Por José Luis Jaramillo Vela
En la Reseña Histórica de hoy, una de vaqueros, pero de la vida real, trataremos sobre la historia de un singular personaje, cuya vida parece haber salido de un cuento de ficción, pero que fue tan real, que se convirtió en una leyenda del salvaje oeste y quien anduvo un tiempo de andanzas y correrías en nuestro Estado de Chihuahua, que, junto con Baja California Norte, Sonora y Coahuila, geográficamente formaron parte del período histórico conocido como “La Conquista del Oeste”, que también se le llamó “El Lejano Oeste”, o el “Far West” como le llaman en Estados Unidos. Nuestro personaje en cuestión, Roy Bean fué un estuche de monerías que transitó toda su vida en la línea que separa lo legal de lo ilegal, muchas veces pisando bastante lejos a ambos lados de la línea; genéricamente lo podemos catalogar como un auténtico aventurero, que fué trabajador del riel, cantinero, pistolero, comerciante, contrabandista de armas, alguacil, traficante de wisky, abigeo y autonombrado Juez, además de que fundó su propio pueblo…y sus propias leyes.
Phantly Roy Bean Gore, nació en 1825 en Mason County, Kentucky, fué el menor de cuatro hombres y una mujer; desde niño mostró ser sumamente inquieto al igual que su hermano mayor Samuel. En 1840, a la edad de quince años Roy abandona definitivamente el hogar paterno y se va a la aventura y a
buscar su vida, navegando en lancha por el Río Mississippi hasta Nueva Orleans, con la intención de encontrar un trabajo; ahí no tardó mucho tiempo en meterse en problemas, por lo que tuvo que salir huyendo de Nueva Orleans con rumbo a San Antonio, Texas en donde se reunió con su hermano mayor Samuel, quien para ese entonces se hacía llamar Sam Gore o Sam Bean, según su conveniencia. Ahí comenzaron a trabajar en las compañías ferrocarrileras como guardavías, después su hermano Sam se va a trabajar como carretonero en el transporte de mercancías en carreta y Roy lo sigue, consiguiendo trabajo como peón de carretas, que no era otra cosa más que los que cargaban y descargaban las mercancías de las carretas que iban llegando o que iban saliendo; ya es 1846 y Roy es ascendido al puesto de conductor de carreta que dejó vacante su hermano Samuel, quien decidió irse a pelear en la guerra contra México.
En esa época, la ruta comercial y de diligencias más transitada, era la “Ruta de Santa Fé”, o la “Santa Fé Trail”, que llevaba mercancías y pasajeros entre Kansas y Missouri hasta California y viceversa; en esas rutas siempre estaba latente el peligro de ser asaltado por bandoleros y forajidos, por lo que Roy aprendió el uso y manejo de las armas de forma magistral. En 1848, Roy ya es el propietario de la Roy Bean & Brother Store, Co. en Santa Fé, Nuevo México y de una pequeña línea de carretas para transportar mercancías, se dice que más como producto del tráfico de armas hacia México; que de su trabajo; entonces termina la guerra y al regreso de su hermano, deciden abrir la ruta comercial entre Santa Fé y Chihuahua, por lo que se instalan en la ciudad de Chihuahua con una terminal para sus carretas y mercancías; además de su negocio, Roy Bean vió la posibilidad de establecer un servicio de diligencias en las rutas Chihuahua – Santa Fé, Chihuahua – San Antonio y Chihuahua – Durango, pero nunca obtuvo las debidas concesiones por ser extranjero (mismas rutas que después explotaría el empresario chihuahuense Don José Félix Maceyra); ya es 1857 y en ese tiempo Roy Bean se enamora de una jovencita de escasos quince años de nombre María Anastasia Virginia Chávez, a quien por ser menor de edad no podía cortejar como el quisiera, sin embargo, a la muchachita le agradaba Roy y se las ingeniaban para comunicarse.
En 1858, en Chihuahua, Roy Bean mata en un duelo a un expresidiario mexicano que estaba golpeando a un estadounidense, debido a esto Roy es acusado de asesinato y junto con su hermano Sam, huyen de Chihuahua, ya que los duelos estaban prohibidos, pero no sin antes jurarle a Virginia que regresaría por ella. En su huída escapan a Sonora, donde también son perseguidos, aquí deciden separarse, Sam se va a Santa Fé, Nuevo México y Roy se va a San Diego, California, donde ya su hermano Joshua Bean era un próspero empresario y se había convertido en alcalde de San Diego. En 1859 Roy Bean hereda los saloons, antros y tabernas de su hermano Joshua, quien había sido asesinado tras una disputa por un triángulo amoroso; aquí Roy entra al oscuro mundo de la trata de mujeres para sus bares, cantinas y burdeles; uno de esos días tiene un problema con un escocés borracho de nombre John Collins, a quien le da un balazo y es arrestado por intento de homicidio; Roy escapa de la cárcel con la ayuda de las mujeres que el regenteaba en sus antros y se esconde en Silver City, Nuevo México, en donde su hermano Samuel es el Sheriff del Condado de Doña Ana; en 1860, Roy Bean regresa a Chihuahua por Virginia Chávez, y ésta se va con él a California donde procrearon cuatro hijos: Roy, Laura, Zulema y Sam, adoptando un quinto hijo al que llamaron John; a Virginia le incomodaban mucho
los negocios que manejaba Roy y todavía peor cuando se entera de que Roy está contabandeando armas, ahora desde México para el Ejército Confederado, en plena guerra de secesión. Por si fuera poco, Roy andaba cortejando a una muchachita mexicana cuando se da cuenta de que el supuesto novio de la muchachita planeaba secuestrarla para entregársela a un oficial del Ejército Mexicano, Roy mata al hombre, y sus secuaces lo capturan y se preparan para colgarlo, pero lo hicieron tan mal y tan de prisa, que al tirar de la cuerda, ésta se aflojó y terminó por desanudarse, dejando a Roy con vida, pero con una gran cicatriz de la cuerda en el cuello; éste episodio marcaría a Roy Bean en el futuro. En 1866, después de soportar todo esto, Virginia Chávez obliga a Roy a irse de California, mudándose con su familia a San Antonio, Texas, a un barrio paradójicamente llamado Beanville, donde la situación se tornó todavía peor; Roy se involucró con el robo de ganado y con la adulteración de productos lácteos, en 1867 es arrestado por agredir físicamente a su esposa Virginia Chávez y amenazarla de muerte. Esto provocó el divorcio con Virginia y la separación definitiva de su familia.
Para 1870 Roy Bean regentea un saloon en el barrio de Beanville en San Antonio, pero los vecinos lo consideran non grato, así que una mujer comerciante acomodada le ofrece novecientos dólares por todas sus pertenencias, con tal de que se marche de ahí y Roy acepta el trato; toma el dinero y establece otro saloon en el centro de San Antonio, donde aparentemente le iba bien, pero pudo más su espíritu aventurero y en 1882 la compañía Galveston Harrisburg Railroad, detona la economía de la región fronteriza de Texas al iniciar la construcción de la línea férrea que enlazaría a San Antonio con El Paso, Texas y Roy Bean decide una vez más lanzarse a la aventura y adquiere una porción de tierra en medio de la nada, prácticamente en el fin del mundo, un paraje llamado “Vinegarroon”, por la gran cantidad de escorpiones vinagrones que abundaban en esa parte del “Desierto Chihuahuense”, justo a la mitad del camino por donde atravesaría la vía férrea entre San Antonio y El Paso, a unos cuantos metros del límite fronterizo con México en el Río Grande y la desembocadura del Río Pecos; ahí se le ocurrió irse a establecer a Roy Bean, construyendo un saloon en medio de la nada, al que nombró “The Jersey Lilly”, provisto de una buena cantidad de barriles de cerveza y de wisky para vender; inicialmente los que llegaban a beber al salón de Bean, eran los vaqueros de los ranchos vecinos, vaqueros mexicanos, traficantes fronterizos y gente que por algún motivo venía huyendo de otro sitio.
La construcción del tren trajo a mucha gente de todas partes, principalmente chinos, mexicanos y estadounidenses, pero también llegaron muchos europeos y muy pronto, alrededor del saloon de Roy Bean comenzó a poblarse de casas, formándose un pueblo al que Bean llamó Langtry, Texas, en honor a la actriz y activista británica Lilly Langtry, de quien Bean era gran admirador e inclusive le escribía cartas y Lilly le contestó algunas. Y por supuesto, donde hay gente de diversas razas y culturas, mezcladas con un mucho de alcohol, no tardan en llegar los problemas, y estos se sucedían de manera cotidiana; la oficina del sheriff y el juez más cercanos, se encontraban a doscientas millas, en Pecos, Texas, por lo tanto, no había en Langtry quien pusiera el orden ni quien impartiera la justicia; las autoridades le dijeron a Bean que no podían hacerse cargo, porque no tenían recursos ni materiales, ni humanos ni presupuesto, entonces Roy Bean muy molesto, les sentenció con su legendaria frase: “Yo seré la Ley al Oeste de Pecos” y las autoridades le respondieron que estaba bien, que él se hiciera
cargo, pero tampoco le dieron ningún nombramiento, por lo tanto, Roy Bean se autonombró Sheriff y Juez de Paz, de lo Civil y de lo Penal, de Langtry, Texas y la autoridad simplemente lo toleró.
Y así, de ésta manera, desde el Saloon Jersey Lilly, se despachaban bebidas embriagantes, se imponía el orden y se impartía la justicia en el pequeño poblado, el salón además de ser la cantina, era la oficina del Sheriff (donde su único ayudante era el enorme oso que tenía como mascota) y sala de Juzgado, según fuera el caso. El Juez Roy Bean no tenía la más mínima noción de la ley, a pesar de que siempre cargaba un libro con la Constitución de Texas, no lo consultaba para nada, algunos dicen que mandó a la horca a 160 forajidos, lo que le valió el mote de “El Juez de la Horca”, otros más dicen que fueron muy pocos los sentenciados a la horca; lo que sí es verdad es que impartía su justicia como él quería y como él la entendía, muchas veces con fallos tan extravagantes y disparatados como cuando un irlandés fué acusado de matar a un chino y los amigos del acusado amenazaron con incendiar el saloon si lo declaraba culpable, entonces el Juez Roy Bean sentenció: “después de revisar la ley encontré que no dice nada acerca de matar un chino”, dejando en libertad al irlandés.
Otros fallos, rayando en lo cómico, como este: Langtry era parada obligatoria del tren, y los pasajeros disponían de unos minutos para tomarse un par de tragos en el Jersey Lilly; cierta ocasión bajó del tren un pasajero muy bien vestido y se tomó una cerveza de treinta centavos, pagando con un billete de veinte dólares, como veía que no le devolvían su cambio se desesperó y le dijo a Bean que era un ladrón, motivo por el cual Roy Bean le impuso una multa de $19.70 por insultos a la autoridad, quedándose con los veinte dólares y el elegante pasajero pasmado y más enojado que antes. Cobraba cinco dólares por una boda y cinco por un divorcio; cuando casaba a las parejas terminaba la ceremonia diciéndoles a los novios la misma frase que les decía a los que enviaba a la horca: “Y que Dios se apiade de vuestra alma”. En otra ocasión, un hombre cayó sin vida en plena calle, al llegar al lugar Roy Bean lo registró y le encontró cuarenta dólares y un revólver dentro del saco, al embolsarse el dinero uno de los curiosos le reclama que ni el dinero ni el revolver eran de su propiedad; con el mayor descaro Roy Bean le impuso al cadáver una multa de cuarenta dólares “por llevar un arma oculta”, quedándose con dinero y arma; así se las gastaba este singular impartidor de justicia.
En otra ocasión, envió a un joven a la horca por sacar su revólver y matar al caballo de otro hombre con quien tuvo un altercado (matar a un caballo sano era imperdonable en el oeste, debido a la gran utilidad del animal); Bean le otorgó al culpable el derecho de escribir una carta de despedida a su madre. Al leer la carta, el Juez quedó tan conmovido, que revocó su sentencia, perdonando al acusado.
El 21 de febrero de 1896, al Juez Roy Bean se le ocurre la idea de organizar una pelea de box por el campeonato mundial de peso completo entre el campeón británico Bob Fitzsimmons y el retador irlandés Peter Maher, como las peleas de box estaban prohibidas tanto por la Ley de Texas como por la de México, el astuto juez la organizó en el lecho seco del Río Grande, quedando así la pelea en medio de ambos países, burlando así a la Ley de Texas y la de México y obteniendo muy buenas
ganancias; aunque para efectos de los récords boxísticos, la pelea se efectuó en Coahuila de Zaragoza, México. Ganando el campeón Fitzsimmons.
El Juez Roy Bean fallece el 16 de marzo de 1903, a la edad de 78 años debido a una congestión alcohólica, aunque existe una versión no confirmada de que fue asesinado afuera del Jersey Lilly por un pistolero de Chihuahua. Al morir, se encontraron en su libro de leyes que cargaba, más de cien frases que se cree escribía durante sus juicios, destacando tres frases que quedaron para la historia y que retratan su desconocimiento de la Ley y la clase de justicia que impartía: “Yo soy la Ley al Oeste de Pecos”; “Cuélgalos primero, después compruebas”; “Conozco la Ley…soy su principal transgresor”
Diez meses después de haber fallecido Roy Bean, para sorpresa de los habitantes, en la estación de Langtry desciende del tren nada menos que la famosa actriz, socialité y activista británica Lilly Langtry, diciendo que viene a visitar al Juez Roy Bean, atendiendo a una invitación que éste le había hecho para visitar el pueblo al cual en base a la admiración que sentía hacia ella, le había puesto su nombre; al ser informada de su muerte, entristeció y pidió ir a visitar su tumba, que se encuentra en el Whitehead Memorial Museum en Del Río, Texas.
La figura de Roy Bean ha inspirado varias películas como “The Westerner” con Gary Cooper; “El Juez de la Horca” con Dale Robertson e Yvonne de Carlo; “La vida y obra del Juez Roy Bean” con Paul Newman y la película mexicana “El Juez de la Soga” con Hugo Stiglitz y Milton Rodrígues.
También inspiró al escritor francés René Goscinny a escribir “El Juez”
De los hijos de Roy Bean, únicamente su hijo Sam pidió ser sepultado junto a su padre.
De Virginia Chávez, después de divorciarse de Roy Bean, volvió a casarse con Manuel Charles, falleció en 1922 en San Antonio, Texas.
En la actualidad, Langtry, Texas pertenece al Condado de Val Verde, Texas y está declarado, catalogado y protegido por el Gobierno de Estados Unidos como un Sitio Histórico.
Así fue la vida de Phantly Roy Bean, un hombre que vivió una vida como salida de la ficción, un hombre que conoció ambos lados de la ley; una ley que transgredió constantemente y de manera brutal y que terminó aplicando la ley, su ley e impartiendo justicia, su justicia, de la manera más bizarra y surrealista, en un país en donde hoy sería imposible pensar que hubiese un juez como Roy Bean. Un hombre que, a pesar de todo, tuvo la visión de abrir rutas comerciales desde Estados Unidos a Chihuahua, así como de sentar las bases para futuras rutas tanto comerciales como de pasajeros; un hombre cuya esposa fue mexicana y sus hijos, todos ellos personas de bien, llevaron sangre mexicana; un hombre que hoy es una leyenda del viejo oeste y del folclor fronterizo, la leyenda del Juez Roy Bean.