de *”América Primero”* redefinieron las relaciones comerciales internacionales, desafiando décadas de globalización y neoliberalismo.
Trump tiene en un puño al mundo porque las economías se hicieron tan dependientes del mercado de los Estados Unidos a tal grado que las decisiones Trump las ha puesto a temblar, y esa es la fortaleza de Trump para cobrar las participaciones en su mercado…. ¿quieres? Entonces negociamos ah pero ¿no quieres? Entonces húndete.
*¿Un solo hombre o las élites económicas?*
Sin embargo, ¿es justo atribuirle toda la responsabilidad a un solo hombre? O, más bien, ¿deberíamos mirar hacia el pueblo estadounidense que lo eligió, buscando en sus motivaciones, y temores, las raíces de este cambio de paradigma?
Desde un punto de vista económico, la crisis refleja una reacción contra los efectos del neoliberalismo, un modelo que, aunque promovió el crecimiento global, también exacerbó tremendamente las desigualdades. Muchos votantes estadounidenses, especialmente en regiones industriales afectadas por la deslocalización, vieron en Trump como una voz que prometía devolverles el control y la prosperidad perdida.
*Sin embargo, el análisis no puede detenerse ahí.*
La deslocalización industrial, impulsada por el neoliberalismo, no solo fue una estrategia económica, sino también una herramienta de poder político y geopolítico. Estados Unidos, como líder del orden neoliberal, promovió la apertura de mercados en otros países, muchas veces bajo presión económica, militar o diplomática, *para beneficiar y enriquecer más a sus grandes corporaciones*. Este proceso, que llevó a la instalación de maquiladoras en países con menores costos laborales, transformó las economías locales y creó una dependencia estructural, y absoluta, hacia los Estados Unidos. Mientras las élites económicas estadounidenses cosechaban los beneficios de mayores márgenes de ganancia, las comunidades trabajadoras tanto en Estados Unidos como en los países receptores enfrentaban las consecuencias como la pérdida de empleos industriales en el *norte global* y condiciones laborales precarias en el *sur global.*
Socialmente, esta elección de Trump, también expone divisiones profundas entre lo urbano y lo rural, lo global y lo local, lo tradicional y lo moderno. Trump no solo fue un candidato, sino un símbolo de resistencia para quienes se sentían olvidados por las poderosas élites económicas y políticas.
Políticamente, su ascenso pone en evidencia las fragilidades de las democracias modernas, donde el descontento puede canalizarse hacia líderes que prometen soluciones rápidas, aunque controversiales. Pero también plantea una pregunta más amplia: ¿qué papel juegan los sistemas que permiten que estas figuras lleguen al poder? ¿Es el neoliberalismo el verdadero culpable, al haber creado las condiciones para este descontento?
En última instancia, la “culpa” no recae únicamente en un hombre, un pueblo o un sistema. Es el resultado de una convergencia de factores históricos, económicos y sociales que nos invitan a reflexionar sobre el futuro que queremos construir. ¿Cómo podemos aprender de esta crisis para avanzar hacia un modelo más humanitario, equitativo y sostenible?
Es cierto que el pueblo estadounidense, especialmente en regiones industriales, ha experimentado impactos significativos debido al neoliberalismo. La deslocalización de empleos hacia países con costos laborales más bajos dejó a muchas comunidades enfrentando desempleo y pérdida de estabilidad económica, algunas ciudades fantasmas. Sin embargo, no podemos decir que fueron los únicos o los más afectados.
El neoliberalismo es un fenómeno global que ha moldeado economías en todo el mundo. Mientras que en Estados Unidos las comunidades trabajadoras sufrieron la pérdida de empleos industriales, en países receptores como México, las maquiladoras trajeron empleos, pero a menudo con condiciones laborales precarias y salarios bajos. Esto creó una dinámica de desigualdad tanto en el norte como en el sur global.
En este sentido, el neoliberalismo no solo lastimó fuertemente a los norteamericanos que los empobreció, sino que generó también una red de desigualdades interconectadas en todo el mundo.
*¿Por qué, durante las décadas iniciales del neoliberalismo global, no se tomaron medidas efectivas en los Estados Unidos para mitigar el impacto negativo en sus trabajadores industriales y en las comunidades dependientes de la manufactura?*
Esta pregunta, lamentablemente, la respuesta se encuentra en la complejidad de las decisiones políticas y económicas de aquella época. Cuando el neoliberalismo comenzó a globalizarse en las décadas de 1980 y 1990, las principales motivaciones de los líderes, y las élites, en Estados Unidos no se centraron en las consecuencias locales inmediatas, sino en los beneficios que este modelo prometía: crecimiento económico acelerado, liderazgo global y *mayores beneficios para las grandes corporaciones.*
Más sin embargo, *sí hubo advertencias oportunas*.
Economistas, sindicatos y activistas sociales señalaron que las políticas de deslocalización y apertura de mercados podían tener consecuencias devastadoras para los trabajadores industriales y las regiones prósperas basadas en la manufactura. En su momento, muchas de estas voces fueron ignoradas o minimizadas, en gran parte porque las élites políticas y económicas *estaban más interesadas en los beneficios a corto plazo que en las posibles pérdidas a largo plazo.*
La pérdida de empleos industriales en zonas específicas de Estados Unidos fue un proceso acelerado y en algunas gradual, las afectaciones en importantes poblaciones como Detroit, Michigan, Pittsburgh, Pennsylvania, Cleveland, Ohio, Flint, Michigan, Gary, Indiana todas ellas también llamadas como el circuito “”Rust Belt”. Hubo más núcleos industriales seriamente afectados como San Antonio, Texas, Milwaukee, Wisconsin, Kansas City, Missouri, Louisville, Kentucky, Nashville, Tennessee todas estas con un factor común, la actividad manufacturera.
Al principio, muchas comunidades confiaron en que podrían adaptarse o que nuevas oportunidades surgirían. Sin embargo, *con el paso del tiempo, quedó claro que los efectos del neoliberalismo estaban profundizando las desigualdades en lugar de resolverlas.*… ¡advertencias hubo y graves¡
Esto también nos lleva a reflexionar sobre la naturaleza del sistema político estadounidense. Las voces de los trabajadores y comunidades afectadas no siempre tuvieron un canal directo para influir en las decisiones de las élites. En gran medida, *las estructuras del poder estaban diseñadas para priorizar los intereses corporativos y financieros*, lo que contribuyó a que las señales de alerta no se tomaran en cuenta de manera efectiva.
En retrospectiva, la lección más importante que nos deja este proceso es la necesidad de equilibrar el crecimiento económico global con la justicia y equidad para las comunidades locales, reforzar el mercado interno y priorizarlo sobre los mercados externos y dejar paulatinamente de ser dependientes.
*Más sin embargo el daño ya está hecho.*
El neoliberalismo transformó economías nacionalistas, centradas en su industria, empresas y mercado interno, en economías abiertas, despojadas de la rectoría del estado y dependientes absolutos del mercado más grande del mundo (México con el 80% de sus exportaciones), los Estados Unidos.
Pasaron de ser economías sólidas y en desarrollo sustentado, con una clase media próspera, a sistemas que sacrificaron a sus trabajadores, convirtiéndolos en mano de obra barata y la riqueza país fue pulverizada hacia las elites y las trasnacionales norteamericanas.
Las élites económicas y financieras hoy tienen que afrontar el déficit financiero de su país y eso no les gustó, por lo que harán lo que siempre les ha gustado: transferir las pérdidas a los demás.
*Y volvemos a lo mismo, nos enfrentamos en el mundo a una nueva decisión de las élites económicas depredadoras.*
Tienen el poderoso poder de la dependencia en su mercado.