*Controversial…*
*Centinela, ¿eficiente?*
Por: Raúl Sabido.
La tecnología, con su potencial ilimitado, ha marcado hitos en la vigilancia y prevención del delito. Cámaras inteligentes, algoritmos predictivos, análisis de patrones y rastreo secuencial permiten un nivel de control y monitoreo que alguna vez fue solo un sueño. Sin embargo, esta infraestructura, por sofisticada y costosa que sea, es tan poderosa como la humanidad detrás de ella.
La seguridad no es solo un responsabilidad de la tecnología, sino que es esencialmente humano. La prevención del delito no depende únicamente del «ojo electrónico» que lo ve todo, sino de las manos, mentes y corazones que lo operan. Una máquina no tiene empatía, ética ni sentido de justicia. Estas cualidades son exclusivas del recurso humano, y sin una voluntad firme, ética profesional inquebrantable y compromiso genuino con el deber, cualquier esfuerzo por implementar tecnología avanzada se desmorona como un castillo de naipes.
Para que la tecnología sea eficaz, dependerá de las conductas humanas. Las raíces del delito, como la desigualdad y la marginación, son problemas profundamente humanos que no pueden resolverse únicamente con máquinas. Por ello, la tecnología debe ser un complemento dentro de una estrategia integral que contemple educación, formación, concientización, compromiso y, sobre todo, voluntad de actuar cumpliendo con el deber. Sin estos elementos, cualquier inversión tecnológica corre el riesgo de ser ineficaz y de generar una falsa sensación de seguridad.
La ejecución en una gasolinera en Ciudad Juárez, capturada únicamente por las cámaras de los negocios cercanos, ilustra una desconexión alarmante entre la tecnología disponible y su implementación. En ese perímetro equipado con cámaras Centinela, diseñadas para rastrear y dar seguimiento a los movimientos de los responsables, es incomprensible que las autoridades declaren estar «sin pistas de los asesinos». Este caso no solo refleja una falla técnica, sino también una falta de voluntad y coordinación humana.
Las cámaras Centinela, con su capacidad de monitoreo y seguimiento en tiempo real con generación de alertas, son herramientas poderosas, pero requieren un sistema humano que las interprete y actúe con rapidez. Sin estrategias claras, protocolos definidos y personal capacitado, estas herramientas se convierten en espectadores pasivos, en lugar de agentes activos de prevención del delito. Este caso subraya la necesidad de cambiar el paradigma: no basta con invertir en infraestructura tecnológica; es imperativo invertir en el recurso humano que la opera.
La narrativa de «sin pistas» no debería ser aceptable en un mundo donde la tecnología CENTINELA tiene el potencial de iluminar hasta las sombras más oscuras. Pero para que esto sea una realidad, se necesita algo más que cámaras y algoritmos: se requiere voluntad, estrategia, cumplir con el deber y humanidad. Solo así podremos cerrar la brecha entre lo que la tecnología promete y lo que realmente entrega.
La inversión millonaria en infraestructura como las TORRES CENTINELA, las cámaras en cruceros y zonas críticas, y el despliegue de marketing para presumir estos avances parecen priorizar la percepción pública sobre la efectividad operativa. Este enfoque, más dirigido en la imagen gubernamental que en resultados contundentes, genera dudas legítimas en la ciudadanía. Cuando las cámaras destinadas a prevenir y dar seguimiento al delito terminan protegiendo intereses particulares, se perpetúa la percepción de que el gasto en «seguridad» no es más que una excusa para legitimar asignaciones opacas de recursos.
La seguridad de los ciudadanos no puede ser secundaria ni una herramienta política para inflar estadísticas, vanidades o egos. Es un derecho fundamental que exige voluntad, transparencia y resultados reales, no discursos vacíos ni estrategias cosméticas. Sin cambios profundos, lo único que lograremos perpetuar será una sensación de vulnerabilidad disfrazada de inversión.
En Ciudad Juárez existen «centinelas de piso móviles» hasta en las banquetas de oficinas privadas vinculadas con personalidades cercanas a la gobernadora del estado. Esto nos lleva a una pregunta clave:
*¿A quién realmente sirve el proyecto Centinela de la gobernadora panista Maru Campos Galván?*
No se desmerece el concepto del proyecto; se señala lo ineficiente en su aplicación y se cuestiona su efectividad.
Como observación final, dar a conocer públicamente los videos secuenciales Centinela del perímetro donde ocurrió el asesinato (Gómez Morín entre Ejercito Nacional y Júpiter) dejaría en claro la actividad o inactividad de las autoridades presentes en la zona durante el hecho.
Sin voluntad hacia ejercitar el deber ser nunca habrá resultados en seguridad para los ciudadanos.
*Lo que se dijo de Centinela.*
El Proyecto Centinela funciona como un sistema integral que combina tecnología de punta y estrategias de seguridad para combatir la delincuencia en Chihuahua. A continuación, algunos de sus aspectos principales:
*Tecnología Avanzada:* Incluye una red de cámaras de vigilancia con inteligencia artificial capaces de identificar actividades sospechosas, personas o vehículos en tiempo real. También se han instalado arcos lectores de placas para monitorear vehículos.
*Centros de Comando:* Se han implementado sub centros de monitoreo y un centro de comando principal donde se recibe y analiza toda la información recopilada por los dispositivos tecnológicos. Esto permite una respuesta más rápida y eficiente ante emergencias o actos delictivos.
*Capacitación del Personal:* El proyecto también incluye un enfoque en la profesionalización de las fuerzas de seguridad, asegurando que estén bien entrenadas para actuar de manera OPORTUNA y efectiva.
*Entre lo que se dijo y la realidad hay un abismo de voluntades.*