Con la renuncia de Roberto “El Pony” Lara a la presidencia de la Junta Central de Agua y Saneamiento, comienza a desgranarse la mazorca de los funcionarios estatales del corralato que estuvieron vinculados, de una u otra forma, con René Villarreal, el burócrata que fue brutalmente asesinado en días pasados, después de haber sido señalado como uno de los responsables del desvío de más de 11 millones de pesos del fondo de ahorros del Congreso del Estado.
Como suele ocurrir en estos casos, cuando la mugre salpica para todos lados, El Pony Lara dijo que se retira del importante cargo para permitir que las investigaciones se realicen con toda libertad, y para no manchar la imagen de la administración estatal ni la de la gobernadora.
Muy loable su actitud, a Mirone lo conmueve hasta las lágrimas, pero lo que se sabe es que al señor le pidieron su renuncia al día siguiente de que se dio a conocer en los medios el asesinato de René Villarreal, por el tremendo escándalo que levantó este horrendo homicidio.
Como este, otros panistas del quinquenio pasado, como Manuel Soledad Villanueva, extitular de finanzas del Congreso y actual auditor de la Sindicatura del municipio de Chihuahua; Jorge Issa González, exsecretario de administración y líder del rebaño corralista de la pasada Legislatura, así como Jorge Álvarez Monge, están en una cuerda muy floja y sin red de protección, al haber salido sus nombres a relucir en la trama del caso de René Villarreal.
Qué simple es decir ahora “me voy para no entorpecer las investigaciones”, en lugar de aportar todo lo que sabe del fraude cometido por Villarreal y sus cómplices, para que todos los que deban pagar sean llamados a cuentas y se castiguen los delitos que en este caso dieron un salto cuántico, del fraude al homicidio.
Aunque el hasta antier director ejecutivo de la Junta Central dijo que nunca tuvo conocimiento de delitos cometidos por René Villarreal, lo cierto es que si el fiscal general del Estado le agendó una cita para que suelte la sopa ante el Ministerio Público, es porque es mucho lo que oculta y más lo que tiene que decir del turbio asunto.
Es obvio que hay indicios de presuntas complicidades de todos ellos y que muy pronto les pueden recetar una “orden de tacos”, o cuando menos un citatorio para que canten todo lo que saben, porque Villarreal no era un lobo solitario. Tenía cómplices y, por lo visto, muy pesados.
Es cierto que al amparo de una supuesta procuración de justicia, se cometen muchos abusos contra inocentes, pero no pensamos que sea el caso de políticos de altos vuelos que en la época corralista se despacharon con la cuchara grande, con singular emoción y olímpica alegría, y ahora que se abre la caja de Pandora, resulta que nadie conocía a René Villarreal.
Por lo mismo, no será sorpresa que en los próximos días se libren suculentas “órdenes de tacos” contra estos notables del PAN, con derecho a estancia, todo incluido, en el centro de meditación y descanso de San Guillermo.
Todos unidos contra Joob. Así fue bautizada la reunión que, con motivo de su cumpleaños, organizó el viernes pasado Isaí Arámbula, exnovio de la exvicegobernadora Leticia Corral, y aspirante a dirigir el comité municipal del PAN a partir de noviembre, cuando termina el período de Quintín, el vaquero urbano.
La fiesta reunió a funcionarios municipales y a varios liderazgos del panismo local que comulgan con Arámbula y ruegan porque Joob Quintín se vaya lo más pronto posible.
La decisión del jerarca estatal del PAN, Gabo Díaz, para que el nuevo dirigente municipal sea votado por unidad, algo que no existe en las filas blanquiazules locales, tiene muy animados a los seguidores de Isaí y muy desanimado al regidor que coordina a la fracción panista en el Ayuntamiento.
Tan dura está la grilla entre los dos panistas, que Job movió sus relaciones con el jefe de la oficina de Gobernación del Estado en la ciudad, Alejandro Jiménez Vargas, para que le negaran el permiso de la fiesta a Isaí, el cual obtuvo finalmente, después de mover sus contactos en la capital del estado.
Ya que hablamos de Gobernación, nos cuentan que en los operativos que realizan conjuntamente con la dirección de Comercio Municipal, para que se respeten aforos y horarios de cierre en bares, antros y restaurantes, con motivo de la pandemia, ya salieron de choque los jefes de las dos dependencias.
Ahora, los inspectores de Gobernación que comanda Alejandro Jiménez y los de Comercio del cabadista Daniel Pando, andan haciendo las revisiones de manera separada, pisándose las mangueras, como se dice coloquialmente.
No será esta la primera vez que ambas dependencias estén enfrentadas, porque son muchos los intereses que se manejan en ambas partes, fuera de registro oficial.
Los únicos perjudicados en una situación de estas, son los comerciantes, que tienen que aguantar varias revisiones y los criterios obtusos de los voraces inspectores, que aplican la ley de alcoholes y las normas sanitarias a su muy particular saber y entender.
Quienes dieron la nota cómica ayer fueron varios corralistas, cuando se arrodillaron y elevaron sus manos al cielo, en señal de agradecimiento al creador cuando, temprano, les dieron la noticia: “Maru se cayó”.
Lo que no les aclararon a las menguadas huestes del exgobernador binacional, es que la gobernadora sufrió una caída física cuando descendía de la escalera del avión que la trasladó a Juárez, para su reunión con el embajador de los Estados Unidos.
La jefa del ejecutivo sufrió un esguince en la mano derecha, que ameritó su hospitalización, por el intenso dolor que le causó, por lo que no se trató de una caída política, como la que tuvo el frustrado aspirante a embajador Javier Corral.
Los hijos del corralato, que cada día que pasa se sienten más desamparados, se fueron con la finta y nomás les faltó decir “gracias, Señor por el favor concedido”. Sin embargo, la gobernadora retomó ayer mismo su agenda, tras recibir atención médica.